5. Sarah

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¿Alguna vez has sentido esa punzada en el estómago cuando una decepción cambia por completo el rumbo de las cosas? ¿Has presenciado de cerca algo que rompe tu corazón en pedazos, haciéndote creer que nada será igual por el resto de tu vida? Eso fue justamente lo que sentí en el momento en que me encontré con mi madre, arrodillada frente a mi primo, con la cabeza bajando y subiendo entre sus piernas; mientras acariciaba el miembro de Fernando con su boca.

Pasé la tarde entera pensando en lo que pasaría si mi padre llegara a enterarse, la forma en que su corazón quedaría hecho pedazos ante la traición de la mujer que amaba ¿Por qué lo había hecho mi madre? Papá siempre nos había cuidado, trabajando duro para que nada nos faltara, para que viviéramos de una forma cómoda y sin preocupaciones monetarias.

La noche pasó en un suspiro al igual que lo hizo la tarde. Parecía como si me encontrara en un mundo vació, donde todo a mi alrededor había perecido, ante el peso de algo que podría cambiar el rumbo de nuestras vidas para siempre.

La mañana cayó sin apenas darme cuenta, pero sabiendo que no tendría el valor de enfrentar aún a mamá, ni mucho menos decirle a mi papá lo que había ocurrido. Necesitaba huir de la casa, alejarme de la tentación de gritarle a mi madre todo lo que pensaba de ella, pues con ello nada mejoraría, y no podía actuar de una forma tan estúpida.

Decidida a no enfrentar el problema que amenazaba a mi familia; me puse mi traje de baño, un vestido de playa y salí de la casa; sin otro propósito que huir de un problema terrible, aún a pesar de saber que tarde o temprano me vería obligada a enfrentarlo.

Pasé el día entero tratando con ahínco de escapar de mis propios pensamientos, distraerme con lo que fuera que me hiciera olvidar la terrible situación que me perseguía, haciéndose presente en cada idea y cada imagen con que mi pensamiento de torturaba; pero nada de lo que intenté dio resultado.

La tarde cayó mientras me encontraba sentada en una enorme roca, mirando la puesta del sol, saboreando las imágenes que mi vista me entregaba mientras la estrella del día se escondía, aparentando hundirse en el fondo del mar.

Bajé la cabeza, resignándome al hecho de tener que regresar a casa, sin haber resuelto absolutamente nada; sabiendo que la rabia que sentía por lo que mamá había hecho, podría explotar en cualquier momento.

Comencé a caminar sin apresurarme mucho en ello, sintiendo el peso de una gran decisión sobre mis hombros, pero sabiendo que no tendría la suficiente frialdad en el corazón para contarle a papá lo que había visto.

La tristeza me embargaba y la frustración se convertía poco a poco en una sensación sofocante que me provocaba un estado inquietante de ansiedad, que en nada se veía favorecido al darme cuenta de lo mucho que había avanzado por la playa durante el día, pues me llevó cerca de una hora encontrar la casa de mis tíos, mirándola desde lejos, sintiendo un gran alivio al saber que mi caminata estaba cerca de terminar; no obstante, aquel sentimiento de tranquilidad, se vio interrumpido cuando mi madre apareció frente a mí, caminando en mi dirección, con un gesto de angustia en el rostro.

A pesar de que Karina lucía muy preocupada, no pude evitar ser dominada por la rabia, tras recordarla de la forma en que la había visto la tarde anterior; un sentimiento peligroso que me hizo actuar de manera impulsiva, ignorando su preocupación y deseando nunca haber estado en el lugar y momento equivocados.

Sé que ella intentó ser amable conmigo, que solamente quería saber dónde me había metido, pues seguramente había pasado la tarde preocupada por mí; pero no fui capaz de entender eso, en un momento de rabia que me llevó a soltarle en la cara lo que había visto la tarde anterior, sin pensar en el peso de mis palabras ni en el efecto que tendrían en mi mamá, dándome la vuelta antes de que ella lograra reaccionar.

Karina: reunión familiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora