ᴄᴜʀɪᴏꜱɪᴅᴀᴅ ɪɴꜰᴀɴᴛɪʟ

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Gianira Tesla era la primogénita del temido dios griego de los mares, Poseidón, y la luz de la humanidad, Nikola Tesla, producto de una relación entre un dios frío y despiadado, con un humano alegre y de buen corazón. A ella le gustaba mucho oír su historia, porque sus padres se habían conocido en la tierra humana, se reencontraron en el Valhalla, el paraíso, y se habían enamorado aún con las dificultades que el Ragnarok, la extinción de la humanidad, había dejado luego incluso de su conclusión.

Poseidón, a quien le había atribuido el título de su madre aún sin ser él quién la diera a luz, llevaba un mes completamente molesto con quién se le pusiera enfrente, ofendiendo y atacando sin motivo aparente, así que su padre Nikola, quién la creó, le propuso unos días completamente para ellos dos porque probablemente eso le hacía falta... y por la seguridad de la servidumbre del palacio también.

Gianira entendía a sus diez años, según lo que le decía el abuelo Proteus, que simplemente querían pasar un rato a solas, sin obligaciones reales y sin experimentos raros de por medio. Eso la incluía a ella. No se molestó o entristeció, porque cuando se le dijo la idea a mamá, él sonrió por fin, y a Gianira le gustaba verlo sonreír.

Dane Tesla, el hermano mayor de su padre, solía ser quien menos la visitaba por cuestiones que aún no entendía. Göndul, la Valquiria que lo ayudó durante el Ragnarok, la visitaba cada dos días para jugar con ella. Gianira no conocía a muchas personas a parte de ellos, mamá era muy selectivo sobre quién se le acercaba a su joya marina, por lo que cuando se le dijo que ni Dane ni Göndul cuidarían de ella en su ausencia, se preguntó quién lo haría.

Hades, el hermano mayor de su madre, siempre le llevaba regalos y postres chinos cada tres meses cuando iba exclusivamente a verla. Le tenía un enorme cariño porque la trataba como una princesa, siempre le sonreía y le leía cuentos. Era su tío y su hermano mayor, así que se emocionó cuando se percató que sería él quién la cuidaría el fin de semana hasta la llegada de su tío Dane, mas no había llegado solo, si no, acompañado de otro hombre... su esposo.

—Gia, hay alguien a quien quiero presentarte y de verdad que necesitaba hacerlo. —su padre se posó al lado del hombre desconocido—. Él es el primer emperador de China, ganador del séptimo combate en el Ragnarok y rey consorte del Helheim. Qin Shi Huangdi.

Admitiendo la vista, el hombre era atractivo, un mechón de cabello rojo resaltaba en medio de su cabellera negra, ocultaba sus ojos debajo de una curiosa venda blanca y un extraño tatuaje adornaban su rostro sobre su mejilla.

Sin embargo, Gianira se cuestionó por qué ese hombre le había quitado el cariño de su tío Hades, por lo que fue reacia a ser amable y tocarlo si no había necesidad. Su padre le había hablado de él y quería conocerlo, pero luego de esa impactante noticia, el ánimo había decaído.

"Así que esto es estar celosa".

Se dijo a sí misma con revelación, luego de que el emperador Qin Shi Huang se lo comentara en medio de risas cuando ella trató de evitar que su tío favorito besara al humano. ¿Podía ser culpable? Su tío la visitaba cada ciertos meses, la trataba con amabilidad y amor y nunca le comentó que se había casado con el hombre del que su padre le habló.

No le gustaba ese sujeto. ¿Por qué él, de todas maneras? Fue su asesino durante el Ragnarok... y se lo comentó. El hombre debía saber que no le gustaba y que eso no estaba bien. Es como si mamá se hubiera enamorado del espadachín Kojiro Sasaki y papá del señor de las moscas Belcebú.

Pero entonces... el buen ánimo de aquel hombre se desmoronó y su tristeza llegó de golpe.

—Sé que no le agrado, pero realmente esperaba un agradecimiento como mínimo. —Qin suspiró dándose la vuelta.

˚✧·𝐀𝐧𝐬𝐢𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚 ·✧˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora