Capítulo10

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Wooyoung se había tomado su tiempo en limpiar el cuerpo de Hongjoong, casi como queriendo memorizar cada parte de este, y grabarlo en el mapa de su mente.

Hongjoong hizo lo suyo con el cuerpo de Wooyoung, casi como si fuese la cosa más hermosa, y suave que tuviese el privilegio de tocar y de ver. Y es que así era. Y Wooyoung parecía conmovido hasta los huesos por eso.

Después de salir del baño, ambos se vistieron con la ropa de Hongjoong. Wooyoung no iba a irse, y no quería usar su ropa de todo el día, así que con una confianza característica a la de un novio de hace años, había abierto el ropero de Hongjoong y buscado un pijama que le llamara su atención.

_ Tengo hambre _, dice cantarinamente Wooyoung mientras caminaba hacia la heladera, la abría, y se quedaba en estado de shock. _ ¿Pero qué...

No había nada en ella. Bueno, no nada; un sache de leche abierto, un limón, un par de huevos sin cocinar, y un taper, que supuso contenía ensalada por los colores, pero era tan pequeño que ni siquiera podría llamársele acompañamiento de algún plato. Eso lo masticabas con una sola muela. Dios, ¿tan mal comes? ¿Comes al menos?

Con ese pensamiento horrible, completamente indignado, se da la vuelta para enfrentarse a Hongjoong, que lo miraba desde el sofá, sentado en posición india, con el cuerpo hacia él.

Estas en un auto con un chico hermoso...

Por un momento, se olvida de la heladera y de la comida, pero solo por ahora.

Todo pensamiento y palabra se habían ido volando, al notar la mirada llena de adoración de Hongjoong sobre él.

_ ¿Qué? _ Pregunta con una risita avergonzada.

_ Nada... _. Sacude la cabeza de un lado hacia el otro, con una leve sonrisa en sus labios, privándolo momentáneamente de su mirada, cuando agacha la cabeza.

Y él no te dirá que te ama...

_ Pero... _, alienta acercándose paso a paso a Hongjoong, hasta quedar a unos centímetros de él.

Sentándose también en el sofá, con una pierna debajo de su trasero, la otra en el piso, enfrentando a Hongjoong, extendió su brazo para tomar una de sus manos, llevándosela a los labios, y besar su muñeca.

Los labios se mantienen allí en ese pedacito de piel, mientras ambos se miran a los ojos. Entrelazando sus miradas, cautivas.

Pero te ama...

Nunca se había dado cuenta, o no de una forma consciente, de la diferencia del tamaño de sus manos, las suyas parecían enormes en comparación a las manitas de Hongjoong, y eso le provoco que sus tripas se agitaran salvajemente.

Y de una forma completamente extraña para él, un sentimiento de protección lo envolvió por completo, como cuando el sol besa tu piel, y te empapa de una dulce calidez.

Hongjoong realmente era un tesoro. Su tesoro, e iba a cuidarlo, y a protegerlo, incluso de sí mismo.

Y sientes que has hecho algo terrible, como robar una licorería, o tragarte pastillas, o cavarte una tumba en la tierra, y estás cansado...

_ ¿Te das cuenta de lo domestico que es todo esto? _, pregunta con la voz ronca, y un brillo suave en sus ojos, Wooyoung podía verse reflejado en ellos. _ No solo te quedaste, sino que te has puesto uno de mis pijamas, favoritos, por cierto.

Alejando sus manos de sus labios, y entrelazando sus dedos, se los lleva a su pecho, encima de su corazón.

_ Eso es una lástima, ahora es mío _, dice con una sonrisa enorme en su rostro, mientras lleva su otra mano a una de las rodillas de Hongjoong, acariciándola con el pulgar.

Estás en un auto con un chico hermoso, y estás tratando de no decirle que lo amas, y estás tratando de sofocar el sentimiento, y estás temblando...

_ Múdate conmigo _, suelta sin más, no quiso decirlo en voz alta, pero la lengua fue mucho más rápida que el filtro de su cerebro.

Su mano libre acaricia la mejilla de Wooyoung, su lunar, y sin poder resistirse, inclina su cuerpo hacia adelante, besando el lugar que acababa de tocar, y luego besa sus labios, solo unos momentos, para sentirlo, sin profundizar, alejándose mientras Wooyoung con los ojos cerrados persigue sus labios, Hongjoong se ríe con cariño, feliz.

Pero él se acerca y te toca, como una oración para la que no existen palabras...

_ No tienes que contestarme ahora... solo piénsalo, ¿sí? No quiero presionarte Wooyoung-ah. Sé que todo esto debe ser demasiado para ti _, dice con un tono sumamente cálido en su voz, derritiendo todo en Wooyoung _. Tengo el privilegio de que te hayas abierto a mí, compartiendo tu miedo más profundo, y eso significa mucho _, sus dedos pasan por algunos pelos rebeldes en su frente, colocándolos detrás de su oreja, cepillando su cabello hasta la nuca, y masajear suavemente ese lugar.

Y sientes que tu corazón echa raíces en tu cuerpo, como si hubieras descubierto algo para lo que ni siquiera tenías un nombre.

Wooyoung no tenía que pensarlo, había dejado pasar demasiado tiempo, para seguir desperdiciándolo.

_ ¡Sí! _ grita sorprendiendo a Hongjoong.

_ ¿Sí? _ repite en forma de pregunta dudosa.

_ ¡Sí! No tengo que pensarlo. Definitivamente, y completamente es un sí _, afirma prácticamente saltando de alegría en el lugar.

_ ¿Sí? _ Vuelve a repetir Hongjoong como si no hubiese escuchado nada, o como si Wooyoung estuviese hablando en alguna lengua antigua, y no lo comprendiera en absoluto.

_ Si, mi hermoso, y tierno lorito _, ahora es él que se inclina para besarlo, pero de forma más demandante, poniendo una mano en su nuca, y empujándolo más cerca para profundizar el beso.

Separándose por falta de aire, se aleja, pero solo para apoyar sus frentes juntas.

_ Te amo, Hongjoongie _, dice sin aire, apenas un susurro, pero Hongjoong la había escuchado fuerte y claro.

Hongjoong envuelve los hombros de Wooyoung, empujándolo hacia su cuerpo, abrazándolo fuertemente, depositando besos por toda su cabeza. Wooyoung también lo abraza fundiéndose en él, mientras cerraba los ojos, sintiéndose como en casa. Como una casa que lo único que tiene para ofrecerle es amor, refugio y comprensión.

_ Yo también te amo, mi hermoso bebé grandulón _, dice apoyando la mejilla encima de su cabeza.

Estas en un auto con un chico hermoso, y él no te dirá que te ama, pero te ama.

Él se acerca y te toca, como una oración para la que no existen palabras, y sientes que tu corazón echa raíces en tu cuerpo, como si hubieras descubierto algo para lo que ni siquiera tenías un nombre.

Derribando murosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora