Después de lo sucedido aquel día con Draco, decidí evadirlo a toda costa, ~era eso o volverme loca~ las cenas se tornaron incómodas por el hecho de tener que convivir con él y, sobre todo, tener su presencia a un lado, rozándome el cuerpo de vez en cuando.
Había pasado un mes y medio desde nuestro desagradable encuentro. Entre deberes, la carrera y las asignaciones de pila, el tiempo se me había pasado volando.
Todo con mi profesión iba de maravilla, sin duda, Aneel Lancaster es una excelente tutora. Aunque no puedo decir lo mismo de Solange Marriott, nuestra relación era pésima, simplemente nos soportábamos por la cuestión "maestra/alumna". También tenía otra maestra que me impartía clases centradas en el arte de lo imposible, con ella todo era tranquilidad.
En cuanto a mi plan con Draco... decidí pausarlo. Por lo menos solo hasta que me lograra analizar y estabilizar, ~y al parecer no he conseguido ninguna de las dos opciones~. Mi cabeza se encontraba hecha un mar revuelto. La idea de pensar en haber deseado a Draco, así fuera en lo más mínimo, me causaba revuelo. Traté de rumiar la situación, pero solo causaba que terminara más confundida de lo que ya lo estaba.
No podía asimilar la manera en la que él me miró aquel día. Una mirada llena de deseo y admiración. Nunca me imaginé que algún hombre pudiera llegar a mirarme así. Ni siquiera Aiden lo hizo en su momento, ~y me apena mucho esa situación~.
Me sentí especial y poderosa. Esa llamarada reflejada en sus ojos, me daba vida. Y no entendía ni sabía explicar de qué se trataba o por qué surgió. Solo me centré en lo incomprensible, casi inviable de averiguar.
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Cenábamos en total silencio. Incliné mi rostro, viendo por la colilla de mi ojo, el lugar vacío del hombre ocupante del asiento de alado. Fruncí el entrecejo, extrañada al no verlo.
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Me colocaba el vestido de noche, y tan de pronto se clavó en mí, Draco, que, por algún motivo, no estuvo hoy en la cena, y me causaba curiosidad el saber por qué no lo hizo.
En todo el día no lo había visto, y me traté de convencer que era lo mejor. Aunque siendo sincera, en lo más profundo de mi ser, lo echaba de menos.
