☆.。.:* Prefacio: La noche más oscura☆.。.:*・

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La siempre bondadosa sonrisa de su hermano mayor no consiguió tranquilizarlo. Había algo en ella que lo afligía hasta niveles inimaginables, como el preludio de una desgracia.

—Espera aquí, Sasuke, no hagas ruido. Volveré pronto —dijo arrastrándolo hacia el armario.

En el exterior, en algún lugar de la casa, se oyeron los gritos angustiados de su madre, así como las amenazas de su padre; luego, las súplicas de ambos. A un espeluznante estruendo se sumaron otros diez y el gélido silencio, que lo envolvió todo cual manto. Sasuke negó, sujetando a Itachi por el brazo, diciéndole sin palabras cuánto miedo tenía. Lo único que hizo su hermano fue golpearlo con suavidad en la frente, como cada vez que intentaba consolarlo.

—Te amo. Volveré pronto.

En el fondo de su alma, Sasuke supo que no volvería. A pesar de tener ocho años, era inteligente e intuitivo. Itachi no iría en busca de ayuda, sino que se enfrentaría a los demonios para protegerlo, e iba a morir.

Nadie luchaba contra el diablo y conseguía salir ileso.

Itachi cerró la puerta y puso el seguro. Lanzándose contra ella, Sasuke intentó abrirla. No pudo. No era lo bastante fuerte. Y mientras estaba encerrado, en la oscuridad, pudo ver a través de las rendijas cómo torturaban a la única persona que amaba de verdad y que le amaba lo suficiente para sacrificarse.

Incapaz de taparse los ojos, el pequeño Sasuke vio cómo le arrancaban la ropa a su hermano, burlándose de su aspecto, diciéndole lo hermoso que era. Cuán frágil y delicado. Lo femenino y deseable.

—Mira ese cabello, ¿eh? —habló uno de los asaltantes.

Alto y fornido, Sasuke apenas podía distinguir el tatuaje del dragón que le cubría el brazo derecho. Tiró de Itachi por el cabello, quien no se quejó ni un instante.

—Y esa cara de muñeca —añadió otro—. Si así es su boca, ¿te imaginas su culo?

Ese tenía la piel pálida, los ojos redondos y prominentes. Todos se echaron a reír, como si fuera un chiste gracioso. No lo era.

Nunca lo sería.

Aunque lo golpearon, Itachi continuó en silencio. Sasuke juró que rezaba, no por sí mismo, sino por él. Porque, ¿cómo se las arreglaría un niño de su edad para vivir con imágenes tan espantosas en la mente?

—¿Qué, puta, no hablas?

El hombre le dio un revés que le partió el labio.

Sasuke lloró, tapándose la boca, mientras veía cómo uno de ellos deslizaba la horrible lengua por el cuello de Itachi. Eran tres y estaban armados; ellos no eran más que dos y sin defensa alguna. Sus padres yacían muertos en algún lugar de la casa.

«Hermano, por favor, corre», pensó. Itachi ni siquiera hizo el intento. ¿Por qué? Tenía que escapar. Sin embargo, al ver el dolor en sus ojos negros, el amor y la esperanza, Sasuke comprendió que lo hacía por él; para salvarlo.

No podría, y con todo...

—Veamos..., ¿qué tal ahora?

El moreno pateó a Itachi en la espalda, haciéndolo caer al piso totalmente desnudo. Vulnerable. Enseguida, empezaron a lloverle puñetazos así como patadas, tan rápidos y furiosos, que Itachi no pudo interponer los brazos para defenderse. Las lágrimas brotaron de los ojos de Sasuke en el momento en que su hermano le sonrió, murmurando las palabras que estaban tatuadas a fuego en su memoria: «Te amo. Perdóname».

Maldito imbécil. Perdonarlo, más o menos, ¿por qué? La furia lo inundó. Antes de hacer un movimiento, Sasuke se congeló cuando el más alto y corpulento se bajó los pantalones, arrodillándose detrás de su hermano.

«¡No!», deseó poder gritar, pero la voz no le salía. Estaba mudo, petrificado de terror y.... era un completo inútil.

En ese instante, mientras lo violaban, Sasuke juró que algún día iba a vengarse. Sin importar el precio o el tiempo que tardara, los haría pagar. Uno por uno, los enviaría al infierno, despacio y con dolor.

No supo en qué momento cerró los ojos, aunque eso no le impidió oír cada gemido de dolor que emitía Itachi; las risas de sus secuestradores y sus burlas. Por fin, justo cuando pensó que todo había terminado, un último estruendo rasgó el silencio de la habitación. El cuerpo de su hermano se desplomó como en cámara lenta, con sus hermosos ojos color ónice desprovistos de luz.

Se había ido para siempre.

Ahora estaba solo en el mundo. Sin familia ni amor. Atrapado en su propio laberinto, en aquella horrible pesadilla que, por desgracia para él, no era un sueño.

Lo último que Sasuke vio antes de caer inconsciente fue el cadáver de su hermano: bañado en sangre, desnudo y cubierto de magulladuras; con una sonrisa serena en los labios. La misma con la que creció, la última que tuvo para él. La única que no vería de nuevo.

«Te amo. Volveré pronto»". Pero no lo hizo.

Itachi no regresó. Nunca más...


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El Colmillo del Diablo | SasuHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora