╭LOVE SAGA╮
[💜]❝Amelia y Edward habían cortado todo tipo de comunicación desde que los dos se despidieron en el aeropuerto de Forks cuando la rubia había decidido ir a estudiar a Nueva York.❞
❝Pasaron casi cuatro años y medio en...
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Amelia se remueve algo incómoda en su lugar, sentía como los rayos del sol le daban en la cara y eso la molestaba.
—Mi pequeño ángel... —la mujer no evita sonreír tras reconocer al dueño de esa voz—. Mi amor, tienes que despertar.
La modelo no evita sonreír un poco tras sentir unos cuantos besos en sus mejillas, hasta que estos besos terminaron en sus labios que no dudó en corresponder y pasa sus brazos por el cuello de Edward.
—Buenos días —saluda el castaño tras alejarse de los labios de su amada y poder verla fijamente.
—Buenos días, colmillos —responde Amelia con una radiante sonrisa en su rostro, sintiendo una calidez en su pecho que había extraño sentir.
Edward deja unos cuantos besos más en los labios de Amelia aunque estos terminaron por todo su rostro, consiguiendo así, que la rubia comenzara a reírse sin poder evitarlo. La rubia se remueve un poco tras sentir varios besos por su cuello.
—¿Dormiste bien? —pregunta Edward acariciando con delicadeza una de las mejillas de su rubia.
—Teniéndote a ti a mi lado, es más que obvio que dormí bien —responde Amelia, consiguiendo que el castaño sonriera encantado con sus palabras.
Edward dirige sus manos hacia la cintura de Amelia, pero terminan en su vientre y logran que la rubia sonriera.
—Buenos días, princesa —susurra Edward tras inclinarse y quedar a la altura del vientre de su amada, dejando un corto beso en la zona.
Amelia pone sus manos sobre las de Edward y los dos acarician con cuidado el apenas notorio vientre, el castaño deja constantes besos en está zona haciendo reír a su rubia que comenzó a jugar con su cabello con una de sus manos.
—¿Amelia? —susurra alguien cerca de ella consiguiendo que la mencionada frunciera el ceño confundida.
La modelo abre los ojos de golpe y se encuentra con Jasmine enfrente de ella, mira a su alrededor confundida hasta detenerse nuevamente en su mejor amiga que la veía preocupada.
—Siento mucho el despertarte, pero alguien vino a verte —explica la morena, sentándose en la orilla de la cama para acariciar el brazo de Amelia.
Amelia parpadea confundida, hasta sentir como sus ojos se llenaban de lágrimas, se sienta de golpe en la cama mirando a su alrededor una vez más y sus manos se dirigen a su plano vientre.
—No era real —se lamenta Amelia en un susurro, sintiendo la ya común presión en su pecho—. Parecía tan real, Jas, p-pudimos tener una f-famila... pudimos e-estar juntos.
