Capítulo 9

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Noemí se mostró muy desconfiada cuando le pedí que me contara qué era lo que le había pasado, se quedó callada por varios minutos, con la mirada perdida y el rostro contraído en una expresión de miedo, pero al final me platicó todo lo que le hicieron aquella noche, una historia mucho más complicada y dolorosa de escuchar de lo que me hubiera podido imaginar.

- Después de que salí de la universidad - comenzó a decir Noemí - me fui directo a mi cita, al igual que en otras ocasiones, me citaron en un lugar elegante, la suite de un hotel tan lujoso que difícilmente alguna de nosotras podría llegar a tener dinero suficiente para costearlo. Cuando llegué al lugar habían tres hombres ahí, dos tipos entrados en años y otro que estudia en la universidad, es el chico que... - Noemí se detuvo y me miró por un momento, parecía como si hubiera estado a punto de revelarme algo que no debía, pero alcanzó a darse cuenta antes de que saliera su boca lo que no era prudente decirme y decidió cambiar la ruta de su historia - estaba mentalizada a estar con ellos, creí saber qué era lo que pasaría pues no era la primera vez que salía con esa gente, aunque nunca me hubiera imaginado los planes que tenían para esa noche. Generalmente tomábamos algunos tragos y en algún momento de la noche se turnaban uno a uno para estar conmigo, nada tan malo en realidad, sin embargo, para esa velada tuvieron otros planes. Al parecer uno de ellos vio un video de algo llamado dogging, me dijeron que eso sería lo que haríamos mientras estuviera con ellos, obviamente no tenía idea de qué se trataba, pero como ya lo habrás aprendido, no es una buena idea negarse a los deseos de los maestros, así que fingí estar de acuerdo mientras me servían algunos tragos y conversábamos como muchas otras veces lo habíamos hecho, haciendo que me sentara en las piernas de alguno de ellos y luego cambiándome de lugar, hablando mientras me metían mano por todo el cuerpo. Nunca habían usado sustancias en nuestros encuentros, más allá de alcohol y algo de tabaco, incluso alguna vez usaron un poco de marihuana, pero eso era todo; sin embargo, esta vez se metieron coca varias veces antes de que todo comenzara, hasta que uno de ellos dijo que era hora de irse y todos nos levantamos.

Noemí gimió ante el dolor que atacaba alguna parte de su cuerpo, haciendo una mueca y tratando de controlar su respiración, tomándose un minuto antes de continuar su relato, algo que al parecer necesitaba sacar de su sistema.

- Obviamente sentí mucho miedo cuando dijeron que saldríamos del hotel, pero no dije nada y traté de que ellos no se dieran cuenta de cómo me sentía. Nos subimos en un carro y partimos sin que supiera a dónde iríamos ni qué era lo que querían hacer, pues en ningún momento me lo quisieron decir y tampoco me permitieron buscar ese término en internet pues me prohibieron tener el celular en la mano. Yo viajaba en la parte de atrás del auto, junto con uno de los tipos mayores, quien no perdió el tiempo mientras nos desplazábamos, aprovechó para besarme y meterme mano, con tanto esmero que me hizo llegar al orgasmo, de una forma tan intensa que no me di cuenta del camino que recorríamos ni tampoco del lugar en donde estábamos cuando el auto al fin se detuvo.

Su mirada se perdió por un momento, suspiró un par de veces, parecía querer controlar su respiración para no derramar lágrimas, pero no desistió en su narración, era evidente que necesitaba contarme todo lo que había pasado.

- Cuando me di cuenta de dónde estábamos, fue después de que uno de los que iban adelante bajara del auto y abriera mi puerta. Creí que tal vez solo querían hacerlo en un lugar público, así que me calmé un poco y no me pareció extraño que me pidiera ponerme en cuatro, con el trasero apuntando hacia el exterior del auto; sin embargo, poco después escuché un par de voces que no conocía, y al chico diciéndoles que me podían usar si lo deseaban. Sentí mucho miedo cuando lo escuché, pero me quedé petrificada un momento, me costaba dar crédito de lo que había oído; luego sentí dos manos ásperas y enormes tocándome las nalgas y hurgando entre mis piernas, cuando volteé hacia atrás vi que no se trataba del chico que se había bajado del auto, sino de un señor gordo con el pelo entrecano, sucio y con la frente llena de sudor. Fue muy desagradable sentir sus manos tocando mis piernas y mi trasero y aún peor cuando me metió sus asquerosos dedos.

Diana: juegos perversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora