☆.。.:*4: Un destino teñido de gris ☆.。.:*・

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Sasuke curvó la comisura del labio en un intento de sonrisa cuando Tsunade Senju, la directora de Byte Orphans, se lo quedó mirando como si le hubiera crecido un cuerno en la frente; luego dirigió sus pequeños ojos castaños hacia Hinata y de nuevo hacia él, buscando respuestas a la pregunta que no se atrevía a formular.

El adolescente permanecía sentado en un rincón, jugueteando con el teléfono de Sasuke, indiferente a la situación. Ensimismado en su propio mundo, o al menos fingiendo estarlo; aunque lo escuchaba todo y se sentía como un objeto despreciable al que nadie quería.

Hinata llevaba puesto uno de los suéteres de algodón de Sakura y unos pantalones cortos que le quedaban grandes. Sasuke lo miró, por encima del hombro, y recordó la felicidad en su rostro la noche anterior, cuando se los entregó junto con un par de botines de cuero que, como lo demás, le quedaban demasiado anchos. A pesar de todo, el chico se lanzó sobre su cuerpo y lo abrazó tan fuerte, mientras lloraba, que se quedó desconcertado. No permitía que ningún ser vivo se le acercara y, sin embargo, no hizo nada para alejarlo. Lo dejó llorar hasta que se calmó, después le indicó dónde podía ducharse y vestirse con la intimidad que no había tenido en mucho tiempo.

Con un suspiro, volvió a centrar su atención en Tsunade, esperando a que decidiese hacer algo más que abrir y cerrar la boca, como un pez fuera del agua.

—Di... —Se aclaró la garganta —. Dime que no lo secuestraste, por favor.

Sasuke alzó la vista, molesto. Mierda, ¿por qué todos le hacían la misma pregunta? Estaba bastante claro que no era el mejor de los hombres, que se dedicaba a un oficio detestable; ¿pero secuestrador de niños? ¿En serio? ¡Genial! Al menos sabía lo que pensaban de él. Incluso Sakura, con quien se acostaba desde hacía dos años.

—No. —Enfatizó la palabra—. Eso no es lo mío.

La rubia de pechos voluptuosos arqueó una ceja. Sasuke se encogió de hombros, ¿a quién quería engañar?

»Bueno, en este caso no. —Resopló, cruzando los brazos sobre el pecho—. Ya, carajo, quita esa cara. Vine a cobrar mi favor.

Tsunade frunció el ceño al escrutar por última vez a Hinata. El chico levantó la cabeza un segundo, le sonrió y continuó jugando. Sasuke intuyó que nunca había tenido un teléfono en las manos, porque se negaba a soltarlo. Tal vez se lo dejara. De cualquier forma, tenía varios, debido a su doble vida.

—Cuando te dije que me pidieras lo que fuera, me refería a..., no sé..., una cena; coger, ¡qué sé yo!

Sasuke emitió una risa burlona. Seguro que era una oferta tentadora, no obstante, le gustaba más la idea de conseguirle un nuevo hogar; por Karin. También por Suigetsu, que nunca lo dejaría en paz. Lo necesitaba de vuelta en el trabajo.

—Prefiero esto, gracias.

—¿Qué edad tiene, trece, quince? —Golpeó la mesa con las uñas varias veces—. Da igual, Sasuke, estamos llenos. Además, si es difícil recolocar a un niño de siete años, imagínate a un adolescente. Sobre todo uno como él, no sé si me entiendes.

El Colmillo del Diablo | SasuHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora