I. Verdes Prados

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Me había levantado con un ánimo raramente bueno, todo iba bien, mi mañana, iba bien.

Hasta que se dió la hermosa (terrible) tragedia de que la rueda de mi bicicleta se había pinchado. Juro que voy a denunciar al que lo hizo. Había una gran diferencia entre las dos ruedas, una estaba casi que nueva y la otra parecía una masa, esto alguien lo había hecho.

Ya con pereza tomé mi mochila en mano y me dirigí a la uni, era el primer día e iba a quedar terrible si llegaba tarde.

Entre tanto quilombo a duras penas pude pasar al salón, no conocía a nadie, y eso que mi vieja me había dicho que a alguno iba a reconocer.

Agarré con disimulo la silla más cercana al pizarrón, si, soy miope ¿y qué?

Me senté y comencé a sacar mis cosas, habían materiales que ni siquiera sabía para que servían, seguramente mi mamá los había puesto ahí antes de venirme para acá con mí viejo. Hice lo que pude para no ser el hazmerreír del día.

Ya terminando la clase y haber conocido al profesor, mis pies se dirigieron a la puerta del aula con mi mochila a la espalda, no pude avanzar mucho hasta que una mano me jaló hacía atrás, sentí como mis hombros se hundieron para adentro y veía a un chico enfrente mío.

- Hola. Soy Héctor. -Dijo amable.

- Ah, hola. Es un gusto, Héctor. Yo me llamo Micaela. ¿Era necesario hacerme mierda los hombros para verte cara a cara?

- Puede ser, bueno, seguro ni te acordás de mí, estoy más que seguro. Pero mi vieja es amiga de la tuya, ¿se te hace conocido el apellido "Bosio"?

- ¡Ahh! Ya, ya. Creo que si. Y... vos, ¿todo bien? -Dije volviendo a caminar, no sabía ni dónde era el patio, o si siquiera había un patio, pero qsy, que me guíe Héctor.

- No sé.

- ¿Cómo que "ni si"? -Imité su voz- No te hagas el melancólico conmigo, Héctor Bosio.

- Para... no me quemes. -Dijo tapándose la cabeza re perseguido, yo solo me reí a carcajadas.

La tarde con Héctor se pasó volando, era una persona carismática e interesante; un cago de risa.

En la segunda hora había tocado una clase con el mismo tema, no me pregunten porque no lo recuerdo. La verdad, creo que si no hubiese estado con este tal Bosio en esta carrera, yo sería la persona más amargada que existe.

A la hora de salir, me despedí de Héctor pensando que nos íbamos a separar allí mismo, pero seguimos en el mismo camino por las siguientes 7 cuadras.

- Eu, ¿te gusta el rock? -Preguntó él con una intriga a flor de ojos.

- Man, me encanta el rock nacional.

- Fua, yo escucho rock nacional y... Los Beatles.

- Jodeme, buenísimo.

- Ajá, bueno, Mica. Me despido porque mi vieja me debe estar esperando con unas terribles milangas. Nos vemos mañana, tené linda tarde, flaca.

- Provecho. Y nos vemos, vos también tené linda tarde, flaco.

Recorrí las cuadras que me quedaban tratando de repasar lo que habíamos estudiado hoy. Una persona se había interpuesto en mi camino y me tropecé. ¿Acaso es el día mundial de no dejar caminar a la pelotuda?

- Uh, perdón. -¿Porque pido perdón si el fue el que me hizo tropezar y casi pegarme terrible porrazo en la jeta contra la acera? Ni idea.

- Córrete. -Iba a decirle algo pero voltee a verlo. Ojos azules, piel casi de porcelana y rulos. "¿Sos argentino, man?" Le iba a preguntar, pero era un montón. Aún así mi enojo no cambió, el notó en mis rasgados labios las palabras apunto de salir y aclaró su garganta y una garraspera salió a la primera, su voz parecía una guitarra eléctrica, difícil de afinar.

Amor Amarillo; Gustavo Cerati. [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora