Quince.

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—¡Puedes ayudar, por favor!

—A mí no me gustan los gatos, Luke.

—Pero, pero. —el rubio se acercó. Y joder, el asesino ya sabía que iba a aceptar— Mikey, por favor. Yo lo cuidaré, le daré leche y comida. Yo dormiré con él y-

Yo, dormiré contigo.

—Pero, vamos.

—Tú fuiste el que quería un perro.

—Pero ahora quiero un gatito. Michael, por favor.

—El señor te está esperando, y yo no quiero un gato.

Sus ojos, todo era alrededor de esos tan bonitos ojos. Oh, ni hablar de esas pestañas marrones y largas. Y cuando él arqueaba sus cejas y sus ojos brillaban como si fuera a llorar, pero todo era una trampa. Quería acariciarle la majilla tan rápido como las lágrimas se estancaron en sus ojos. Quería decirle "Esta bien, puedes tener un gato" pero era solo una trampa. Él nunca fue tan fácil de convencer.

—Basta, Luke.

—Por favor, Michael.

Una pequeña y sobornera lágrima salió de sus ojos y el asesino no tuvo otra cosa que hacer y simplemente cayó, como siempre lo hacía por el rubio. Así que solo acaricio su rostro y besó sus labios.

—Está bien. Un gato. Pero solo uno, Luke.

—Sí, sí. Sí.

El rubio sonrió y aspiró su nariz antes de dejar pequeños besos en las mejillas y labios del asesino.


***

Se sentía angustiado y no sabía qué hacer, debería acercarse a la policía y gritar que había un prófugo australiano en las calles de Londres o sólo hablar con Luke acerca de lo peligroso de la situación.

No había contado el hecho de los sentimientos de su amigo, pero restándole importancia a su vida y dependencia completa.

La misma madre del rubio lo había alejado del país, para alejarlo de ese criminal, el rubio pasaba horas completas e incluso días llorando y no permitiéndose comer.

Y él era el único que se iba a visitarlo al hospital cada vez que las clases terminaban, y por supuesto que se preocupaba, se preocupaba demasiado. Porque él fue el único que vio sufrir a su amigo y tampoco quería volverlo a ver.

Pero qué pasaría si solo lo dejaba pasar, como si ese criminal no fuera el prófugo y solo fuera un tal Wilson, él no podría vivir con la conciencia.

¿Y si ese chico estaba volviendo a asesinar?

Él no podía seguir con eso en el pecho, así que solo salió. Y él vio que haría.

***


—Genial. Ahora no puedo follarte, porque andas cuidando un gato.

El rubio agarró al pequeño gato y salió de la habitación.

—Esto no está funcionando. —susurró.

El mundo del asesino se movió ¿qué significaba eso? Sentía un poco de nerviosismo en todo su cuerpo, no necesitaba oír esas palabras y sabía perfectamente—por tantas películas que vio— que esa frase, no era una frase para conciliar.

Así que se paró casi al momento que no oyó al rubio más y salió detrás de él.

No quería que eso se acabara, él nunca pensó que se acabaría, por ende que nunca imagino una vida sin su rubio exactamente. Su boca estaba un poco abierta, las palabras le habían chocado como un golpe de un tren y su rostro ahora estaba caliente.

Salió a la pequeña sala y no observó la figura del rubio, la televisión estaba encendida. Lo que significaba que él rubio seguía ahí.

Tenía temor al acercarse, porque el rubio terminaría con todo esto y eso lo estaba asustando demasiado. Pero lo hizo lentamente y se sentó a su lado.

Escucho al rubio sollozar, y no hizo nada al respecto. Era inútil lo que estaba haciendo, estaba enojado y solo era por un gato. Todo su cuerpo se calmó y suspiro, lo miró de reojo y trató de no sonreír como idiota al ver abrazar y esconderse detrás de ese gatito.

—Lo siento si estás enojado conmigo.

—No estoy enoja- Sí, estoy enojado contigo. Pero-

El asesino sabía que el rubio haría eso, doblarse y llegar hacia su regazo, abrazándole y dejando que su cabeza rozara en su pecho, haciendo verlo tan pequeño, y veces como esta se preguntaba si en realidad el rubio era plastilina.

—Yo solo quería algo nuestro. Que sea tuyo y mío. Quería una mascota, quería criarla. Pero yo quiero muchas cosas estúpidas- Lo siento.

El asesino abrazó al rubio, y sonrió. Porque supo que ese mascota no los iba a distanciar, o mucho menos separar. Ambos estaban muy enamorados para hacerlo pasar.

—¿Sabes por qué no me gustan los gatos realmente?

El rubio lo miró y negó, y el asesino hizo lo que siempre hacia cuando veía a su rubio llorar, le acarició y limpió su mejilla lentamente.

—Cuando yo era pequeño, nos íbamos a visitar a unos tíos a las afueras de la ciudad, normalmente era para aniversarios, o cosas por el estilo.

El rubio sonreía y era por demás decir que sus ojos brillaban, porque siempre lo hacían, y se sentía tan bien. Porque él poco sabía del asesino y le encantaba ese tipo de intimidad que tenían justo ahora.

—Ellos tenían una gata, se llamaba "Manchitas". Lo cual era muy raro, porque ella solo tenía una mancha en el ojo, pero parecía un pirata ¿Por qué no le pusieron "Pirata"?

El rubio rio y contagio al asesino.

—Yo siempre quería tocarla, porque era una bola de pelos literalmente. A mi me llamaba mucho la atención. Un ojo era azul y el otro era verde. Y cuando yo tuve, creo que fue a los 8 años. Sí, a los ocho años, ella me rasguño muy profundo en la muñeca.

El asesino le enseño esa cicatriz que tenía en la parte izquierda de su misma mano, y el rubio la tocó y quiso preguntar ¿aún te duele? Pero sabía que su comentario era ridículo. Así que le beso la muñeca y el asesino lo miró profundamente.

Era una unión diferente, sus ojos estaban tan perdidos en el otro y le encantaba esa cosa extraña que sentía en su estómago otra vez. Sentía que esto era tan íntimo y tan único.

—Había sangre por todo el lugar y yo no paraba de llorar y mi madre y mi tía de gritar. Fue algo muy perturbador. Supongo que por eso, no me gustan los gatos.

El felino maulló. Y el rubio lo cogió.

—Pero aquí estamos Zoe y yo. Para que ya no les tengas miedo a los gatos.

Oh, el rubio parecía un niño con la nariz roja y el gato cargado de una manera extraña.

—Está bien, acepto su ayuda. Y, te prometo que cuidaré a nuestro gato, cuando tú estés en la universidad.



After The Killer [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora