Capítulo Siete

68 12 1
                                    

Una semana después, en el planeta de Bills, este se encontraba leyendo una de sus mangas como solía hacer.  Cuándo el sol estaba en la apuesta perfecta (la luz se hacia menos iluminosa), recostado en una hamaca que estaba atado de extremo a extremo entre dos árboles y a unos metros de él. Su asistente se encontraba regando las plantas y al otro lado Shin, el viejo ro y kivito tomaban el té. El vaivén del viento movía las hojas caídas y las hacia bailar con elegancia en el aire, pero que, nuevamente volvían al lugar inicial. Una visita llamo su atención dejando de lado la regadera y tomando su báculo fue a su encuentro. Se trataba de Korn, ambos cruzaron miradas y volteando a los presentes se alejaron a unos metros de ellos. No pasó de desapercibido esa acción por los supremos Kaiosamas y más para Bills, y fingieron no darse cuenta y volvieron a lo suyo.

Estando lejos tanto Whis y Korn hablaron tranquilamente sin correr el riesgo de que alguien los pueda escuchar.

—Hay alguien de nuestros hermanos, en el que no se puede confiar–Dijo Korn iniciando la plática y Whis alzó el entrecejo no muy feliz con esa aclaración.

En el palacio de la nueva gran sacerdotista, la mencionada se encontraba platicando con otra persona. Ambos se encontraban en una habitación donde había muchas fotografías colgadas en las paredes, se detuvieron cuando su acompañante pasó a retirarse.

—Muy bien, sigue informándome cada movimiento de tus hermanos–Ordenó la susodicha–Tengo un mal presentimiento de ellos.

—Lo haré madre, no se preocupe–Diciendo eso salió de la habitación haciendo una leve reverencia y se marchó con la ayuda de su báculo.

—Mesut–llamo la gran sacerdotista, el mencionado apareció de entre una pared.

—Me mandó a llamar.

—Puedes dejar a un lado la capa, te vendría bien respirar aire fresco–Le sugirió, el mencionado se quitó el ajuar dejando ver su piel celeste y unos ojos lilas. El cabello blanco; un mechón de cabello tapaba el ojo derecho, y el resto del cabello era recogido por dos delgados palitos dorados en forma de X.

—Combocame una junta dentro de una semana–Ordenó la gran sacerdotista.

—Como usted ordene–Aceptó él, recibiendo un pergamino que ella le ofreció luego para salir de la habitación. Ella creó un holograma donde se vio reflejada a Whis y Korn hablándose, deciso la proyección restando le importancia a ese suceso y camino hasta un espejo donde se vio. Sus larga cabellera plateada hasta el suelo era como una cascada brillante, la túnica blanca hacia un hermoso contraste con sus ojos lilas cual parecía los millares de violetas iluminadas por la primera alba de una bella mañana, su piel celeste parecía un opaco cielo. Con una de sus manos estrajó un relicario plateado de uno de los cajones, al tenerlo en mano se colocó en su cuello y usando su báculo marchó a un lugar.

Whis se quedó callado al escuchar lo que Korn decía, era poco decir que estaba sorprendido, lo estaba. Aunque también había una mezcla de enojo y Korn también lo percibió, ese tipo de aclaración Whis no lo esperaba, todo en ese instante parecía tomar sentido a las situaciones que habían pasado. Y no del todo estaba feliz cuando una posible teoría llegó a su mente, pero una simple pregunta salió de sus labios.

—¿Quién de nuestros hermanos es el traidor?–Preguntó Whis.

—Aún no estoy seguro, aunque todavía no quita el hecho de que posiblemente muestra madre tiene algo que ver.

Cuando dijo eso Korn, Whis meditó esa parte y antes de que pueda decir su respuesta. El grito de Bills llamándolo hizo posponer en otra ocasión esa charla.

Korn se despidió de Whis y el por supuesto volvió con los demás, en cuanto llegó notó a una visita muy conocida junto a Bills y al supremo kaiosama que los estaba esperando bajo la sombra de un árbol. Cuando llegó hasta ellos pudo notar que algo no estaba bien en ellos, el semblante de Bills mostraba preocupación cuando preguntó el motivo de esa visita por esa persona.

Yo No Soy El Malo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora