capítulo Ocho

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Un silencio se había prolongado después de lo que Whis había mencionado, pero no incómodo para los presentes. Bills estaba cansado eso dio a entender para retirarse a su habitación. Kivito acompañó al antepasado a descansar y en cuanto a Shin y a Whis cada uno se fue a su habitación pero Whis no, el todavía permaneció mirando la noche por el balcón.

En la estación de la patruya galáctica habían terminado de arrestar al último delincuente de una banda. Merus era el que había manejado las estrategias para que el plan resultará un éxito, lo cual funcionó. Dejo su nave estacionado en el cuartel y fue por una taza de té a la cafetería.

Antes de que pudiera tan siquiera beber la taza de té, la llamada de uno de sus compañeros lo hizo volver a la estación, a la oficina del rey de la patruya donde tocó y recibió un adelante. Al ingresar vio al rey de la patruya conversando con una hermosa mujer.

—Merus, que bueno que hayas venido. Esta Dama de aquí quiere hablar contigo–Le dijo.

Merus se extraño con eso, vio a la mujer ahí. La piel celeste y una túnica blanca hasta el suelo, además de ser alta como Whis y que quería hablar con él. Sin duda había algo que no le agradaba pero sin protestar aceptó. Ambos salieron de la estación, fueron a un lugar más apartado.

Llegaron a un planeta cuya vegetación era bella y la brisa del viento era como un aire frío y sereno. Ninguno de los se animaba hablar, Merus no entendía por qué esa mujer había pedido hablar con él, ella por supuesto al ver a Merus y lo nervioso que estaba le saco una pequeña risa.

—Me pareces alguien curioso e ingenuo, joven Merus–Dijo ella y él por supuesto no se tomo bien la palabra “Ingenuo. Él no era ningún ingenuo, no como ella pensaba.

—¿Quién es usted?. Y que quiere de mi–Soltó esa pregunta Merus, ella lo miró con sus ojos lilas y luego se sonrió.

—Mi nombre no tiene relevancia, joven Merus pedí hablar con usted por que ocurrió algo en el que de seguro será de su interés. Se trata de su padre Daishinkan o como ahora se le conoce asesino del rey del todo y ex ángel.–explicó con todo y detalla algo que sorprendí a Merus pero no lo mostró.

—Mi padre no es ningún asesino–afirmó Merus un poco serió.

—Las pruebas dicen lo contrario.

—Yo creó en él, y se que mi padre no es ningún asesino–nuevamente afirmó con severidad.

—Sus demás hermanos y hermanas no piensan lo mismo. Muchas veces creemos ciegamente en una persona y lo consideramos alguien intachable y decimos “Él no es así”, puede ser cierto como también no–Señaló y Merus ya comenzaba a no tolerar a esa mujer, él suele ser tranquilo y paciente pero en este caso ella ya comenzaba a pasar ese límite.

—Es verdad–dijo y luego añadió–pero usted no conoce a mi padre, usted no sabe por todo lo que él ha tenido que pasar para cuidar de mis demás hermanos, llevando todo el peso en sus hombros. Pese a su cargo nunca mostró indiferencia a ninguno de nosotros, era severo así, era alguien serio sí. Pero el amor de padre que el sentía por nosotros era más grande que apartaba eso–se detuvo cuando vio a la mujer con una mirada de sorpresa y luego retomó su hablar–Pueden decir mucho de él, decir que es un asesino y mucho más. Pero yo confió en él, Whis también lo hace. Él es más que una figura paterna fue un ejemplo, el nos educó con los mejores valores para los cargos de cada ángel y si usted sigue con esa idea no tiene nada más que hablar. Daishinkan es y será una persona a quien yo defenderé por que él a diferencia de mi madre el estuvo con nosotros, no como ella. No se los motivos por que ella nos dejo pero si se una cosa y puedo ser cruel cuando digo que ella no es alguien a quien voy a estimar por que se una cosa nunca la conocí y creó que eso no hara la diferencia cuando lo haga–Término Merus de explicar un gran motivo que hizo entristecer a la mujer delante de él–Verdad madre.

—Merus... Tienes un noble corazón por lo justo pero en este casó estas equivocado, la mala no soy yo es él. Yo soy tú madre y no esperó que tomes aprecio por mi pero si de algo debes de enterarte es que yo nunca quise apartarme de ustedes. Nunca tuve maldad en mi corazón como Daishinkan les hizo creer y que por eso me encerraron en una dimensión. Yo los amaba, al tenerlos en mis brazos me sentí muy feliz iba a ser así pero me equivoque. Confíe ciegamente en Daishinkan y resultó ser quien no creía que era...él me alejó de ustedes y no pude hacer nada para evitarlo.

Ella cayo de rodillas al suelo, se sujeto la cabeza por un dolor insoportable en ese instante un bago recuedo la hizo recordar algo que paso hace tiempo donde ambos eran jovenes, y palabras que Daishinkan le había dicho, palabras que ella misma había decidido creerlas ciegamente.

—Daishinkan podre ver a mis hijos, a nuestros hijos–la emoción mezclada con tristeza fue percibida por Daishinkan y tomándola gentilmente de la mano depósito un suave beso en ella.

—Por supuesto Kendra, ¿Confías en mi?

—Si Daishinkan, confió en ti.

—Me alegra escucharte decir eso, solo confía en mi... Solo confía en mi.

Las lágrimas de la ángel Caían con dolor, mezclada de tristeza y más. Que incluso las palabras faltarían para describir. Merus no sabia que hacer, frente a ella estaba su madre, madre que ahora sufría y lloraba por las mentiras que Daishinkan su padre las hizo creer. Se acerco a ella y la abrazo, Kendra se aferro a él.

Por otro lado en una habitación oscura y fría, una persona permanecía encerrado sujetados ambos brazos por cadenas. Frente a él había un sujeto que le propino un golpe en el rostro que  le hizo sangrar el labio inferior.

—Dime gran sacerdote, que se siente. Que sientes ahora que perdiste; tu cargo, tu reputación, tu vida, tu esposa–Señaló sujetándolo por el traje.

—He cometido errores, y lo sigo cometiendo eso es lo único que diré–dijo cuando recibió otro golpe.

Yo No Soy El Malo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora