Prólogo

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Primero de octubre de 1989

—Vamos Rei no seas un amargado y baila conmigo. —Miro al chico, rodeando su cuello con ambas manos.

—Aún no olvidado cómo miraste al imbécil ese —dijo serio, mirando con desaprobación a la chica.

—¿Sigues enojado por ello? —Lo miró con tristeza, apartándose lentamente—. Vamos amor baila conmigo —dijo con voz seductora—. Sabes lo lindo que será contarle esto a nuestros hijos.

—¿Que casi morimos de hipotermia por estar bajo la lluvia? —preguntó con una mirada sarcástica.

—Tonto. —La chica soltó una risa genuina—. Sabes a lo que me refiero. —Extendió su brazo—. Bailemos bajo la lluvia.

—Eres la niña mas linda que conozco. —Sonrió acercándose.

—Te amo. —Beso dulcemente la mejilla izquierda del chico—. ¡AH! —exclamó, cayendo al pasto húmedo.

—¡Amor estás bien! —grito al verla caer.

—Me duele demasiado la panza —dijo entre murmullos por el dolor.

—¿Amor qué pasa con tu estómago? —preguntó preocupado, al ver cómo crecía de manera exagerada.

—¡No se!   

—Voy por ayuda, quédate aquí —dijo, angustiado.

—¡No me dejes! —gritó desesperada mientras lo veía alejarse.

Cuando el chico regresó con la ayuda, quedó impresionado al ver aquella escena,  su amada acababa de dar a luz.

En la duodécima hora del primer día de octubre de 1989, 16 mujeres dieron a luz en distintas partes del mundo, lo inusual de este hecho es que ninguna de ellas estaba embarazada al comenzar el día.

Sir Reginald Hargreeves, millonario excéntrico y aventurero, decidió localizar y adoptar a la mayor cantidad posible de esos niños. Uno de sus destinos fue la Ciudad de México, más precisamente en un barrio pobre de la capital de dicho país, quedó impresionado al ver el descuido del edificio al cual estaba a punto de entrar.

—Impresionante —dijo, fascinado—. ¿Cuanto quieres o por el?

—Mi hijo no está en venta —dijo indignada apartándose de él.

— Créeme niña. —Se acercó a la pequeña cocina del departamento —. El infante tendrá una mejor vida conmigo.

—No se lo llevará.

—Cuando entre noté libros de medicina, es imposible que cuides y alimentes de el, a la vez que cumples tu objetivo. —Tomo un envase de fórmula vacío—. Te daré una buena cantidad por el. —Sacó un cheque blanco—. Con esto podrás mudarte a un mejor lugar y con suerte lograrás graduarte —dijo, expectante—. ¿Tenemos un trato?

—Ni con todo el dinero del mundo. —Miro con desagrado de pies a cabeza al Reginald—. Aceptaría.

—No seas tonta, mereces una buena vida. —Se acercó gentilmente— Acepta. —Toco suavemente la mejilla de la chica.

Logró adoptar a ocho...

El Lenguaje del Amor (CincoxChico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora