Me levanté con un dolor de cabeza inimaginable, todo me retumbaba.
Caminé por todos los pasillos de la casa, buscando una señal de vida, pero no, no había nadie, que raro. Capaz mi viejo se fue ya, por suerte, mañana ya no iba a tener que ir a trabajar. Mi viejo sabe hasta cuando estoy dormida mi estado de ánimo, capaz estaba lanzando patadas al aire y por eso no me despertó y solo se fue, que grande.
Tomé el tarro de pastillas de la alacena y agarré lo que supuse que era el Ibuprofeno, para mi gran suerte lo era, sino, me pegaba un tiro.
Me acosté en el sillón, en posición fetal hasta que casi no sentía que se me iba a caer la cabeza y me quedé viendo el techo de la sala hasta que algo que me hacía arriesgarme a vomitar pasó por mi mente:
"Necesito terminar ese libro."
Fue en lo único que se me ocurrió pensar, comencé a dejar de lado todas esas cursilerías aborrecibles que se podían ver en ese libro y traté de volver a recordar la trama mientras subía las escaleras.
Abrí la puerta de la habitación y el estaba ahí, donde lo dejé, en la misma posición. Con esa tapa rosa, parecían la pareja perfecta, cara a cara y el título en rosa arriba, no sé porque mi tía pensó que esto me podía gustar.
"¡Pero, Mica! ¿cómo vas a hacer tanto escándalo por no querer leer ese libro?" Dirán ustedes, pero, verán. Yo estuve menos de un año y medio en un taller de teatro cuando estaba en secundaria y, solo bastó con un año y medio para que el mismísimo mundo me hiciera odiar cualquier tipo de libro de romance, aunque sea una comedia romántica, lo odio.
Cada que veo la tapa de ese libro me veo a mí y al flaco con el que tuve que interpretar los papeles de Romeo y Julieta, en la escena del beso nuestras cabezas se chocaron abruptamente y quedó como mi primer beso, un horrible recuerdo para mí, pero recordado como una hazaña para el tipo.
Tomé el libro en mis manos y sentí un escalofrío recorrer toda mi columna vertebral, casi tiro el libro al piso.
Abrí donde lo dejé.
"Ella se detuvo, ruborizada. No iría hacia él, pero podría esperarlo.
Él se acercó, en una mano una flor, la cuál le dió con una nota que no pudo leer.Con la otra, la tomó de la cintura y la besó. Él olía como el sol huele por las mañanas.
Embobada, se dejó jalar por él, bajando la cuesta, hacia donde termina el día, hacia donde va el sol."Leí el último verso y casi muero de diabetes, ¡pero che, esos dos pibes eran la diabetes en persona, algodones de azúcar con patas!
Retomé la lectura y solo estaba leyendo con la vista, no con la cabeza, pasaba las hojas y sin darme cuenta solo quedaba un párrafo por leer, era un poema que le había hecho la chica, por ende, supuse que eso amerita que lo recite en voz alta, ¿no?
"¿qué es la poesía?
Me lo habrás preguntado más de una vez.
Clavando tus azulados ojos en los míos.
¿qué es poesía?
¿realmente me lo estás preguntando?
Poesía... poesía eres tú."Lucí esos últimos versos y cerré el libro, sentía que un peso de 4 casi 5 años se despojaba de mi ser.
La tela de la cortina rozaba mi piel y el viento entraba, cada vez se hacía más fuerte y fría la brisa que por ahí se adentraba. Al momento de querer cerrar la ventana lo ví ahí, apoyado en sus brazos mientras miraba por su ventana a adentro de mi casa.
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Amor Amarillo; Gustavo Cerati. [Pausada]
FanfictionCorría el año 1979 en sus primeros meses y ya se podía ver en el horizonte lo que le esperaba de los primeros años de facultad. Micaela Sandoval. Una joven adulta llena responsabilidades por cumplir y otras por descubrir. Estaba empezando la carrera...