𝐄𝐕𝐄𝐑𝐘𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 𝐈𝐒 𝐒𝐀𝐓𝐎𝐑𝐔 𝐆𝐎𝐉𝐎 [𝐒𝐚𝐭𝐨𝐒𝐮𝐠𝐮]

CAPITULO II

En las instalaciones del colegio técnico de magia metropolitana de Tokio, para ser precisos en las canchas de baloncesto. Una extraña y pero tenebrosa aura se hacía presente, producto de la discusión entre ambos amigos.

-Arreglemos esto afuera...Satoru

-¿Te da miedo estar solito?, vete yo te espero.

Lo que parecía el inicio de un enfrentamiento fue interrumpido por el profesor Yaga.

-¿Cuanto tiempo más van a estar jugando?, ¿Dónde está Shoko? _ Cuestiono el superior con un tono demandante

-Seguramente en el baño _ contesto el albino mientras fingía hacer ejercicios de calentamiento a lo que Suguru le siguió la corriente

-Tsk... _ El mayor se retiro con algo de fastidio _ Esos dos, siempre peleando como niños

- ¿En qué estábamos, Suguru? _ Cuestionó el ojiazul

-Olvídalo Satoru...no pienso pelear _ Tomó su mochila y la colgó de su hombro

-Que soso _ agregó el albino antes de tomar su mochila de igual manera _ Ah, Suguru... _ se detuvo ya estando ambos de espaldas.

- ... _ El azabache se detuvo y espero a escuchar lo que sea que el contrario tuviera que decir.

- Tal vez más tarde quieras venir a Jugar conmigo, claro si se te pasa lo soso _ Esbozó una gran sonrisa que era más bien una burla

-Tomaré en cuenta la invitación, pero no prometo nada. _ El ojidorado siguió con su camino hasta salir de las instalaciones de la academia de hechicería _ Ese tonto... _ Sonrió, pues en el fondo le alegraba la invitación y por supuesto que la aceptaría ya que los momentos que pasaba con Satoru eran demasiado agradables.

Hasta ahora Suguru no se había percatado de lo bien que se sentía estando con el ojiazul, las risas siempre estaban presentes y sabía que sin importar cuanto discutieran o se molestaran el uno al otro, esa agradable comodidad solo se la brindaba su entrañable amigo.

Aún que el azabache fue cayendo en cuenta de que Satoru Gojo significaba más de lo que el se imaginaba, Satoru Gojo era más que risas y diversión, más que pleitos sin sentido. Satoru Gojo comenzaba a significar algo más en la vida de Suguru Geto y eso le aterraba al Ojidorado.

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- ¡Viniste! _ exclamó el albino con una sonrisa