Movies

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"Su futuro está escrito, pero al final del día sigue siendo un niño, uno que ama las historias relatadas en cintas."

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Para Spreen era muy complicado tener algo que hacer cuando todas sus pruebas del día culminan, muy pocas veces era recompensado y obtenía algo con lo que entretenerse, pero cuando recibió la cinta de una película por primera vez, el tiempo pasó volando a su parecer, y con ello, ganó un nuevo gusto.

A tan corta edad, se enamoró de las películas, por lo que empezó a pedir más de estás.

Las animadas eran las más comunes, no le gustaba admitirlo, pero en ocasiones le gustaba ver la misma cinta una y otra vez, repitiendo los diálogos que tiene grabados y riendo de las mismas escenas por más que las espere. La acumulación de colores en una escena cautivaba su atención por completo, los detalles y como los personajes poseían personalidades divertidas, muchos ganándose su amor y admiración.

Las de acción se convirtieron en sus favoritas cuando los años pasaron lentamente, transformándose en alguien más crítico pero interesado, no teniendo la edad necesaria para que se le fuera permitido algunas de las cintas, pero si a ellos no les importaba, ¿Por qué a él sí?. Todas las historias de las películas son falsas, lo sabe, pero no importaba una vez se dejaba llevar por cada relato que contaban, prediciendo algunas partes de la trama, pero permaneciendo esa chispa de emoción en él.

Las de terror fueron las peores de todas. Más que recompensas, fueron entregadas a él para entrenar sus sentidos; si bien se asustó en muchas al punto de no querer pegar el ojo, hubo muchas otras que lo hicieron dormirse del aburrimiento, con tramas tan predecibles como estúpidas al punto de que estuvo cercano a romper la pantalla.

Cada género era un mundo diferente, comedia, romance, suspenso, todas tenían un toque. Era joven, aprendió de muchas de esas películas y tal vez fue por ello que su anhelo por conocer el mundo creció.

Observó el verde pasto que se deslumbraba en las películas del planeta Tierra, los mares azules, la extraña textura arenosa de las playas, el sol radiante, las nubes que descargaban gotas de lluvia. Admiró los animales, los felinos, los peces, incluso encontró parentesco con los osos, sujetando sus orejas; sin embargo, los humanos...

Quizás debió sospecharlo, según sus libros de estudio, las familias pueden llegar a poseer parentescos físicos, pero él no se veía igual a ellos. Estaba creciendo mucho más, sus orejas no se parecían en nada a las de ellos, también le faltaban dos brazos más. Sus rasgos fueron más idénticos a los humanos y a los osos, pero no hay ningún humano ni tampoco algún oso en la nave.

¿Qué soy? — su voz salió como un susurro de sus labios, palabras llevadas por el aire fresco dentro de la nave, aire impregnado de oxigeno por su bien.

El Doctor Buhaje abandonó su atención de las grandes pantallas brillantes llenas de palabras, números y gráficas que no puede entender para fijarla en su persona, entrecerrando sus ojos con recelo antes de regresarlo a las pantallas y continuar con aquello en lo que estaba trabajando.

¿Por qué la pregunta repentina, Experimento 110? — el menor ni se inmuto ante su nombre por más extraño que le resultara ahora; carece de un apellido, pero todos en la nave pueden llamarle de formas diferentes, ya bien sea Experimento 110, espécimen o simplemente Spreen, siendo este último el más normal de todos, pero por el que menos es nombrado, al menos no frente al Doctor.

Curiosidad — se acercó a las pantallas para fijar su atención a estas, notando los diferentes bichos y seres encerrados en capsulas; se pregunta que fue aquello que hicieron mal, pues en un principio cuando desobedecía algunas órdenes, fue amenazado con ser encerrado en una de ellas.

La respuesta no llegó rápido y él sacó sus propias conclusiones, tal vez era adoptado, tal vez ellos no podían tener hijos, ¿Él era hijo de ellos? Pensándolo mejor, ni siquiera sabe si ellos lo consideran parte de la familia, simplemente asumió las cosas. Tenía de alguien que cuidaba de él, le daban ropa, comida, un lugar para dormir y en ocasiones podía jugar con ellos, también le daban educación, era justo como las familias son retratadas en algunas películas.

Pero jamás han salido a jugar a un parque, no han hecho un picnic, no juegan videojuegos como tampoco se sientan con él a ver películas.

Eres un experimento — la respuesta no es satisfactoria, su expresión lo demuestra cuando sus ánimos caen; el Doctor lo mira ante su silencio — Una mezcla entre ADN humano y de úrsido, o de oso, como prefieras llamarlo — movió una de sus manos para restarle interés, remarcando su acento al hablar.

¿Ustedes no son humanos? — hay un acento extraño en su voz ahora desde que se volvió amante de las películas, el Doctor nota esa entonación cada vez que hace preguntas, pero le ha permitido adoptar ese acento, lo único que le importaba era que lo entendiera, y lo hace.

Nuestra forma de pensar se asemeja — explica brevemente, disminuyendo las pestañas de la pantalla para centrar su atención en el curioso niño — Pero somos una raza superior — y hay una pequeña emoción en su voz al poder de hablar sobre la excelencia de su gente — De hecho...

No le resulta complicado empezar una charla sobre las diferentes especies del universo, compartiendo sus conocimientos con el menor quien escucha atento cada dato. Pasaron horas hablando, los temas fueron cambiando y poco a poco Spreen decidió compartir los datos que fue aprendiendo de cada película con el Doctor, siendo escuchado.

Pasa el tiempo, los ojos del híbrido se van cerrando, y para cuando el Doctor lo ha notado, el niño yace dormido en la silla donde se había ubicado, con su cabeza apoyada en una de las paredes cercanas. Su respiración es suave, su rostro se muestra sereno y sus orejas yacen sobre su cabello escondidas, sin mostrarse alerta. Fue descuidado, pero el Doctor lo permitió, controlando las ansias de revolver su cabello para así centrarse en su trabajo, atrasando la hora de la siguiente prueba física del niño para que pueda descansar.

Los habitantes de la nave los miraron, murmurando entre ellos mientras sonreían y decidían dejarlos en paz.

Experimento 110 | SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora