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SÓLO QUEDABAN DOS SEMANAS para la partida de Yunho y Dal no sabía cómo sentirse

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SÓLO QUEDABAN DOS SEMANAS para la partida de Yunho y Dal no sabía cómo sentirse. Ese día cumplían un mes más de noviazgo, pero por las arduas prácticas del pelinegro y, debido al hecho de ser ya reconocido por el público por las pulcras y excelentes presentaciones en Hongdae, no se habían podido ver tanto como les hubiera gustado.

Tras responderle a Yunho su último mensaje con un breve «que te vaya bien en las prácticas, ya te echo de menos», Dal se acostó en su cama con el pecho apretado y ahogado, como si le estuviera costando respirar, impidiendo que ingresara aire de manera correcta por sus pulmones a través de su nariz. Sabía que quería llorar, pero no se iba a permitir hacerlo, porque tenía que ser fuerte por ella y Yunho. Y también porque no debía de ser egoísta con los sueños de su novio.

Pero le dolía. Le dolía ya no verse por semanas enteras y que los mensajes fueran algo que se diera sólo en los horarios en donde el personal de la empresa no estaba vigilando al joven. Le quemaba de sobremanera cada parte de su cuerpo cada vez que percibía su olor en las almohadas y le picaban las manos al extrañar darle caricias en su cuerpo.

Sin embargo, lo que más le dolía era pasar su último cumplemés en la misma ciudad, pero separados. Ya para febrero, Yunho estaría en Estados Unidos y con muchas más restricciones respecto al envío de mensajes o a las llamadas telefónicas.

Para esas alturas, habían podido ocultar bien su relación amorosa, pero a un costo demasiado alto. Ya no se besaban tan seguido, los abrazos eran más escasos y no habían vuelto a su cafetería favorita desde hace mucho. Lo que más hacía sufrir a Dal era no poder compartir su tiempo con él, porque ella adoraba regalarle sus segundos, minutos y horas.

Quería regalarle su vida, pero ahora mismo se veía como algo imposible.

Su celular vibró y lo agradeció, ya que su mente se estaba yendo por laberintos oscuros que sólo le generaban malestar y, por cada segundo que pasaba, la luz se hacía más imposible de distinguir. Todo a su alrededor se veía opaco y sin vida, asemejando cómo se sentía ella misma.

Miró la pantalla y verificó que se trataba de un mensaje de Jongho, el cual no tardó en responder.

Jongho: Yunho no ha bailado bien, se merece que le quiten el puesto de bailarín principal y me lo den a mí — 22:35.

Dal: Depende, ¿qué es para ti no bailar bien? — 22:36.

Jongho: Estar desincronizado y olvidar los pasos de la coreografía cada cinco segundos — 22:37.

Dal bufó tras leer la inmediata respuesta de su mejor amigo y bloqueó el dispositivo. Le quemó su interior al pensar en un Yunho ausente, sin ánimo y no logrando concentrarse en lo que más le apasionaba, sintiéndose frustrado y no pudiendo completar su tarea a pesar de sus esfuerzos.

Pero lo que más le hizo daño, fue pensar en que ella era la causante de todo ese desastre.

Pero lo que más le hizo daño, fue pensar en que ella era la causante de todo ese desastre

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after school ; j. yunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora