Sentía como el sudor corría en mis manos, y el corazón me latía como loco. Tenía un nudo en el estómago y parecía que el dolor aumentaba con cada segundo en el que Garret continuaba en silencio. Lo había dicho. Él lo sabía. No tenía que decir nada más para que él entendiera que había estado pasando.
No había forma de que yo supiera todo lo que sabia, si no fuera porque lo había estado acechando. En mi forma de verlo, solo lo estaba cuidando. Pero las otras personas a menudo no veían las cosas de la misma forma que yo. Cuando se enteraban de las cosas que pensaba, de las cosas que había hecho huían de mí. No entendían. No intentaban entender. Solo hacían lo que era más fácil, huir.
Yo tambien lo hacía.
Pero, dios, quería tanto que mi polluelo entendiera.
Ahora mismo me estaba matando la mirada indiferente en su rostro. No tenía expresión alguna, solo estaba ahí sentado mirándome, sin darme nada, pero al mismo tiempo rompiendo mi corazón.
—Por favor di algo. –Dije apenada, intentando contener la multitud de emociones que me recorrían.
Por el rabillo del ojo vi como Mason abandonaba la oficina, dejándonos solos, intuyendo que esto era algo serio. Debía de sospechar cual era la situación, él sabía un poco sobre mis... obsesiones.
—¿Desde cuándo me conoces? –Pregunto finalmente.
—Yo... ¡Esa fuera la primera vez que te vi, lo prometo! Yo no te había seguido hasta allí, ni nada por el estilo. Salazar me envió ahí por las armas.
—Y yo me lleve las armas.
—Si. –Respondí con una mueca. –Por ello la rata me sigue, ¡Lo que no tiene sentido, ni siquiera me pago!
—Pero arruine su negocio.
—No fue tu culpa polluelo. –Le digo acercándome a él, intentando tomar su rostro entre mis manos, pero solo me aparte rompiendo un poco mi corazón.
Se puso de pie y paso las manos por su cabello con desesperación, era la primera reacción que tenia de él. Estaba nerviosa, aun no sabía con certeza que es lo que pensaba.
—Garrett...
—No Penny, simplemente no.
—Vamos... escúchame, por favor. No hice nada malo, ¡Nunca me metí en tus negocios! Solo observaba desde lejos...
—¡Basta! –Gruño mientras caminaba dando vueltas en la oficina. –No me importa que me hayas estado siguiendo, ni siquiera voy a preguntar cómo es que sabias donde vivía. Pero esto es otra cosa Penny... este problema ahora es mío.
¿Problema...? ¿A qué se refería? Vi como apretaba el puente de su nariz mientras fruncia el ceño.
—Voy a trabajar con Mason en ello, y tú. –Dijo mirándome fijamente, tan serio que me preocupaba. –Vas a mantenerte oculta, mientras lo resuelvo.
—No puedes simplemente dejarme fuera de ello, Mason es mi amigo, no tuyo. Este es mi problema, no tuyo. –Le dije enojada. No me había rechazado directamente, por lo que estaba un poco más tranquila, pero estaba dejándome fuera de lo que sea que estaba planeando.
—Desde que te persiguen es a causa de que me lleve esas armas hace casi cuatro meses, es problema mío. Desde que me acechas y te quedas conmigo, es problema mío. –Se acerca a mí y rodea mi cuello con una de sus manos, apretando ligeramente. –Desde que eres mía, es mi problema.
¿Acabo de escuchar lo que creo que acaba de decir...?
Su rostro baja hasta el mío, y sus labios golpean con fuerza los míos, en un beso enojado. Su mano en mi cuello se tensa mientras su boca domina la mía. Casi no puedo creer que luego de haber confesa la verdad me este besando. Que diga que soy suya. Es como si todos mis sueños al fin se cumplieran.
El me quería. No lo había dicho exactamente, pero pensaba en mi como suya.
Y era todo lo que quería ser, suya.
Su boca abandona demasiado rápido la mía, y cuando intento jalarlo cerca, me aleja. —Quiero me escuches Penny, ¿esta bien? Que realmente me escuches.
—Esta bien.
—Voy a planear una reunión con Salazar, iré en tu nombre.
—Pero...
—No ángel, tu no iras. Solo cállate. No voy a arriesgar tu hermoso trasero. Tus chicos del club me pueden acompañar por si las cosas se ponen demasiado feas, pero tu te quedaras atrás, ¿correcto?
—No
—Penny...
—No, simplemente no. ¿Cómo puedes esperar que te deje ir hasta allá sin mí? Es mi problema, no soy una cobarde que se esconde.
—¿Acaso no lo entiendes? Se que puedes cuidarte perfectamente bien tu sola, pero no voy a estar tranquilo sí sé que estás ahí afuera expuesta. No voy a estar centrado, pensando en que algo puede pasarte. Haz esto por mí, por favor, joder.
Escuchar sus palabras solo alimentan mi hambre por él, el saber que se preocupa tanto por mí, hace que una intensa calidez se deslice en mi interior. Y es por ello, que intentare al menos darle algo de tranquilidad, porque por ningún motivo voy a huir. Pero al menos, le daré algo de paz.
—Esta bien, hare lo que tu digas.
—Gracias. –Dice antes de apretarme contra el y besar mi frente. Yo no podía hacer nada más que disfrutar de su cercanía.
El estar tan cerca de él era una de las cosas que más me gustaban. Me encantaba la forma en la que parecía que no habían cambiado en nada las cosas el que se enterara de que básicamente lo había acosado por meses. Parecía que nuestra forma de convivir era la misma. Aunque tenía una extraña sensación en el estomago al mentirle otra vez, yo simplemente no podía quedarme quieta viendo como sucedían las cosas.
Cuando era una niña estaba limitada a lo que los demás pudieran darme. Otras personas tomaban todas las decisiones, y yo solo podía esperar lo mejor. Pero lo mejor nunca llegaba. Así que ahora no dejaba que nadie decidiera sobre mi vida. Yo creaba mi camino, fuera bueno o malo, no importaba. Yo lo había decidido.
Un golpe en la puerta interrumpió nuestro abrazo, y Garrett inmediatamente se puso de pie alerta.
Sin tan solo nos dejaran en paz, maldita sea.
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Dulce Carmín | TERMINADA
RomanceTengo algunos... problemas. Bueno, para algunos pueden ser problemas, para mí, era amor. Toda mi vida cambio esa extraña noche cuando conocí a Garret. Su mandíbula fuerte, sus ojos penetrantes y la forma en la que miraba a todo el mundo como si fue...