Uno.

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El asesino no estaba tranquilo, siempre estaba atento, mirando de un lado a otro o recorriendo el pabellón que se le permitía. No salía mucho hacia el patio ni tampoco hablaba tanto con esas personas.

Sus manos tenían cayos y la barba estaba mal rasurada. Los que cortaban el cabello no tenían más opciones que: rapar o no. Así que su cabello había crecido desde aquel entonces. Se lo acomodó para atrás hasta que a él no le incomodara.

Se acercaba siempre hasta el guardia quien tenía un pequeño radio en el bolsillo y ambos se ponían a escuchar canción antiguas sin siquiera mencionar una palabra. Siempre tenía una expresión seria y de pocos amigos.

No podía negar que aún tenía impulsos extraños y los recuerdos lo seguían siempre. Pero ya no eran acerca de esa chica castaña, ahora eran acerca de ese rubio hermoso.

No había dejado de pensar en él, ni tampoco pensaba en hacerlo.

Su tío había venido a visitarlo solo una vez, habló con él. Lo regaño literalmente y solo bajó la cabeza mientras dejaba que el único pariente que tenía llorara. Le dejó dinero y algo de ropa en un maletín supervisado.

Las duchas eran amplias y los baños era sucios.

Y él tenía una moneda en su mano, estaba parado frente de un teléfono y los guardias lo observaban cautelosamente. Sus piernas parecían temblarle y su mente estaba cerrada.

Debería llamarlo o no, aún recordaba su número. Aún lo recordaba, ¿y si él no lo hacía? Y habían pasado dos o talvez tres navidades que él estaba adentro. Y solo tenía miedo al desprecio.

¿Su precioso rubio sería capaz de olvidarlo, o de reemplazarlo?

Metió la moneda y un pitido lo hizo reaccionar. El teléfono estaba en su mano y sus dedos recorrieron los números presionándolos suavemente, se sentía como esa guitarra española que él tenía.

El aviso clásico que esos teléfonos tenían antes de poder realizar la llamada era nuevo para él. Nunca había llamado a nadie, y eso era desesperante.

Hubo uno, luego dos y muy pronto tres timbres con una larga pausa luego de que contestaran.

-¿Bueno? ¿Hola?

Las palabras del otro lado de la línea salieron rápido. Y el asesino pensó ¿Por qué estará tan apurado? ¿Será Lukey? Se sintió paralizado e hipnotizado, casi adormecido.

­-Hola.

Solo dijo y de pronto se escuchó un ruido casi parecido al de un sollozo, y unos 54 segundos restantes.

-M-Mi. Michael, ¿eres tú?

-Sí -susurró- Yo no llamé para hacerte llorar.

Y a decir verdad, él tampoco sabía para qué lo había llamado.

-Oh, Michael.

-¿Cómo estás- Cómo te encuentras?

Los dedos del asesino se fueron hasta su rostro exasperado y ansioso, tenía 48 segundos aún.

-Bien, bien. Oh, Michael no he dejado de pensar en ti todo este tiempo.

Se escuchó otro pequeño sollozo y al asesino le cayó un balde de esperanza.

-Hubiera querido tanto irte a visitar. P-pero

-Y-Yo... lo siento mucho.

-No-no-no. No, Michael. Y-Y ¿Cómo estás tú?

-Supongo que bien.

-Oh, Michael. Si no me hubieran mandado a esta estúpida universidad. -el asesino quiso llorar en el momento que el rubio volvió a sollozar. Y lo único que pudo hacer era solo escucharlo y tratar de no mirar a los guardias.

No quería preguntarle nada, porque los guardias estaban escuchando. Aunque no parecía, ellos lo hacían. Y ya solo quedaban 32 segundos. Quería apretar los puños, pero era una señal muy grande.

-A-hora estoy en Londres estudiando. Pero dentro de unos meses tengo unos días de vacaciones y te lo juro que volaré y-

-No. No lo harás.

-Michael-

-No quiero que vengas. No quiero que... que me veas aquí, así.

Hubo una larga pausa y los 12 segundos restantes se estaban pasando rápido.

-Me gustaría que estuvieras aquí... para recibir tu abrazo.*

El asesino no suspiro, ni siquiera sonrió ante esas palabras. Le dolía la manera en como ese niño aún lo recordaba, y eso era lo que él quería pero no de esa manera. Eso estaba acabando con él.

-Cuídate mucho, Lukey.

Dijo antes que colgara y saliera de esa habitación lo más antes posible.

Camino despacio por los pasillos y fue a buscar a Bruce, su compañero de celda. Había estado organizándose y protegiéndose entre ellos desde que él entro hace no más de dos años. No tenía cabello y su barba crecía desesperada. Nunca dio cuántos años podría tener aproximadamente pero el asesino podía ponerle unos 27.

Los guardias lo miraban diferente, no en un sentido raro. Él sabía ese tipo de miradas. Eran esas que transmitían una comprensión y al asesino le desagradaban.

Bruce se encontraba fumando una sustancia desconocida mientras jugaba con unos naipes viejos y grises. El asesino se sentó en esas tiesas sábanas que los hospitales siempre donaban y miró a su compañero.

Un guardia pasó contando a los presos, como siempre lo hacía.

-Quiero hacerlo -susurró apenas.

-¿Tú crees que funcione?

El asesino frunció las cejas y miro sarcástico a su calvo compañero.

-Con tu ayuda y la mía. Lo lograremos.

Bruce sonrió tanto que los dientes de oro que tenía en la parte de atrás pudieron observarse y el asesino solo se acomodó tratando de dar la idea de estar dormido.

Un gritó del guardia general y las luces se apagaron por completo.

El asesino miró la luz de la luna de la pequeña ventana que se encontraba a la entrada del pasillo contiguo. Se mordió los labios y abrió un pequeño cuaderno que siempre escondía al lado de sus cigarros.

Él había estado observando todo, estudiando todo. Se conocía la gran mayoría de la cárcel y su estructura, desde los baños y lugares donde solo ingresaba la comida. Los ampos y los diferentes niveles de seguridad máxima que ese lugar podía tener.

Bruce se acercó y empezó por lo primero.

Idear el plano.

Ya había comenzado desde hace unos días por idear el pequeño mapa, pero siempre se conocía algo diferente que podía ser de gran ayuda para la libertar que podrían obtener.

Pero a pesar de todo sonrió porque sabía que si esto saldría bien. La recompensa más preciada sería su lindo rubio de ojos azules.

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*En la temporada pasada en el capítulo 22. El asesino mencionó por teléfono "Me gustaría abrazarte" a lo cual el rubio nunca la respondió, claro, hasta ahora.

After The Killer [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora