Tres.

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El asesino había escondido el mapa dentro de sus calcetines antes de que los guardias movieran sus cosas al otro pabellón. Se sentía desesperado, eran las 6 de la mañana y el plan empezaba a las 9 cuando todos se iban a dormir.

Y sus nervios los ocultaba demasiado bien con un aspecto cansado y desaliñado y su cabello no era el mejor.

Tenía aun los ojos hinchados pero la excitación del pronto escape lo estaba despertando.

Sujeto las cosas que los guardias le habían dado y caminó a la celda en el pabellón C que le habían otorgado.

Había guardias haciendo una revisión diaria, andando de aquí por allá, de allá por acá. Que simplemente mandaban unas corrientes en sus estómago y unas miradas hacia Bruce que al parecer sentía lo mismo.

Su mente estaba en otro lado cuando ya estuvieron en la celda, los guardias le tiraron sus pertenecías y se empezaron a acomodar en silencio. Hacía eso cada cierto periodo de tiempo, cambiar de celda, para más "protección". Cosa que en realidad no servía de nada.

Vio disimuladamente el ventilador y se dieron otra mirada con Bruce, luego una sonrisa culpable y Bruce frotó sus manos, joder, ambos estaban desesperados por salir.

Se sentó lentamente en ese cartón otra vez y sacó en un acto delicado el mapa y lo volvió a examinar. Escabullirse en la hora de cerrar compuertas, ayudarse uno del otro a sacar a tapa del ventilador y poder salir hasta la habitación de comida, que desde ahí ya podrían salir solo si cortaban bien la red.

Al asesino le parecía fácil, administrar sus concentración era uno de sus puntos a favor, y su falta de demostrar nerviosismo hacía a Bruce a tener más confianza.

Bruce observó al asesino, sus ojos se habían vuelto brillosos y tenía una pequeña sonrisa mientras miraba a la nada, le pareció interesante la forma en la que las personas más crueles pueden caer en algo muy fácil. Y él también no lo podía negar, extrañaba demasiado a su esposa e hija.

Bruce también observó el mapa, analizo y contó los tiempos. Guardando desde muy temprano ese pequeño alicate que habían encontrado en unos de los baños malogrados hace ya un año. Le devolvió el mapa al asesino y se acostó sobre sus brazos cruzados detrás de él soltando una carcajada.

–Ya casi, hermano.

–Ya casi –susurró el asesino.

Habían estado actuando normal, tenían que estar actuando normal. Cada uno por su parte y por sus cosas. Michael estaba mirando como jugaban futbol americano mientras Bruce cargaba unas cuantas pesas.

Sus dedos sacaban y ponían el mismo brazalete una y otra vez. Quería hacerlo ya.

No veía la hora de volver a ver al rubio, tenía que viajar mucho.

Saldría corriendo, talvez robaría un auto y conducirían lejos ganando tiempo y festejarían.

Se veía realmente sencillo, porque de verdad lo era.

Apoyo su cuerpo en el espaldar y sonrió.

-Eh ¿A qué sonríes tanto, Clifford?

El asesino volteo a mirar a uno de los reclutas, con el que había tenido un pequeño enfrentamiento en su primer día ahí.

-A nada.

Dijo firme y volvió a mirar a la nada.

Su sonrisa se rompió por una risa, la mirada confundida de Ben encima de él, le hacía gracia.

Tenía el cabello castaño y los ojos muy azules.

Pero, por supuesto.

No como su rubio, los ojos del rubio era como el encuentro del cielo y el mar, era como la combinación de azules más hermosos que puedan existir.

Sin embargo los ojos de Ben siempre estaban rojos, o quería decir, siempre estaba drogado.

La imagen de su dulce rubio aparecía ¿Habrá cambiado? ¿Ya le habría crecido el vello facial? Siempre se lo imaginaba peleándose con él mismo porque no sabía cómo rasurarse, o porque su mamá no lo dejó salir. Había creado infinidades de historias sin finales y finales sin comienzos. Había distorsionado millones de veces la personalidad del rubio, preguntándole si la adolescencia lo cambió.

Los nervios se habían ido y lo único que quedaba en el asesino era una motivación grande.

La noche caía despacio y todos se encontraban pasando. Su sonrisa se agrando cuando los guardias empezaron a llamar a los presos.

Bruce paso, por el lado del asesino y no le dio ni una mirada, su plan comenzaba ahora.

El asesino se dirigió hacia los baños, encerrándose por unos minutos y respirando profundamente.

Se fue hasta su celda nueva en el pabellón C y vio a "Bruce" durmiendo en su cama.

1° fase del plan ejecutada.

El asesino se sentó en su cartón y prendió un cigarrillo, observo a un guardia pasar a contarlos y siguió llenando la celda de un humo gris.

Las rejas empezaron a cerrarse y el asesino se sintió aliviado, la cabeza hecha de cajetillas de cigarros que estaba en el cartón de Bruce, estaba empezando a parecer menos realista. Soltó todo el humo que tenía de la última calada que tomo y apagó el cigarrón en las paredes de concreto.

Las luces se apagaron y el asesino se empezó a quedar dormido, sabiendo que en cuestiones de horas ellos ya no estarían ahí.

After The Killer [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora