Capítulo 17: Garrett

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¿Qué demonios es lo que había hecho? Dejar a Penny encerrada en casa me deja un mal sabor de boca, pero era lo que tenía que hacer. Hundo mi nariz en su cabello por última vez, y joder, solo su olor hace que me vuelva a poner duro. Nunca debí haberla tocado, ahora que sabia como se sentía estar hundido en su cuerpo, la forma en la sonaba cuando se venía, y como se aferraba a mi cuerpo, era casi doloroso alejarme de ella.

Y es que finalmente había aceptado lo que sentía, y lo que había estado negándome a mí mismo.

La amaba.

Con todo mi ser.

Sin embargo, no estaba dispuesto a hacerle daño. Daria todo de mí, para cuidar de ella, lo que implicaba encerrarla en casa. Sabía que no le gustaba la idea de estar encerrada, se pondría furiosa, pero era todo lo que podía hacer para evitar que se expusiera al peligro, del cual no era consciente.

Parecía que nada le importaba antes de saltar enfrente del fuego, pero esta vez no sería así. Yo me haría cargo de la situación. Le hecho un último vistazo y veo como duerme plácidamente. Sacudo la cabeza y me levanto silenciosamente de la cama, y en cuanto abro la puerta dejo entrar a su gato que me mira con grandes ojos juzgones. Maúlla mientras salta arriba de la cama, por suerte Penny duerme como un muerto.

Al menos tendrá a su gato de compañía.

Una vez que me limpio en el segundo baño de la casa, me aseguro de poner la alarma y cierro por completo la casa. Espero que sea suficiente como para mantenerla segura. Nadie sabe de este lugar.

Tomé un arsenal de armas que necesitaríamos de mi propio almacén, y me dirigí hacia el club. Sabía que ellos tenían todo cubierto, pero no estaba demás ir preparado. Todo había sido tan cuidadosamente planeado como era posible de hacerse en tan poco tiempo. Pero sabía que Salazar era descuidado, últimamente se le veía cada vez con menos personal, y eso solo indicaba una grieta en su organización.

—¿Están todos en sus posiciones? –Pregunté apenas me encontré con Mason.

—Ya está todo arreglado, un grupo ya aseguro el perímetro y el resto esperara ordenes en los alrededores. –Miro sobre su hombro, en dirección hacia Sall y Harry, quienes se encontraban hablando en voz baja cerca de sus motocicletas. –Mis hombres, aun no están del todo seguros que sea buena idea que solo entremos nosotros cuatro.

—Todo saldrá bien, créeme. Salazar no cuenta con muchos hombres hoy en día, y el resto de los chicos estarán atentos. Podrán entrar rápidamente.

—Eso espero. –Suspiro. –¿Y que hiciste con Penny?

—La encerré.

—Joder si lo hiciste, va a estar muy enojada cuando la vuelvas a ver.

—Puede patearme el culo si quiere cuando me vea, mientras permanezca con vida, estará bien.

Dando por terminada la conversación nos subimos a mi todoterreno con Sall y Harry siguiéndonos en sus motocicletas. El resto de los hombres habían partido un par de horas antes al punto de encuentro, para asegurar el perímetro, preparados para entrar cuando fuese necesario.

Cuando llegamos Salazar estaba afuera del edificio riendo con alguno de sus peones, mientras fumaba. Parecía totalmente despreocupado sobre lo que podía pasar en esta reunión, se paseaba con bravuconería por el lugar, de forma descuidada.

Era estúpido.

Si tuviera un mínimo de cerebro sabría que era una mala idea exponerse en un lugar abierto. Fácilmente podía haber apostado por un francotirador, y haber terminado con el asunto de manera rápida. Pero prefería hacerlas las cosas a la cara, yo asesinaba para sobrevivir, pero no lo hacía a espaldas de nadie. Y esta mierda iba a morir, quería que supiera quien acabo con su vida y la razón por la cual lo hice.

Cuando nos bajamos, inmediatamente nos vio, y me di cuenta como sus ojos divagan hacia los demás.

Cuando nos acercamos, y nos encontramos uno frente al otro, él me miraba con una sonrisa socarrona, como si el tuviera el poder en la situación, no podía estar más equivocado. La única razón por la cual no lo ahorcaba ahora mismo con mis propias manos, eran los hombres que lo rodeaban. Podría ser despiadado a la hora de matar, pero también era cuidadoso. Algo que no podía decir de Salazar.

La forma en la que llevaba su territorio era descuidada, casi caótica. Ahora mismo, ni siquiera contaba con tanto personal como debería. Cuatro hombre estaban junto a él, quizás cinco o seis lo esperaban dentro. Era una cantidad mínima de hombres, para situaciones como estas, para hombres como él, al cual seguramente mucha gente quería muerto.

—Creo que estaríamos más cómodos adentro, ¿no te parece?

—Claro. –Respondí echándole una mirada a Mason, que solo asintió en mi dirección.

—Espera un momento. –Dijo Salazar cuando comenzamos a avanzar. Apunto a los chicos del club antes de hablar. –Ellos no están invitados a esta reunión.

Comenzando a irritarme respondí. —Ellos van conmigo.

—No veo como ellos tienen que ver en nuestro negocio.

—Desde que te metiste con Penny y el muchacho, es nuestro asunto. –Gruño Mason.

—Ah, el chico, lo había olvidado. –Agito su mano de forma descuidada, restándole importancia. Era mierda muerta. –Solo fue una pequeña advertencia, nada serio. Pero, para demostrarles que no pretendo tener ningún tipo de rivalidad con su club, los dejare participar de la reunión. Quien sabe, tal vez incluso terminen trabajando para mí.

—Lo único que voy a trabajar serán tus entrañas en mi manos, jodida basura.

Sall que había estado en silencio desde que partimos ahora estaba furioso. Lo podía ver en todo su cuerpo, estaba completamente tenso. No era una buena señal que apenas comenzando la reunión explotara.

—Voy a fingir que no escuché eso, síganme.

Cuando tomo cierta distancia, me voltee y tome del brazo a Sall. —No arruines esto, sigue el jodido plan. –Gruñí.

—Tu no me mandas imbécil. –Respondió soltándose de mi agarre.

—No, pero yo sí. –Intervino Mason. –Así que corta tu mierda.

Sall solo me miro con odio en sus ojos, no sabia que carajos le pasaba, pero sabía que no tendría su simpatía pronto. Seguimos adelante, entrando en el edifico, se veía abandonado tal y como pensaba, sin embargo, algunas cámaras de vigilancia estaban puestas de manera estratégica. Al recorrer el lugar, también note que el lugar parecía casi vacío, no habían indicios de que hubiera demasiada gente en el lugar, y dos de los hombres que lo acompañaban se quedaron fuera.

—Entonces, veo que la pequeña desquiciada no está a la vista, ¿supongo que tienes algun tipo de trato que ofrecerme? –Aprete mis puños con fuerza, deseando apretar mis manos en su garganta.

—Solo tengo una pregunta. –Dije una vez que estuvimos solos. Solo dos hombres permanecieron con él en la oficina. Mire a Mason, quien solo asintió con la cabeza. Indicándome que ya había enviado la señal.

—No estás en posición de preguntar nada. –Resoplo.

—¿Realmente creíste que vendríamos solos? –En el instante que termino de hablar, se comienzan a escuchar los disparos. 

Dulce Carmín | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora