Esa mañana fue un momento de liberación, una oportunidad para desatarme de las cadenas morales y puritanas que me culpaban por haber deseado a mi hija y a mi sobrino. Nunca me hubiera imaginado que mis vacaciones familiares estarían llenas de tanto erotismo y emociones tan intensas.
Habíamos hecho el amor por un par de horas, sin descansar, entregándonos a las caricias, los besos y el profundo placer que nos inspiraban nuestros cuerpos desnudos. Fue un sueño hecho realidad, un momento tan maravilloso que me hubiera gustado vivir también con mi hija y mi esposo.
Odiamos el momento en que tuvimos que irnos de la playa, sabiendo que la hora de comer se acercaba y que lo más prudente sería regresar a casa. Aún no sabía cómo abordaría el tema con Sarah y Julio, y a pesar de que Silvia me hubiera ofrecido su apoyo, para que todo aterrizara en el lugar que debía; las dudas y el temor a la reacción de mi esposo, eran un martirio constante que me impedía lograr la calma necesaria para poder pensar con claridad.
El camino de vuelta lo hicimos en medio de un profundo silencio, una quietud que solamente fue perturbada por el sonido de las olas, y las multitudes de bañistas que festejaban la alegría de estar vivos.
Un sentimiento de ansiedad crecía en mi interior en la misma medida en que nos acercábamos a la casa. Mis piernas temblaban en un intento por detenerme, de prolongar el momento de la confrontación tanto como me fuera posible; pero en ese instante, Silvia pasó su brazo por mis hombros y nos miramos a los ojos. Su rostro hermoso y sus labios dibujando una sonrisa, me dieron el valor que requería para continuar y enfrentar la realidad que ahora abrazaba nuestras vidas.
Cruzamos el jardín observando a un costado la piscina desierta. Entramos en la casa siendo acogidos por los excitantes sonidos que escapaban de la primera planta, evidencias de un placer ajeno a nosotros, de un momento de éxtasis que nos sorprendió hasta el punto de quedarnos quietos, en silencio: escuchábamos la forma en que Sarah gemía con potencia. Ricardo apareció un segundo después en el pasillo de la entrada, con una cerveza en la mano y una cálida sonrisa en los labios.
No hizo falta que Silvia me dijera lo que estaba pensando, ni que Ricardo verbalizara lo que era evidente: mi hija y mi marido estaban haciendo el amor. Hubiera querido que alguno de los presentes me acompañara arriba, que alguien me tendiera una mano para hacer lo que sabía que tenía que hacer; pero al final fueron mis pies los que con una inusitada autonomía, comenzaron a caminar en dirección a la escalera. Nadie dijo nada que perturbara el dulce sonido de los gemidos de mi hija.
Subí las escaleras despacio, mientras mi cuerpo se estremecía al imaginar lo que en ese momento estaría haciendo Sarah con su padre. Recordé las imágenes de unos días atrás, de mi hija haciendo el amor con Julio, disfrutando de él incluso con una mayor intensidad de aquella que había mostrado cuando la vi cogiendo con su amigo, o cuando la vi siendo brutalmente fornicada por mi sobrino.
No me extrañó que aquello hubiera ocurrido, después de todo, su padre era el único hombre que la había amado desde el primer día de su vida, el único que sería capaz de amarla hasta con el último de sus suspiros.
Llegué a la puerta de mi habitación cuando los gemidos habían cesado, en el momento en que solamente podía escuchar la respiración agitada de mi hija y mi esposo. Abrí la puerta sintiendo un intenso calor en mi vientre y la humedad mis labios, mientras una invasiva e inevitable ola de excitación recorría todo mi cuerpo.
Mi mirada se encontró simultáneamente con la de mi esposo y mi hija, sabiendo que él aún estaba dentro de ella, que probablemente en ese preciso momento, su semen se escurría hacia fuera del vientre de mi preciosa Sarah.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro, un poco antes de que las lágrimas comenzaran a salir de mis ojos al no soportar la intensa alegría que sentía, al saber que por fin podría compartir mi deseo con mi familia, con esos seres a quienes tanto amaba y por quienes sería capaz de entregar hasta mi vida.
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Karina: reunión familiar
RomanceCansada de llevar una vida monótona y aburrida, así como de la indiferencia de su esposo y de su hija, Karina recibe la noticia de que se irán de vacaciones a la playa a casa de su cuñada, donde volverá a sentirse deseada en los brazos de su sobrino...