6. Karina

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Habían pasado algunos días desde navidad. Aún no me atrevía a hablar con mi hija. Verla tener sexo con mi esposo, su padre, fue algo muy difícil de asimilar; tanto que ninguna de las dos pudo decir nada mientras nos mirábamos a los ojos, hasta que Silvia me llamó desde abajo, preguntando si todo estaba bien. Aquello me despertó del letargo en el que había caído, brindándome una excusa para bajar a la sala y alejarme de algo que en ese momento me negaba a creer.

La semana fue difícil, pues al no saber lo que mi hija pensaba, no me atrevía mover un sólo músculo. No estaba segura de lo que hacía, dudaba mucho del efecto que podría tener cada una de mis acciones.

Las miradas entre nosotras, eran cada vez más incómodas y ninguna se animaba a tocar el tema que había trastocado nuestras vidas; no obstante, ella se comportó de una forma mucho más amable conmigo, fue más atenta y sorpresivamente, la veía sonreír más.

No pude evitar pensar en la relación que Fer y su madre tenían y que tal vez aquello podría pasar en mi familia, aunque no tenía idea de lo que Julio podría pensar al respecto.

Durante la mañana del viernes, todas mis dudas, la ansiedad por no saber lo que pensaba mi hija y la necesidad de dar sentido a todo lo que le estaba pasando a mi familia, me llevaron a tratar de encontrar una respuesta sin importar de donde viniera.

Silvia me encontró en la cocina preparando el desayuno, había pasado varios días taciturna, sin poder sonreír ante el cúmulo de emociones que me dominaban constantemente. Sintiéndome muy confundida pues no podía evitar lo que mi sobrino me provocaba, aún cuando hacía esfuerzos deliberados por evitar que aquello me agobiara, que mirar a mi sobrino me excitara al recordar lo que habíamos vivido.

- A ver, ya me cansé de verte deambular por toda la casa con el animo por los suelos, se supone que vinimos a la playa para pasar un momento alegre, y desde navidad no logro verte sonreír ¿Mi hermano volvió a las andadas?

- No, no es eso - en ese momento miré a Silvia, dándome cuenta de que justamente en ella podría encontrar la respuesta que buscaba, pues dado su estilo de vida, probablemente hubiera pasado por algo similar a lo que yo estaba viviendo; sin embargo, no pude decir una sola palabra antes de ser interrumpida.

- Hola chicas - dijo Fernando a mis espaldas - el día está estupendo, deberíamos ir todos a la playa.

- Me parece una idea genial, a ver si así tu tía logra sonreír aunque sea un poco. Ve preparando las cosas hijo, mientras yo hago algunos sándwiches, también ve a despertar a tu papá, a tu tío y a tu prima, así...

- Perdón pero, preferiría que solamente fuéramos nosotros tres - Silvia y Fer intercambiaron una mirada y luego ambos me vieron extrañados.

- ¿Pasa algo malo tía?

- No estoy segura de si es malo, pero igual quiero hablarlo con ustedes, es importante - nuevamente ambos intercambiaron una mirada, pero esta vez pude ver de reojo que ambos asintieron.

- De acuerdo, pues solo vamos los tres, Fer, ve por la hielera pequeña y llenala con cerveza y refresco de lata, yo mientras hago los sándwiches.

Silvia y yo, pasamos algunos minutos sin decir nada, mientras Fer iba por la hielera y la llenaba de bebidas y hielos para mantenerlas frescas. Subí a mi cuarto a ponerme el bikini y un vestido de playa, saliendo de mi habitación poco después tras mirar a Julio; pensando en cómo todo aquello podría cambiar nuestras vidas para siempre.

Caminamos un largo rato por la orilla del mar hasta llegar a una playa apartada, tan lejana que no había una sola alma cerca de ahí; en la base de un acantilado tan enorme, que impediría a cualquier persona escuchar lo que pasaba en la orilla del mar, que era justamente donde nos encontramos.

Karina: reunión familiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora