Capítulo 5

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Siete días.

Sólo le quedaban siete días de entrenamiento para recuperar sus poderes antes del torneo. Por unos momentos pensó en la posibilidad de entrenar junto a su padre, pero cuando fue al Monte Paoz, se sorprendió al escuchar la respuesta de su madre.

— ¡¿Qué donde está Goku?! Entrenando, ¿Dónde más? Ya me tiene harta. En lugar de trabajar y pasar sus tiempos libres con su familia como toda persona normal, él recibe el dinero de tu suegro y se va a entrenar todo el tiempo.—

Gohan se emocionó al pensar que podría acoplarse al entrenamiento de su padre. Seguramente le costaría mucho adaptarse a su ritmo, pero confiaba en que...

— Bulma me dijo que irían a un lugar llamado Habitación de no sé qué con Vegeta, donde un año es un día, o algo así.—

Antes de que su emoción siguiera creciendo, Milk pinchó su burbuja y lo bajó a la tierra. Luego de eso, se quedó a comer junto a su madre y hermano, jugó con Goten en las montañas. Kami, ahora se daba cuenta lo mucho que extrañaba su vida cuando estudiaba en casa o en Orange Star High School.

Ahora, se encontraba en su casa, pensando en alguna forma en que pudiera volverse lo más fuerte posible. Había tardado meses en superar los poderes que tuvo en su adolescencia cuando entrenó con su padre en la Habitación del Tiempo, pero ahora no tenía idea de cómo seguir avanzando.

El adulto dejó en una mesita el libro de dibujos que usaba en sus tiempos libres y se dirigió al patio trasero con una mirada abatida. Por más que pensara y pensara, no se le ocurría alguna forma de innovar con su entrenamiento.

Se sentó en una de las amacas mientras seguía metido en sus pensamientos. Ya había perfeccionado el Súper Saiyajin y el Súper Saiyajin 2, asique tal vez podría alcanzar el Súper Saiyajin 3 antes de volver a liberar su potencial oculto.

O... ¡¿Cómo no lo pensó antes?!

En un instante pasó al Súper Saiyajin 2 y salió disparado hacia las alturas. Al desprender tanta cantidad de ki de golpe, su energía generó ráfagas de viento que tiró todos los juegos que había comprado para Pan, como toboganes y sube y bajas.

— ¡Gohan, ten un poco más de cuidado!— Lo reprendió Videl desde la ventana de su casa.

El híbrido se sonrojó de la vergüenza, se había emocionado mucho y no pensó en lo que hacía. — Lo siento, amor. ¡Nos vemos en la cena!— Respondió con una risita y rascándose parte posterior de su cabeza.

En cuestión de instantes, gracias a las grandes velocidades a las que se movía, llegó a lo más alto de la Torre Karin, donde el gato ya lo estaba esperando con una sonrisa suspicaz.

— Oh, Gohan-kun. ¿Cómo has estado?—

— Hola maestro Karin, he estado muy bien.— Respondió Gohan con una sonrisa.

— Hoho, se nota muchacho. En las pocas veces que te vi, nunca estuviste tan sonriente.— Comentó Karin. — Ahora sí, dime a qué has venido.—

— Quería saber si tenía semillas del ermitaño.—

— Lo lamento Gohan-kun, pero todo mi suministro de semillas del ermitaño se las di a Goku antes de que entrara a la Habitación del Tiempo.—

— Oh, lo entiendo maestro.— Diría Gohan con decepción. Cuando estaba por darse la vuelta, el maestro Karin lo frenó con un golpecito en el hombro.

— Alto ahí muchacho.— El maestro le dio la espalda al saiyajin, buscando algo en los cajones del único estante del lugar. A los pocos segundos, sacó un pequeño frasco. — ¡Aquí está!—

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