| Capítulo 3: El milagro.

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| El milagro.

Dejar a Barry volver solo a casa no es una decisión que me haga sentir orgullosa en lo más mínimo, pero anoche el capitán Singh descubrió que él realmente no está enfermo como Joe dijo y lo obligó a volver a casa tan pronto como pudiera

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Dejar a Barry volver solo a casa no es una decisión que me haga sentir orgullosa en lo más mínimo, pero anoche el capitán Singh descubrió que él realmente no está enfermo como Joe dijo y lo obligó a volver a casa tan pronto como pudiera. Y, de todas formas, no habría podido solamente tomar mis cosas e irme con él de regreso a Ciudad Central cuando Roy no podía ni siquiera ponerse de pie por su cuenta debido a la flecha que atraviesa su rodilla.

Llamé a Sin para pedirle algo ayuda ya que Roy se negaba a que se lo dijera a Thea, pero realmente ninguna de las dos tenía una buena idea acerca de lo que teníamos que hacer y como él también se rehusó a ir al hospital, no tuvimos más opción que llamarla y pedir que fuera al callejón.

Llevarlo desde la parte trasera de Verdant hasta la mansión de los Queen fue bastante difícil, pero tuvimos suerte y conseguimos meterlo a la habitación de Thea antes de que su madre llegara a casa y viera el desastre que Roy estaba hecho. Tomamos un par de toallas para comenzar a limpiar la herida una vez que lo acomodamos sobre la cama correctamente, procurando no hacerle tanto daño y dándonos por vencidas en cuanto él comenzó a quejarse con más frecuencia del dolor mientras la tela blanca de las toallas se tenía de rojo.

—Thea, soy Ollie, abre la puerta.

Le doy una mirada a mi cuñada al escuchar la voz de su hermano desde el otro lado de la puerta cerrada de su habitación, secando el sudor de la frente de Roy. Su cuerpo sufre de una serie de pequeños espasmos por el dolor y aunque no soy doctora ni nada que se le parezca, algo me dice que eso no es una buena señal por toda la sangre que ya ha perdido desde que todo esto pasó anoche.

Thea mira hacia la puerta con nerviosismo notable, boqueando unos segundos sin saber que hacer o decir.

—Ahora no, Ollie —logra pronunciar.

—Speedy, abre la puerta —insiste su hermano.

— ¿Mamá está contigo?

—No. —Thea suspira y se levanta de la cama, abriendo la puerta unos centímetros para ver a su hermano—. ¿Qué sucede?

—No quiero que mamá vea —explica.

— ¿Qué cosa? —Thea abre la puerta por completo, permitiendo que su hermano vea al moribundo Roy recostado en la gran cama—. ¿Qué le pasó?

—El vigilante decidió usarlo de tiro al blanco —mascullo, sentada a un lado de Roy.

—Tienes razón, es un psicópata —farfulla Thea.

— ¿Por qué no fuiste a un hospital? —le pregunta Oliver a Roy.

— ¿En esta ciudad? Una flecha es como una bala. Llaman a la policía —le explica, aun siendo víctima de los pequeños espasmos.

—A mamá de hecho le agrada Roy, pero creo que le revocaría su invitación de manera permanente si supiera que el encapuchado es amigo suyo —dice Thea, sentándose en el pequeño banco junto a la cama en donde ha estado sentada desde que lo trajimos.

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