Encuentro II: citas citadas

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Hinata no sabía si hacía bien o mal pero confiaba en él, presentía algo bueno, además era  policía y nada saldria mal;  su primo tenía una cita con alguien  qué no conocía pero sospechaba que era esa chica de la agencia de viaje.
Ambos salieron juntos, su padre creía que pasaría la noche al resguardo de su primo así que saludo desinteresadamente.
Salieron juntos, si,  pero tomaron caminos separados ni bien llegaron a  la esquina.
Ninguno de los dos quiso investigar sobre los asuntos del otro así que lo dejaron ahí.   Hinata camino unas cuadras y subió a una combi camuflada, por su parte Neyi subía a un taxi.

--Buenas noches--dijo mientras subía -- perdón que insista pero esto es por el caso de mi hermana? Es que no sé si deba estar acá.

---Si, ya lo he dicho, quiero que reconozcas a un hombre.

-- Podrían arrestarlo y llevarlo a ese lugar con vidrios espejados dónde uno lo reconoce. ----Hinata se refería a la cámara de reconociemito.

--  Si es una buena opción... Pero  no podría estar a solas contigo.-- dijo con complicidad.
Hinata se ruborizó por el comentario.

Itachi condujo hasta el edificio donde se alojaba Hidan estacionándose en el lugar permitido para los servicios de mantenimiento.

-- Quiero que prestes atención, cuando yo  señale a un hombre, tú  dices si lo conoces o no. Vale.

Pasada media hora de espera Hidan salía del edificio hecho todo  un dandy, necesitaba quemar las adrenalinas que ya parecían hacer estragos.

-- Ese hombre-- señaló Itachi.

Hinata  vio y negó.

---Seguro que no lo conoces, usa los binoculares.

Hinata agarro los viejos aparato y enfoco hacia el hombre que cruzaba la calle. Su pecho  comenzó  a bajar y a subir rápidamente  en  señal de exaltación.

-- No, no lo conozco.

---Seguro, mira,  piensa.

--Estoy segura.

Aunque Hinata había aprendido a mentir desde temprana edad, no era lo suficientemente buena, creía poder manipularlo y hacer que le crea, eso funcionaba con lo demás  pero ante un profesional, no.

Itachi clavo sus ojos negro sobre ella,  por una rato pudo esquivar la intensa  mirada, él se acercó un poco y volvió a preguntarle,  su perfume varonil la envolvio provocando  que aspirara con profundidad el aroma de su masculinidad, de nuevo sus ojos negros sobre ella, al final  soltó toda la verdad  junto a un zolloso.

--Está bien, pero no todo es mentira, no lo conozco, es verdad, solo lo vimos en  unas fotos que nos mostraron, nos obligaron a decir que era el novio de Hanabi, pero nada más, eso es todo lo juro.

--¿Quién las hizo mentir?  Es un delito muy grave mentir a un policía. Podría acusarte de encubrimiento.

Hinata tembló ante esas palabras.
---El abogado.

--Seguro.

---Si--grito al borde del llanto.

Itachi iba a hablar pero se callo, no recordaba  haber  mencionado la palabra "novio",  y por la respuesta de Hinata  aquel repugnante mocoso también había mentido, Karin tenía razón con aquello que todo era una pantomima, ¿Qué era lo que querían ocultar?

--Bien, ahora te llevaré a tu casa-- dijo mientras se volvía a su asiento al frente del volante, prendió la camioneta y empezó a conducir.
Hinata hizo un puchero, intensificó su sollozo, lo miraba como un perro arrepentido, pero  Itachi no se conmovió.

Hinata   sintió por primera vez el rechazo,  nadie lo había hecho hasta ahora. Eso generalmente servía con Naruto o su padre. Aunque ese hombre a veces le  provocaba miedo no quería que se apartara de su lado. No sabía cómo actuar asi que bajo la mirada y permaneció obediente.

Yukata llegó a tiempo esa tarde para hacer todo los preparativos, asía mucho tiempo que no se sentía así de completa, había sentido una conexión muy fuerte con aquella agente rubia de pelo largo.
El plan era sencillo, mientras encontraban un punto en común entre los casos del puerto y la rubia de la morgue escucharían una música tranquila acompañada  de comida vegetariana, esa era la onda entre las profesionales exitosas de la ciudad, generalmente se encontrarían en una cantina común y hablarían,  se tendrían que cuidar eso si,  la sociedad no estaba preparada para dos mujeres  como ellas, tampoco para aceptar   un  amor asi de fuerte,  a primera vista y sobre todo de ambos sexos.
Yukata sonrió al ver que una cabellera rubia tocaba el timbre de la  puerta...

Neyi se bajó del taxi en la dirección  acordada, el  Honda Civic  rojo ya estaba ahí esperándolo.
Subió sin saludar. El auto arranco, el viaje era por una calle oscura y  peligrosa pero tanto él como Kankuro disimulaban el miedo.
Llegada al lugar   cogieron unas ametralladora y balearon la casilla, no hubo resistencia, nadie salió a responder, ambos se miraron.

--Es raro--hablo primero Kankuro, bajó la ametralladora y caminó en dirección a la casa.

--Espera, déjalo así, no hagamos más de lo necesario-- Neyi sabía muy bien que hacer más de lo que pedían era para problemas, para él su padre había muerto por esa razón.

--Vamonos-- ordenó

Kankuro  desvío el camino  hasta llegar a un  paraje.  Neyi no objetó. Muchos conductores estaban ahí  para ahogarse en sus penas.  Kankuro apagó el motor del honda Civic y sacó de una nevera dos cervezas, convido una a Neyi que la acepto con gusto, la luna estaba en su máximo esplendor, ella embellecía  todo  el paisaje de la desolada ruta como sabiendo que esas personas lo necesitaban.
A Kankuro le faltaba el valor para hablar sobre  lo que había sucedido entre ellos pero presentía que debían aclarar las cosas, Neyi adivino lo que su compañero necesitaba   así que empezó a hablar.

-- Lo que paso la otra vez -- empezó dudando Neyi--  no fue más que una confusión mía, tienes que saber que  he crecido en un ambiente en el que todo tiene que ser  perfecto, que no se duda  hay  que mantener las apariencias de hombre decente y  fuerte, no hay margen de error, y si no eres así,   estas jodido amigo.  Eso  a veces hace estragos en mi.

Aunque Kankuro  había crecido  en un ambiente muy diferente al de  Neyi lo entendió a la perfección. Kankuro habria deseado ser otra cosa en la vida,  pero todos los juzgaban mal, sentia que nadie  daba la oportunidad que él creía merecer, todavía recordaba cuando más de uno lo llamaba inútil. Eso también hacía estragos en él.
No conocía  la vida del muchacho, pero creyó en la sinceridad de esas palabras, no sabía que decir,  así que solo  palmeo el hombro del muchacho y apuro el trago de cerveza.
Cuando los dos terminaron de beberlas regresaron al lugar donde se encontraron.

YACUZZA NO SAMURAIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora