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Lo que pasó después

El trato

Sollocé. El aire de la muerte me abrasaba, pesado y frío, como si el mismo Salem quisiera devorarme. Desde que nací, una marca en forma de equis habitaba sobre mi pecho izquierdo, como una cicatriz grabada en mi piel. No entendía qué significaba, ni por qué estaba allí.

Mi padre biológico jamás mencionó nada. Solo me aisló, me hizo sentir su peso, su frío. Cuando murió, el orfanato me recogió, pero con una advertencia mortal: No hables de la marca. Nadie debe saber.

—¡Emily, abre la puerta! —Golpeó la madera con su cuerpo.

Permanecía en el baño del primer piso. Mi respiración pesada. Había huido de él, después de que lo dijo. Algo que deshizo mi frágil calma. Sus palabras, como un susurro que se coló en mi cabeza: Sé lo que tienes. Sé lo que eres.

—¡Solo abre! Sé que estás confundida. Sé que tienes miedo. Un extraño, un asesino que apenas conoces, está dentro de tu casa, con intenciones oscuras. Pero créeme, esta vez no estoy jugando. No estoy loco, estoy completamente cuerdo. Lo que te digo es cierto. Es real, tan real como la vida misma. Eres parte de la Oscuridad, y ni siquiera lo sabes. — Estaba aterrorizada cuando lo escuché mentar la oscuridad. Carraspeo y dijo—: ¿Vas a salir para que hablemos?

Pestañe rápido y agite mis manos sin saber que decirle. Lo supo porque me presionó con:

—Te vas a arrepentir si no abres.

Mi corazón latía tan fuerte que temí que se escuchara, pero lo hacía, escuchaba mis jadeos.

—¿Por qué? ¿Qué vas hacerme? ¿Vas a matarme, Dylan?

—Ay, mierda —se quejó—, es que no tienes idea de lo que he sacrificado por ti —afirmó para sí mismo—. He venido para que ellos no te asesinen.

¡¿Quién mas quiere matarme?!

Entre mis delirios el prosiguió:

—No te conozco, y sé que tú tampoco a mí, pero hay algo perverso que nos une ahora. Déjame explicarte qué es. Prometo ser delicado y paciente contigo.

¿Algo perverso que nos une?

—Estás loco si crees que voy a abrir. Quiero que te vayas de mi casa. ¡No quiero que me expliques nada! —grité, acercándome a la puerta, mi voz rasgada por el miedo.

—Lo haré de todas formas —respondió, con una calma que me heló—. Sé de tu marca, porque yo también tengo una. Aunque la mía es diferente. Los Dueños tienen una marca con un doble once en la muñeca. Yo soy un dueño. Y un dueño es eso: Dueño de Cabeza.

Las marcas rojas de dedos recorrían mi cuello y mis brazos, huellas de sus apretones violentos. Estaba completamente loco si pensaba que iba a abrirle, después de lo que me hizo. Jamás.

—Emily, las cabezas tienen una marca en forma de Equis, como la tuya, en el pecho izquierdo —suspiró, como si todo estuviera claro para él—. Sé que esto debe ser muy confuso para ti. Y retorcido. Pero así es como funciona, es el lado oscuro y secreto del mundo que desconoces. Aunque ya te vas haciendo una idea de qué va, ¿verdad? Una Cabeza es como un tipo de pareja sumisa o un tipo de presa. Aunque aquí hay algo diferente. Algo delicado de explicar. Y no quiero asustarte más.

—¡¿Y por qué quieres matarme?! —grité, antes de que pudiera seguir. Necesitaba saber si conocía a mi padre. Si no lo hacía, todo esto era solo un juego, una tortura mental para jugar conmigo y luego matarme.

—Porque lo deseo. Lo quiero. Necesito saber cómo eres por dentro —dijo con ronquera, como si estuviera al borde de la euforia—. Olvida eso último, pequeña. Es porque tú me besaste. Me sedujiste. —Hizo una pausa—. Escucha esto. Si una Cabeza tiene cualquier tipo de contacto con otro Dueño que no sea de su propiedad, es torturado hasta la muerte por Los Altos Mandos de la Orden Secreta. Y sin duda, matan a la Cabeza seductora. La consideran impura y las sacrifican. Comúnmente esto pasa en batallas, enemistades. Cuando un Dueño quiere ver caer a otro sacrifican a su propia presa para seducirlos. A veces utilizan a las especies como tú para uso vengativo ¿Lo entiendes ahora?

DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora