CAPÍTULO 9
LA NUEVA ESPOSA
El día había llegado.
Sora estaba tomado de la mano con Gura que le veía con terrible resentimiento, como si le odiara.-Por favor, perdóname.... soy un tonto. Perdoname ...- Le suplico el príncipe. Ceres observaba todo aquello sintiéndose terriblemente solitaria. Para obtener el corazón de Sora le convenía que pelearan, pero su ética le prohibía aprovecharse de ello. Asi que dijo:
-Si te sirve de algo saberlo Gura. Sora solo se libró del encanto de Hakos cuando le dije que nadie te había visto en el castillo los últimos tres días. Le dije que muy posiblemente eras prisionera de la loca de Suisei. Solo así se animó a investigar. Siguió a Hakos hasta la torre abandonada y te encontró- Explicó la consejera real que no sabría lo que pasaría a continuación. Faltaban unos cuantos minutos para anunciar a su esposa. El pueblo empezaba a reunirse afuera del castillo por lo que el tiempo apremiaba sin que aquellos dos llegasen a un acuerdo.
-Señor Sora, le insto a elegir. Puede que suene a interés personal, pero soy la opción más sólida. Los soldados me respetan, el pueblo me tiene cariño. Sé cómo lidiar con las intrigas palaciegas y poseo un conocimiento profundo de la política.Ahora que Susei está en los calabozos es especialmente importante que alguien que sea respetada por la milicia ocupe un cargo importante o se expone a perder el control de sus ejércitos. Sin embargo, entiendo que no siente lo mismo por mí, aunque mi amor hacia usted es inquebrantable. Si elige a Gura como su esposa, seguirá los dictados de su corazón, pero el reino puede caer en inestabilidad. La reina Gura podría carecer de la fortaleza y sabiduría necesarias para guiar al pueblo y a los soldados. Se arriesga a posibles rebeliones si se percibe debilidad en su mandato, mi señor.- Ceres terminó su exposición esperando ser escogida, pero sabiendo que el corazón de Sora pertenece verdaderamente a otra.
Sora y Gura se vieron por un rato. Ella le amaba aún, pero estaba mortalmente resentida con él. La decepción le inundaba cada vez que le veía. Aquel chico le había demostrado que era ruin, esclavo de sus pasiones más bajas y crueles. Para Gura, ver a Sora era sentir 100 puñales fríos en el pecho.
-Querido príncipe, se que no soy nadie. No soy de aquellas chicas importantes. No le convengo a usted o al pueblo. Por otro lado Ceres es la mejor para acompañarlo en el gobierno de Azamor. Por favor, tome el camino correcto. Además... no confío en usted- Gura hizo una reverencia antes de retirarse del lugar dándole la espalda al chico para que no le viera llorar.
-Por favor, Gura... Perdóname... Probar el poder, es terrible para alguien que nunca ha sentido tenerlo- Le explicó él.
-Tenía todas mis esperanzas puestas en usted...- Le dijo Gura al hombre que
amaba y odiaba.
-¿Cómo puedo hacer que me perdones?- Preguntó él a lo que Gura respondió tajante.
-No quiero ser más una esclava, quiero libertad para largarme de aquí, libertad para odiarte o amarte ... .- le exigió.
Ceres tocó al chico por el hombro y le recordó que era hora de dar el anuncio de su decisión al pueblo.
Sora se encontraba en una encrucijada. Cualquiera que fuese su elección, parecería equivocada. Si optaba por Ceres, lo acusarían de cobarde por no seguir su corazón, pero si elegía a Gura, lo etiquetarían como un joven caprichoso e irresponsable que anteponía sus deseos personales a los del bien mayor del reino.
Luego de unos minutos el pueblo de Azamor se reunía debajo del castillo para ver quién sería la futura reina. Esperaron varios minutos hasta que Sora apareció en el palco real. Cuando le pidió a su esposa que se pusiera a su lado se pudo ver a una hermosa mujer saliendo al balcón para tomarlo de la mano.
El pueblo gritó emocionado al ver a la chica que había elegido el principe. Fuegos artificiales llenaron el cielo que era poco a poco invadido por globos alegres de diversos colores. La gente bailaba en cada esquina brindando en honor de la reina...
De la reina Ceres Fauna...
Nadie sabía que aquello era una charada, una mentira, un engaño que podría costarle caro si llegasen a enterarse. Pero Sora decidió correr el riesgo. Se dispuso a alzar las manos pidiendo silencio. Debía decir algo más, especialmente para Gura que observaba en silencio desde la esquina de la habitación del palco.
El príncipe Sora, estando en lo alto de la plataforma, observó a su pueblo reunido en la plaza. Con voz firme y llena de determinación, Sora comenzó a hablar:-Amados súbditos, hoy nos reunimos en un momento histórico para nuestro reino. Mi futura esposa y yo hemos creido que desde hace demasiado tiempo, nuestras tierras han estado marcadas por la sombra de la esclavitud, una sombra que ha oscurecido la esperanza y la libertad de muchos de nuestros hermanos y hermanas.
Hoy, en este día de cambio y renovación, anuncio con todo mi corazón que la esclavitud en nuestras tierras llega a su fin. Todos y cada uno de ustedes serán libres para forjar sus propios destinos, para labrar el futuro que desean para sí mismos y para sus familias, serán libres para amar a quien quieran amar...-
Las banderas de Azamor ondeaban alegres en medio del júbilo. El pueblo estalló en aplausos. Los esclavos se abrazaron unos a otros en medio de lágrimas de felicidad. Gura, con lágrimas de júbilo en los ojos, sintió cómo una oleada de emociones avasalladoras recorría todo su ser. La opresión que había cargado durante años se desvaneció como una pesadilla que llegaba a su fin. En ese momento, el peso de las cadenas, tanto físicas como mentales, se disipó por completo.
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El Harem de las cosquillas (+18)
RomanceEl joven príncipe Sora oculta una extraña pasión por las cosquillas que desea confesar a alguien, pronto tendrá a su disposición 4 bellas esclavas de entre las cuales deberá escoger a una esposa a quien poder compartir sus aficiones, pero... ¿su dec...