Capítulo 6

1.8K 16 0
                                    

Aquellas últimas palabras que Jorge pronunció lo habían alterado todo, ahora no era yo quien estaba en peligro, sino Alma, mi mejor amiga, a quien había considerado mi hermana por años, lo que convertiría cualquier castigo en mi contra en una situación horrible que trataría de evitar a toda costa.

Salí corriendo en dirección al estacionamiento, alterada por lo que acababa de escuchar, tras haber visto a mi amiga resistir la tortura a la que Jorge la sometió, negándose a decir una verdad que ella conocía perfectamente bien, porque cometí la estupidez de decirle lo que en realidad había pasado.

Alma se encontraba recargada en la camioneta, llorando amargamente con los brazos cruzados al frente de ella. Corrí a su encuentro y nos abrazamos, sin decir nada por algunos minutos, solamente estando juntas como lo habíamos estado por tantos años.

- Lo siento mucho, Alma, perdón por ponerte en esta posición tan complicada, de verdad lo siento - dije llorando, sintiendo una punzada en el estómago al pensar en lo que ese animal le podría hacer a mi amiga si llegaba a meterme en otro problema.

- Diana, no entiendo de qué...

- Jorge me amenazó con hacerte daño si me volvía a equivocar, a mentirle o a desobedecer a uno de los maestros. No sé qué fue lo que pasó, pero...

- Fue su hermano - dijo Alma, dejando de llorar repentinamente, mirando al vacío con un peculiar miedo en sus ojos - él me dijo que su hermano se había comportado distinto contigo, me preguntó muchas veces qué le habías hecho, qué le habías dicho, estoy segura de que algo tiene que ver ese chico en esto, creo que fue él quien le pidió a Jorge que no te hiciera daño, por eso te quiere castigar a través de mí, por eso...

De pronto Alma abrió mucho los ojos y se llevó su mano a la boca, mirándome a los ojos, atónita ante todo lo que aquello implicaba, expresando todo el terror que en aquel momento la estaba haciendo su presa, sin decir nada, solamente dejándose consumir por el miedo que sentía.

- De verdad, lo siento mucho Alma - dije, incapaz de detener el llanto que salía de mis ojos, mirando con tristeza cómo mi amiga se iba poco a poco derrumbando hasta caer sentada en el suelo.

- Tienes una cita hoy ¿Cierto?

- Si, pero...

- Vete ya, no llegues tarde, si lo haces... - dijo con un tono de voz que la hacía parecer perdida, como si su pensamiento se encontrara en un lugar completamente distinto de aquel en el que nos encontrábamos.

Una punzada de dolor me atravesó cuando me di cuenta de que tenía que irme de ahí en ese momento, pues a pesar del miedo y la incertidumbre que se acababa de apoderar de mí, era un hecho que Alma podría pasarla muy mal si yo llegaba tarde. No pude decirle nada más, no pude ni siquiera ayudarle a levantarse, era horrible lo que estaba pasando.

Corrí a la moto de inmediato, me monté en ella y la encendí en cuando estuve sentada en el asiento. Tomé el casco que estaba colgado en el manillar, sin poner atención a los detalles, solamente tratando de largarme de ahí lo antes posible, sintiendo cómo el temor de equivocarme de nuevo iba poco a poco haciéndome su presa.

La dirección que Jorge me había dado, no estaba demasiado lejos de la escuela, pero aun así el miedo me hizo acelerar tanto como podía para tratar de llegar a tiempo, así que no tardé más de unos pocos minutos en encontrar la casa y bajar de mi moto.

Estaba demasiado nerviosa, mucho más de lo que me había sentido en mi vida, pues si bien no sabía a quién me encontraría ni tampoco qué era lo que me pedirían hacer, tenía muy claro que debía comportarme lo mejor que pudiera, hacer que el maestro de aquella noche se sintiera en las nubes para evitar que Alma fuera castigada.

Diana: juegos perversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora