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El aire fresco golpeaba la pequeña ventana con marco de madera, estaba rota de una esquina por lo que el viento se colaba y hacia que su cara ardiera debido a estar expuesta toda la noche.
Sus mejillas estaban completamente rojas y partidas debido al frío de la madrugada.
Con un castañeo de dientes retiró la manta qué cubría su delgado cuerpo y se levantó de la cama lista para sobrevivir un día más.

- Oh Dios, Felin, ¿Quieres dejar de traer alimañas a mi alcoba? - Centró sus ojos en la rata muerta que se postraba a los pies de una gata callejera la cual se encargaba de alimentar. Con asco tomó la cola de la rata y la tiró fuera de su casa.

Olivia era una huérfana de muy pocos recursos que vivía en una pequeña villa cerca de un puerto, en el cual arribaban barcos de todo tipo, mercantiles, gente bien posicionada, marinos y hasta piratas. Si bien el lugar no era el centro de una gran ciudad, era conocido gracias a la pesca ya que en el mercado podías encontrar lo mejor en especies marinas e ingredientes para las más refinada cocina.

A pesar de su personalidad callada, Olivia era por sobre todo amable, le gustaba ayudar a los demás aunque no tuviese nada, tal como hacia con la gata Felin.

𝑶𝒍𝒊𝒗𝒊𝒂;

Después de un baño rápido era hora de ir a trabajar en el puerto. Ayer no había sido el mejor día, el señor Han no tenía mucho por hacer en la pescadería por lo que tuve pocas entregas qué hacer.
No cuentaba con un trabajo formal pero si ayudaba a varios mercaderes con sus negocios, más específicamente me encargaba de llevar los productos a los barcos que llegaban a la costa. Eso me permitía ganar algo de berries para poder vivir.

Tranqué la puerta del pequeño cuarto que habitaba y recogí la canasta deteriorada que usualmente dejaba fuera de casa.
Como es sabido, el clima en Alambra es fresco y lluvioso, era difícil mantenerse limpio debido al fango en el suelo y todo lo demás bañado en rocío.
La llovizna azotaba fuertemente sobre mi cabello mojado debido al baño de esta mañana y me pregunté si el resfriado de hace 3 días alguna vez se iría.

Luego de una caminata húmeda y lodosa, llegué al puerto cruzando por la primera tienda del callejón. La cantina de los señores Garlock.

La cantina Garlock era un lugar poco agradable, vieja, desordenada y olía horrible, por lo general amanecían piratas borrachos después de una larga noche de licor y apuestas. Mi labor aquí era ayudar un poco con la limpieza del lugar, recogiendo vidrios rotos de botellas, zapatos olvidados y también ordenaba los licores de la barra.

- Liv, cuando hayas terminado el dinero está bajo la caja. Me largo a dormir un poco, no olvides cerrar antes de irte... - Apenas entré al lugar el señor Garlock me indicó lo que debía hacer. Usualmente la cantina se vacía por las mañanas y abre nuevamente pasadas las 3:00pm.

Con paso pesado me dispuse a acomodar las sillas qué yacían tiradas en el suelo, haciéndome espacio para pasar la escoba y levantar los vidrios rotos de la noche anterior.

- ¿Podrías dejar de hacer ruido? Mierda, qué le pasa a todos... - Una voz ronca y adormilada me sorprendió por la espalda haciendo que sueltara la escoba provocando un con eco en el lugar. - Joder.

- Disculpe, buenos días señor. Ya estamos cerrados, puede volver más tarde. - Mencioné en voz baja tratando de ser cortés y levanté la escoba con mano insegura.

Anteriormente había tenido problemas con clientes ebrios que amanecían recostados sobre la mesa y se niegan a irse si no les sirvo más Brandy pero aún no me acostumbraba a los malos tratos.

Me aclaré un poco la vista intentado ver quien es la persona tan enojada en el fondo de la cantina pero solo logré ver un bulto medio moribundo recostado en la silla con los pies sobre la mesa.
Me acerqué a paso lento aprentando la escoba entre mis manos, haciendo que los nudillos se pongan blancos y volví a hablar con un tono de voz más elevado.

SAILING { Roronoa Zoro } Donde viven las historias. Descúbrelo ahora