Memories

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"Sus memorias fueron manipuladas por una razón; cuando lo comprende, ya es demasiado tarde."

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Cuando llegó a ese nuevo mundo, jamás se cuestionó el hecho de no recordar absolutamente nada de su vida; conoce su nombre, está grabado en su mente, siendo esa la única información personal que necesitaba conocer, aparte de su edad. Todos sus demás recuerdos se trataban de sus estrategias de ataque, de supervivencia y control.

No tuvo recuerdo alguno de alguien.

Simplemente conocía lo que debía hacer en ese lugar, sobrevivir, ¿Con que fin? No lo sabe, sería algo que descubriría más adelante, cuando conoció que su nombre en sí no era del todo "Spreen", sino más bien fue algo "humano" que se le fue otorgado, además de ser mucho más sencillo y corto de decir que "Experimento 110". Su objetivo era superar las diversas dificultades que eran implementadas en el mundo sin morir ni una sola vez, ha sido elegido específicamente para ello, fue quien llamó la atención de aquellos seres denominados alienígenas; en ocasiones puede escuchar el sonido de una nave, pero no hay nada a su alrededor que muestre que haya una cerca, lo mismo sucede con las voces.

Procuraron no hablarle demasiado, una simple bienvenida y los demás mensajes aparecieron en su campo de visión como un texto escrito. Estaba claro que comunicarse no era lo que buscaban, sino explotar sus habilidades y llevarlo a un límite con un fin que desconoce. ¿Por qué razones decidirían experimentar con él? ¿Qué buscan conseguir? Su teoría puede que no sea del todo acertada, pero tomando en cuenta que nunca se mencionó una razón real, piensa que quizás no está allí para entrenar ni prepararse para un objetivo mayor.

Está allí como una figura de entretenimiento de aquellos bichos, como un payaso en un circo que debe entretener al público, o tal vez sea más acertado el compararse con un león enjaulado, rodeado de personas impresionadas y libres; Spreen sabe que a pesar de encontrarse en un mundo abierto, la realidad era que todo el mundo es controlado por los alienígenas y que mientras ellos están afuera en el mundo real, él se encuentra atrapado, sin poder hacer mucho más que aferrarse a su deseo por vivir.

Podría caer en la locura, si es que antes no era considerado un loco. No existía nadie en ese mundo con quien hablar, nadie que no quisiera terminar con su vida, incluso los aldeanos intentaban dañarlo mientras llevaba a cabo comercios con ellos. No tiene recuerdos a los que aferrarse, nada que pueda quitar la angustia que con el paso de los días crece lentamente, incapaz de ignorarlo mientras se recuesta en una cama y mira fijamente el cielo pintado de estrellas que acompañan la luna; tampoco puede dormir, ¿Posee humanidad siquiera?

Creyó que tal vez con sus recuerdos podría asegurarse de que aún quedaba algo humano en él, tener personas a las que extrañar, sabores que recordar, incluso aficiones que poder realizar para matar el tiempo.

Sólo necesitó tres días para darse cuenta de que su estadía allí era mucho mejor sin sus recuerdos.

Cuando el crafteo de una píldora para traer de regreso un recuerdo de un amigo llegó a sus manos, buscó día y noche todo lo que necesitaba para realizarlo, siendo un disco lo que más le costó adquirir, pero lo logró. No pensó nada en consumir la píldora a secas, esperando un par de segundos antes de que un dolor de cabeza lo hiciera recostarse un poco en una de las paredes de su base, sintiendo todo temblar a su alrededor y que su visión se oscureciera, adquiriendo el mundo esa tonalidad azul a la que se estaba acostumbrando.

Sin saberlo, allí comenzó su adicción a aquellas pequeñas capsulas.

Conterstine fue un viejo amigo, alguien a quien fue muy unido y por ello el primero en llegar a su mente una vez se aclaró. Lo conoció años atrás, pero aún no es capaz de recordar del todo. No puede ligarlo a la razón por la que está allí, tampoco sabe cuándo fue la última vez que lo vio, pero cuando abre sus ojos y alza su mirada, puede verlo frente suya. Está confundido, con su capucha caída para revelar sus orejas de conejo mientras mira a su alrededor con aquellos ojos azules y su característica esclerótica negra.

No necesitó más que sus vagos recuerdos para sentir sus emociones florecer de la nada y saber que Conter fue alguien preciado para él, sintiendo el ardor de sus ojos por primera vez antes de acercarse y tomar sus brazos, sintiendo finalmente algo de paz al descubrir que realmente estaba allí, físicamente.

No era así, pero eso le otorgó algo de paz mental por un tiempo.

La realidad era que todo fue un producto de sus recuerdos, el efecto de la píldora le permitía traer a un compañero que estuviera en sus recuerdos; la imagen de Conter no era más que algo que recordaba y no la persona en sí. Pero bromeó a su lado, lo esclavizó para que consiguiera materiales y pociones y luchó a su lado; la compañía le hizo bien a su mente, las noches sin poder dormir se hicieron más llevaderas y la angustia retrocedió considerablemente.

Luego lo perdió, otra vez. Ni siquiera tuvo tiempo de asimilarlo, ambos estuvieron en peligro y una vez en su campo de visión llegó el anuncio de su muerte, su vida fue arrebatada de igual forma, sintiendo como su cuerpo explotaba, con sus huesos rompiéndose y sus órganos pudriéndose por el veneno. Fueron muchas sensaciones al mismo tiempo, y para cuando regresó al mundo, pudo ver las cosas de su amigo en el suelo, pero él no estaba en ningún lado por mucho que tuvo en sus manos su recuerdo.

Entonces lo supo; Conter siempre estuvo muerto. Su compañero perdió la vida cuando estaban luchando por salvar el mundo de las garras de Reviil, en ese momento tampoco tuvo tiempo de asimilarlo hasta horas después, estuvo luchando por mantenerse con vida junto con unos pocos más, pero él, su compañero de casa y de bromas pereció en la batalla.

Recordar era doloroso, así que depositó el recuerdo de Conterstine en un cofre; se olvidó por completo de él, pero el dolor permaneció en su ser incluso si ya no recordaba la razón.

Experimento 110 | SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora