Dueños de Cabezas

50.6K 1.4K 1.3K
                                    

—Conseguí información importante.

—¿Qué?

—¡Siéntate, te va a sorprender!

—¿De qué hablas? —El pánico me invadió, mis pensamientos giraban alrededor de la fatalidad—. Dylan me dijo que ya no querían matarme. Esa secta, lo que fuera, ya no tiene nada que ver conmigo. Él me sacó de eso, me dejó ir. No me mató. Se fue. Ya no va a volver, no me protegerá. Ni a mí ni a mi familia. ¿Qué hiciste, Annie?

—No he hecho nada que nos ponga en peligro —respondió con las mejillas rojas, su cabello blanco recogido en una coleta desordenada—. Solo intento entender a qué nos enfrentamos.

—¿Entender qué? —Me crucé de brazos, frustrada—. Dylan mató a todos los que sabían algo de mí. Me advirtió que no metiera la pata, y ahora... la cagaste.

Nos miramos, ambas con el ceño fruncido, los labios apretados, como si estuviéramos en una batalla silenciosa.

—Para dejar de tener miedo, primero tienes que saber a qué te enfrentas —dijo Annie, exhalando con fuerza, su voz llena de determinación—. Aún tienes miedo, aunque lo ocultes. Y no te hagas la indiferente, se te nota que estás enamorada de ese cruel asesino.

—¿Qué locuras estás diciendo? ¡Eso es una locura! ¿Cómo voy a estar enamorada de ese hombre malo? —Mi pecho latió con fuerza—. No lo quiero, no lo quiero.

—Me vas a escuchar —ordeno, no fue pregunta—. Esto es mucho más grande que tus escapadas con ese asesino.

Guardé silencio, evitando mirarla, pero luego exploté y le dije:

—Esto de las marcas, no es nada de otro mundo, deja ese tema.

—¿Emily, esto te parece poco? ¿Sangre marcada por un símbolo? ¡Esto es como una distopía! Una orden secreta que desafía el orden social. Si tienes esa marca, el peligro te acecha mucho antes de que siquiera mires a Dylan a los ojos.

—Ese no es el problema.

—Ya sé que otros asesinos se han obsesionado contigo.

—Y ya están muertos —le recordé todo lo que Dylan me había dicho en el campamento—. Christian sigue con vida porque Dylan confía en él. Es su amigo.

Aunque ese asesino me daba miedo, no lo negaba.

—Emily, imagina que hay cosas que Dylan no te ha contado. Reglas que no menciona. Piensa en el futuro, por Dios. Estuve investigando toda la semana. Busqué sobre distopías y conspiraciones, y todo apunta en la misma dirección: este "régimen" no es tan diferente.

—Hablas demasiado rápido, Annie. No entiendo nada. ¿Qué encontraste? ¿A dónde fuiste? ¿Le hablaste a Dylan? ¿Él sabe que sabes algo?

—No, Emily. Nadie sabe que lo sé. Y no fui a buscar nada, a ningún lado. No se trata de eso. —Me miró, intentando calmarme.

Me dejé caer sobre la cama, sintiendo la presión en el pecho.

—Mientras investigaba sobre la historia del pueblo, encontré algo aterrador: la masacre famosísima de Salem. Decenas de cuerpos ahorcados con cuerdas. Lo busqué en el mapa, y esa Aldea ha desaparecido. La masacre ocurrió en 1690, en plena caza de brujas. Pero lo extraño es que no hay rastro de los responsables. Nada sobre ellos. Ni siquiera sobre las marcas o el nombre: Orden Once. Nadie sabe nada. Todo está envuelto en un misterio. Y yo voy a descubrir qué ocurrió, aunque te enfades conmigo.

...

Nos disfrazamos de Las Chicas Súper Poderosas para la fiesta de Andrés en la mansión de Videl. Nunca entendí cómo Leo podía ser amigo de alguien tan distinto a él. Opuestos, dicen, pero lo que realmente me intrigaba era cómo alguien tan sombrío y distante podía compartir algo con alguien tan... extrovertido como Andrés. Aún así, esa noche, no había espacio para sutilezas. Ahí estaba Leo, esperándonos afuera, con el rostro impenetrable y su coche estacionado, como si el mundo entero fuera su único espectador. Claro, sin disfraz. Algo tan trivial no podía caber en su visión filosófica de la vida, llena de laberintos oscuros.

DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora