El día había llegado.
Will se agarró a la correa del bolso que cruzaba su pecho y aspiró.
No tenía vergüenza en admitir que se sentía nervioso. Después de todo, era normal en su estado que se sintiera nervioso ante un nuevo paso que daría.
Sin embargo, el pensamiento recurrente de que la vergüenza era estúpida y que solo necesitaba caminar sin mirar atrás le estaba respirando en la nuca. No quería demostrar debilidad. Él no era débil.
O eso se decía.
Con cuidado, Will se examinó frente al espejo y acomodó su uniforme. El enorme y cálido suéter le cubría de maravilla, haciendo un buen trabajo para repeler el frío que estaba en el ambiente. Se veía serio, como un verdadero profesor. Incluso sus rebeldes rulos estaban en orden, y los cristales de sus lentes estaban limpios. Nada podía fallar, o realmente, no debía fallar.
Con un suspiro, se alejó del espejo y tomó sus llaves. Debía ir en camino si no quería llegar tarde.
— Buenos días, señor Graham.
Sin embargo, al salir de su residencia, un chófer lo estaba esperando. Sabía que era enviado de la familia Lecter, porque nadie más se pararía a esperarlo y ni mucho menos se tomaría la molestia de tratarlo educadamente; él se veía calmado y profesional, tal como Will esperaba reflejar también.
— Buenos días. —respondió Will. Su voz sonó firme en todo momento.
— Si es tan amable —replicó el chófer abriéndole la puerta trasera del auto—. Lo están esperando.
Will asintió y entró sin segundos pensamientos. La clave de la calma estaba en no sobrepensar.
El chófer encendió el motor del carro, y después de calentarse un poco, arrancó. Will observó como se abrochaba el cinturón de seguridad, y como un acto de reflejo, él hizo lo mismo. No quería ser descortés, y su nerviosismo lo llevaba a imitar las acciones de la persona calmada del lugar.
— ¿Desea que encienda la calefacción?
Will asintió.
Aunque había un pequeño atisbo de calidez en el carro gracias a su cálido abrigo, el frío aún se colaba por las puertas. No quería llegar tiritando de frío y dar la impresión de ser un perro callejero —aun si Will amaba a los perros callejeros.
— ¿Usted es el nuevo tutor del joven Lecter? —preguntó el chófer. Comenzaba a salir de la universidad.
— Sí, hoy es el primer día —Will se aclaró la garganta—. La familia Lecter me contrató después de las entrevistas.
El chófer lo miró a través del espejo retrovisor, y aunque no dijo nada, Will podía sentir la ironía venir de él. Eso lo hizo retorcerse un poco; no querían ser un capitán obvio. Simplemente su nerviosismo no lo dejaba pensar correctamente.
— Espero que le guste el ambiente laboral, señor Graham —expresó el chófer. Su mirada estaba frente al camino nuevamente—. No todos los tutores duran demasiado tiempo con el joven Lecter.
— Oh —una sensación de pánico fría comenzó a escalar lentamente por la espalda de Will—. ¿A qué se debe eso? ¿No logran adaptarse bien?
El chófer se encogió de hombros.
— No lo sé con certeza. Ellos no hablaban mucho sobre lo que les pasaba.
Un pequeño silencio se extendió unos segundos entre ellos. Will sabía por qué no hablaban de ello, y no era justamente porque todos los demás tutores fueran tímidos al respecto.
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Mylimasis |HanniGram|
FanfictionPara Will, ser un profesor particular es la parte favorita de su carrera. No había diferencia entre un estudiante y otro: para él no había malos o buenos, sino tranquilos y difíciles. Por lo que, cuando le tocó atender al joven Hannibal Lecter, no s...