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Roier tocó la puerta frente a él repetidas veces, sonrió enormemente al ver a su suegro Vegetta en el interior de la casa tras haberle abierto. 

—Roier, ¡qué gusto verte de nuevo! —exclamó con felicidad el pelinegro abrazando al menor quien correspondió el abrazo sin negarse. 

Pasó dentro de la casa, saludó a su otro suegro quien estaba sentado en el sofá esperando a su esposo para ver una película. No sabía qué hacer, así que simplemente se quedó parado en su lugar un poco nervioso. 

—Spreen está arriba en su habitación, Ro. —le dijo Rubius con una pequeña risita. 

El castaño asintió y se dispuso a subir las escaleras hasta llegar al piso de arriba y encontrar la pieza de su novio con la puerta cerrada. 

—Pasá. —escuchó del otro lado después de haber dado unos cuantos golpes, abrió la puerta y se adentró en la habitación quedando embobado observando al híbrido. 

El argentino llevaba una camisa negra, sus mangas arremangadas hasta sus codos, unos jeans negros que quedaban justos a sus muslos y unas zapatillas blancas con detalles negros también. 

Terminó de delinear un poco su ojo y se volteó del espejo para sonreírle a su pareja, guardó todas sus cosas en una mochila y se acercó hasta el más alto dejando un beso en su mejilla. 

El mexicano regresó a la realidad al sentir el pequeño tacto y sonrió entrelazando su mano con la del híbrido. 

—Te ves hermoso. —halagó sonriendo coqueto al ver el leve sonrojo en las mejillas del más bajo. 

—Gracias, vos también estás muy lindo. —soltó una pequeña risita— Ahora vamos, se nos hace tarde.

Aún tomado de la mano de su novio salió de su habitación bajando las escaleras, se despidió de sus padres y salió de su hogar junto con el castaño. 

Ambos se dirigieron rumbo a la casa de Robleis, el cuál había organizado una joda que iba durar hasta la mañana siguiente.

Ambos chicos iban agarrados de las manos mientras conversaban de cosas triviales. Roier con su boba mirada hacia su osito cada vez que este reía o sonreía, dejándolo más enamorado de lo que ya estaba. 

Llegaron a la casa y el argentino golpeó la puerta, la fuerte música se escuchaba a través de la puerta. El híbrido de gato les abrió sonriendo alegre, saludó a cada uno y les cedió el paso hacia el interior de la vivienda. 

Dentro encontraron a varios de sus amigos que conversaban, tomaban y hasta incluso bailaban con la música de fondo. 

—¡Hay fernet con coca! —exclamó Spreen soltando la mano del mexicano para dirigirse hacia la mesa llena de bebidas alcohólicas junto con vasos. El más alto soltó una risita, y se quedó quieto en su lugar esperando a que su pareja volviera con él. 


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El resto de la noche la pasaron bastante bien y tranquilos, conviviendo con sus amigos y otras personas agradables también. 

Hasta que en un punto de la noche, el híbrido se emborrachó quedando de una forma la cuál el castaño desconocía. 

—Amooor. —dijo el pelinegro abrazando el cuello del de bandana con sus brazos, sus rosados labios brillaban aún en la oscuridad. Roier tosió un poco con un sonrojo ya notable en su cara, abrazó la cintura de su pareja y le preguntó que le pasaba, el de piel blanquecina simplemente se silenció acostándose en el pecho de su pareja aspirando el olor de su perfume. 

El mexicano sentía su rostro arder, nunca había visto al pelinegro actuar así de meloso en todo el tiempo que llevaban de novios, pero no lo iba a negar, empezaba a gustarle. 

—Veo que ya estás conociendo al Spreen en pedo. —soltó divertido Carrera llegando al lado de la pareja. 

—Nunca lo había visto así, ¿se pone así de meloso? —preguntó, mas no se quejó ya que le gustaba lo apegado que se encontraba el híbrido a él. 

—Si, pero la mayoría de las veces se pone a pelear con cualquiera, hace un quilombo. —confesó entre risas el castaño. 

—Carru, vení a bailar conmigo amor. —una tercera voz se hizo presente, era Robleis, tirando de la mano de su pareja para llevarlo al centro de la sala donde era la supuesta "pista de baile".

El híbrido de gato no se opuso y se dejó llevar por el más alto. 

—Yo también quiero bailar, vamos Ro. —dijo repentinamente el mayor levantando su mirada hacia su novio para luego levantarse de su lugar y levantarlo a él tirándolo del brazo. 

Ambos se centraron en la pista empezando a bailar en ritmo a la música que se escuchaba, los dos dejándose llevar por el momento disfrutándolo. Se sonreían, se reían y bailaban el uno con el otro como si solo fueran ellos. 

Solo ellos, la música y el lindo ambiente que habían creado entre los dos. 

Luego de un rato se cansaron y optaron por sentarse en el sofá de nuevo, Roier sintió un peso sobre y una cara esconderse entre su rostro respirando tranquilamente. Supo que su novio ya estaba agotado y abrazó la cintura del argentino con sus brazos acurrucandolo más contra él. 

—Duerme un rato amor. —le dijo para luego besar su cabeza y escuchar la pausada respiración del híbrido. 

Al final se terminaron durmiendo los dos, por lo que Carrera tuvo que avisar a los padres de Spreen que pasaría la noche en casa de Robleis junto con ellos. 

El argentino cubrió con una manta a la pareja que yacía durmiendo en aquel gran sofá, sonrió por última vez y se fue a dormir junto con su pareja. 

Mañana se burlaría de Spreen por lo cargoso que se había puesto con Roier estando borracho. 



















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Yo sé que les debo el cap en donde Roier conoce a los suegros, pero la imaginación me dio para hacer esto. 

Les agradecería mucho si tienen ideas para capítulos, ustedes díganme una y yo con gusto se las hago. 

También muchísimas gracias por los 1K de votos, lo aprecio mucho y me alegra de que la historia les guste. Gracias en serio 💞

Espero les haya gustado, nos vemoooos <3 

¡Mírame, chico de pestañas bonitas! | spiderbear.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora