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Subrayé el texto con mi confiable marcador amarillo, luego lo dejé a un lado para escribir aquello que había subrayado en la computadora. Releí todo lo que había escrito nuevamente en el word y lo guardé, satisfecha con el resultado.
Estiré los brazos sobre mi cabeza con pereza. Al fin había terminado.
Ya no sabía ni cuánto tiempo había estado metida dentro de la biblioteca. Desvié la mirada a la esquina de la pantalla y alcé las cejas al darme cuenta de que ya eran las nueve veintidós de la noche. Mierda, que tarde.
Y fue en ese momento que noté los pocos estudiantes que quedaban a mi alrededor y cómo la oscuridad de la noche se veía a través de los grandes ventanales de la biblioteca de la universidad.
Definitivamente el tiempo había pasado volando. Mi estómago rugió del hambre y me llevé las manos al estómago enseguida. No había comido nada desde la mañana después de haberle robado la mitad del desayuno a Spencer.
Mi teléfono vibró sobre la mesa en un mensaje. Lo tomé con una mano mientras que con la otra masajeaba un poco mi cuello, que me había comenzado a doler un poco hace un rato por la mala postura que había tenido todas estas horas.
Me sorprendí al ver el nombre del remitente del mensaje.
Jasper:
Te veo, Mónica
Fruncí el ceño. Otro mensaje.
Mira a tu derecha
Lo hice, y allí estaba él. Con la espalda recostada en el estante de los libros. Llevaba un pantalón deportivo negro y una sudadera gris, también su mochila oscura colgaba de su hombro.
Vi como guardaba su teléfono en el bolsillo su pantalón deportivo y comenzaba a caminar a hacia mí.
Tragué saliva e instintivamente pensé en lo fea que me debía ver con el moño desordenado que me había hecho como cinco veces desde que había llegado, y la cara de cansancio que debía tener.
–¿Tú que haces aquí? –hablé por lo bajo en cuando se dejó caer en una de las sillas de la mesa.
Jasper elevó la comisura derecha de la boca.
–Yo también estudio, Mónica.
Lo miré mal.
–Es Keira, lo sabes.
Se dio un toque en la cabeza como si no se hubiera dado cuenta.
–Oh, es cierto. Perdón, mi error –dijo esta vez con una sonrisa completa al ver como rodaba los ojos.
–Ya supéralo.
Él apretó los labios.
–Presiento que eres de ese tipo –dijo entonces, haciéndome fruncir el ceño.
–¿Qué tipo?
Él me miró fijamente por unos segundos, los cuales me parecieron eternos mientras detallaba mi cara provocando que ciertos nervios me invadan de golpe. Finalmente apoyó la espalda en el respaldo de la silla antes de hablar.
–Del que son difíciles de superar –concluyó.
Casi me largo a reír en su cara. Casi. Si no lo hice, fue porque seguíamos estando en la biblioteca y alguien probablemente me tiraría con su goma por la cabeza.
Pero eso no me impidió sonreír con burla.
–Que delirio tienes en la cabeza.
Él no apartó sus ojos de mí, como si pensara. Yo por mi parte no pude evitar pensar lo atractivo que era. Joder.
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Un Juego De Seducción
Lãng mạnAlgo que Keira Porter no esperaba un martes por la noche era que su mejor amigo llegara a su casa con el plan de ir a un bar, o que acabaría aceptando solo por los tragos gratis. Lo que tampoco esperaba esa noche, era tener uno de los besos más efu...