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Escondía su cara entre sus brazos cruzados sobre las rodillas de sus piernas pegadas a su pecho. Las lágrimas caían sin cesar por sus rojizas mejillas y maldecía una y otra vez el nombre de aquel castaño que ama. 

Spreen no podía creer lo que había sucedido, nunca esperó que su novio besara a alguien más en frente suyo. 

Sabía que Roier no había besado a ese hijo de puta, pero era tanta la bronca que sentía que no podía pensar las cosas con claridad. 

De nuevo, el estúpido hecho de que su pareja fuera tan sociable y querido por la mayoría del colegio que lo hacía pasar por una mala situación. No culpaba al mexicano por eso, él podía tener cuántos amigos quisiera porque sabía que el único al que ama es a él. 

Pero sabe que no todos esos amigos tienen intenciones buenas con Roier. 

Fue el caso del nuevo amigo del menor, Esteban. 

 Él presentía que algo no estaba bien con ese pibe, sabía de la mala fama que tenía al ser una persona asquerosa que siempre se metía con la pareja de todos. 

Y siendo sincero, tenía miedo por eso. 

Intentó evitar toda duda porque confiaba ciegamente en el castaño, él nunca se fijaría en nadie que no fuera él. O eso quería creer. 

Todo se arruinó cuando esa mañana al ir al aula de Roier a buscarlo para ir a su casa juntos, vio cómo ese chico lo besaba sin culpa alguna. 

El mexicano se había quedado inmóvil, con los ojos abiertos de par en par y su cerebro sin poder reaccionar. 

Cuando se hizo para atrás empujando al contrario con cara de disgusto, volteó al sentir una tercera presencia ahí y se horrorizó al ver la cara de decepción y enojo de Spreen. 

—¡Amor yo... 

No llegó a terminar porque el pelinegro salió a toda prisa de aquella aula. El de bandana sin pensarlo salió detrás de él intentando darle una explicación. 

Cuando lo alcanzó, tomó su hombro haciéndolo girar para que lo mirara. Su estómago se estremeció al ver las mejillas de su novio húmedas por las lágrimas que caían una detrás de otra. 

—Spreen, no sé que estés pensando ahora, pero te juro que nada es lo que parece. 

—¿Te pensás que soy pelotudo? ¡Te ví Roier, no sé qué excusa de mierda me vas a querer poner pero no te creo un carajo! —gritó aún llorando. No pensó en el momento en que lo empujó bruscamente y salió corriendo de la escuela sin siquiera mirar atrás. 

Para su buena suerte, al llegar a su casa sus padres no estaban. Le dijeron esa mañana que tenían cosas que hacer y no estarían hasta más tarde. 

Subió las escaleras hasta su habitación y apenas llegó hasta su cama se tiró en ella aún llorando. 


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Así pasamos al momento de ahora, en donde se encuentra llorando creyendo que con eso solucionará todo, o al menos, se liberará de sus emociones. 

Escucha el sonido del timbre, piensa que son sus padres que llegaron más temprano de lo previsto. Hubiera querido que fuera así. 

Baja a paso lento y cuando abre su ceño se frunce con molestia al ver al mexicano frente a él con los brazos detrás de su espalda. 

Se miran fijamente y Roier sonríe apenas notablemente con pena, el argentino pone la mejor peor cara que tiene. 

—¿Qué querés? —pregunta tajante. 

—Vengo a hablar, ¿puedo pasar? 

El híbrido lo duda por un momento, pero luego suspira resignado y se hace a un lado cediendo la entrada a su casa. 

—Spreen yo... 

—Ya está Roier, si me vas a decir que ya no me amás y que querés estar con alguien más largalo, ya no me importa realmente. —si le importaba, porque si no fuera así, no estaría sintiendo sus ojos aguarse de nuevo al borde de largar nuevas lágrimas. 

Unos grandes y cálidos brazos lo envuelven en un abrazo fuerte, no puede reprimirse más y solloza aferrándose al pecho de su novio. 

El castaño se siente horrible, por saber que el amor de su vida está mal por su culpa. 

—Osito, no te he dejado de amar y tampoco te dejaré. Esteban me besó a mí, yo no siento absolutamente nada por una persona tan... —no encontraba las palabras para dirigirse sin desubicarse. 

—¿Tan hijo de puta, asqueroso, mogolico y pelotudo? 

—Bien, eso. Pero a lo que voy, es que te amo a tí y solo a tí Spreen, no existe nadie más para mí que no seas tú amor. Te amo y lo haré siempre, ¿sabes? 

Se separó un poco del abrazo para mirar la carita sonrojada y empapada de lágrimas de su pareja, sonrió suavecito y empezó a dejar pequeños besitos sobre toda la cara del más bajo. 

Al final Spreen terminó perdonando a su adorable novio y no hicieron más que acurrucarse en el sillón viendo películas mientras se daban besos y mimitos mutuamente. 

Harían lo posible por olvidar esta situación de mierda por la que habían pasado. 
















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⏰ Última actualización: Nov 30, 2023 ⏰

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¡Mírame, chico de pestañas bonitas! | spiderbear.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora