Capítulo 11 "Entrada"

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Sky y Satarah habían pasado casi toda la noche dentro del tronco hueco de un árbol, descansando de la ardua caminata que llevaban ininterrumpida desde la mañana. Él se había despertado antes, revisando todas las armas antes de moverla para que se despertara.

-Vamos, creo que un poco más y podremos comenzar a cavar.

Satarah asintió y salió gateando del agujero. Cuando se puso de pie ajustó el asa de su bolsa, la cual no dejó de retorcer en la hora siguiente.

-Bien, dímelo-Le dijo Sky colocándose en su camino con los brazos cruzados.

-¿El qué?-Le contestó Satarah al detenerse abruptamente.

-No creas que por fingir estar distraída ahora me creeré que no lo sabes.

Satarah rodó los ojos, pero su expresión seguía medio perdida.

-La verdad es que...temo ser yo quien estropee todo.

-¿Es eso?

-S-Sí.

Sky descruzó sus brazos y le palmeó los hombros a la chica demonio.

-Muchas cosas pueden salir mal, de eso me doy cuenta ahora, por mí o por ti, pero aún así no me gustaría que cargases con la culpa si eso pasara.

-Pero...

-¡Ah! Nada de peros.

-P...

-¡Ah-ah!-Con el dedo índice le hizo un gesto de negación.

Satarah dio un pisotón y un resoplido.

-Eres un...un...¿Sabías eso, verdad?

-Soy muchas cosas, Satarah.

-Que arrogante.

-Sí, claro-Dijo sarcásticamente.

Satarah suspiró.

-A todo, creo que este es un buen lugar-Señaló los alrededores-Los árboles casi no dejan pasar la luz del sol, así que la entrada estará oculta hasta que volvamos.

Sky asintió.

-Sí, es verdad-Le tendió la mano-Dame tú bolsa.

-Toma, y date la vuelta.

-Lo sé.

Sky se dio la vuelta, esperando que Satarah se quitase la ropa para no romperla cuando se transformara.

La muchacha le lanzó cada pieza encima, 2 cayendo en cada uno de sus hombros y otra en su cabeza.

Mientras le hacía el favor de guardárselas escuchó el sonido que solo podían producir los huesos crujiendo poco antes de romperse y el característico "poing" de las ligas elásticas seguido de hojas que crujían siendo pisoteadas por algo.

Los vellos de la nuca se le erizaron al príncipe cuando escuchó un gruñido.

Se dio la vuelta con lentitud a sabiendas de que era una tontería pensar que en esos momentos Satarah le haría algún daño. Pero su instinto tomó el control por aquel breve instante que lo hizo ser más cauteloso.

Abrió mucho los ojos.

-¡Por dios!-Se llevó una mano a la frente, su cuerpo y boca actuando un paso por delante de su cerebro, intentando corregir lo más pronto posible aquella duda de la cuál ella podía muy bien haberse dado cuenta-Satarah, eso no es un lince.

El felino le gruñó rebatiendo lo que Sky acababa de decir.

-¿Qué no es verdad?

El animal de 4 patas dijo que sí con la cabeza, que le llegaba a la altura de la cadera.

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