Capítulo 20: Garrett

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No ha salido de su estado catatónico.

Nos hemos mantenido en mi casa por seguridad luego de todo el revuelo con los Salazar. Deje que Steve se encargara de todo el caos, provocando que su poder en la ciudad aumentara, pero no me podía una mierda. Steve era despiadado y alguien a quien no me gustaría tener bajo mi cuello, pero también era inteligente. Habíamos trabajado demasiados años juntos como para conocernos mutuamente, él sabía que no era buena idea tampoco meterse conmigo.

Mason y los chicos también nos visitaban a diario, tomaban turnos para rondar el terreno y asegurarse de que todo estuviera tranquilo. Han sido de gran ayuda, y creo que Penny ni siquiera se daba cuenta en realidad, de todas las personas que se preocupan por ella.

Lo que era bueno, ya que en estos momentos no podría ser más inútil.

Probablemente apestaba.

Había estado cada día las veinticuatro horas del día, junto a Penny. No era capaz de dejarla. El solo pensar en que en algún momento reaccionara y se encontrara sola, me llenaba de angustia. Aún no sabía con precisión que es lo que había ocurrido, pero era sencillo deducir que de alguna forma Penny había escapado de casa.

La miro mientras acomodo las cobijas a su alrededor, los días comenzaban poco a poco a estar más fríos. Su rostro parecía más pálido de lo normal, y tenía la mirada perdida en algún punto de la habitación. En los últimos días había comenzado a parpadear durante algunos momentos y parecía que realmente veía a su alrededor. Pero parecía que cada vez que insistía demasiado con ella, se cerraba nuevamente en su mente.

Sall termino por explicarme que algo como esto ya había ocurrido con anterioridad, y cuando pregunte que es lo que debía hacer, solo se encogió de hombros. Dijo que normalmente tomaba un par de días que volviera en sí, y que realmente no había mucho que hacer, más que cuidarla. Así que eso es lo que he estado haciendo.

Me sentía impotente.

Le aparte el cabello del rostro suavemente antes de inclinarme y besar su frente. Me quede ahí durante un minuto completo, solo disfrutando la cercanía. Con un suspiro me levanté y di la vuelta para subir la calefacción. Estaba tratando de decidir cual era la temperatura adecuada, cuando sentí el ruido de la cama.

Casi saltando me vuelvo hacia ella, y con el corazón acelerado veo como Penny con el ceño fruncido se levanta hasta quedar sentada en la cama. Levanta la mirada, y nuestros ojos se encuentra, conmigo casi saltando de alegría al ver que comienza a moverse y con ella con una mirada desagradable. Ignorando la mirada en su rostro, me acerco a ella y sujeto sus hombros antes de apretarla contra mi cuerpo, abrazándola.

—Joder, cariño. –Mi voz suena ronca, y casi oigo un deje de desesperación.

Sus manos me empujan lejos y atónico la miro cuando hablar.

—Apestas a pescado muerto, ew. –Arruga su pequeña nariz mientras me mira, y lo único que puedo hacer es reír.

Por supuesto que eso es lo que me diría luego de una semana de silencio. Creo que la ultima vez que me duche fue hace tres días, y no he afeito en aun mas tiempo.

—Mierda, Ángel estoy tan feliz. –Me levanto dirigiéndome hacia la puerta del baño. –Solo dame cinco minutos para tomar una ducha, y volveré a ti.

Su ceño esta fruncido y no me mira. Preocupado por un momento, cierro la puerta del baño para volver a ella, pero cuando la veo sus labios comienzan a temblar y de pronto ocurre lo más inesperado. Lagrimas comienzan a caer de sus ojos dejándome paralizado con horror en el lugar.

—Penny ¿Qué ocurre? ¿Qué estás haciendo?

—Tú, estúpido cerdo, te odio

—¿Qué? ¿De que estas hablando? –Digo en pánico cuando comienza a sollozar.

—¡Te odio! ¡Te voy a degollar! –Grita histérica mientras me lanza la taza de té que traje más temprano, que aterriza justo al lado de mi cabeza y se rompe contra el muro.

—Vamos a mantener la calma. –Digo intentando tranquilizarla, confundido y a la vez preocupado por la situación.

—¿Calma? ¿Quieres que mantenga la calma? ¿Acaso no soy la chica loca? No me digas que me calme imbécil. Puedo hacer y sentir lo que quiera. Ni siquiera me dirijas la palabra o te voy a cortar la lengua.

¿De qué mierda está hablando? Pase días en vela temiendo por la estabilidad mental de Penny, rogando por que saliera de ese estado catatónico en el cual la había encontrado. Y cuando finalmente parece lucida, está completamente furiosa.

—Ángel, por favor escúchame, no sé por qué estas enojada conmigo.

—¿Enojada? No estoy enojada pedazo de mierda, estoy herida. –Y con esas palabras comienza a llorar aún más fuerte.

Verla llorar era peor que recibir un bala en el pecho. Mil veces peor.

Me acerco con lentitud hacia ella, en intento de no alterarla. Cuando estuve sentado frente a ella en la cama, me acerque y quite sus manos que cubrían su rostro ahora con las mejillas manchadas y gruesas lagrimas corriendo.

—Te detesto. –Su labio inferior tiembla mientras pronuncia las palabras.

—Lamento haber llegado tan tarde ángel, pero te pedí que te quedaras en casa. No tenía idea de lo que iba a pasar...

—¿Qué, creías que tu juego duraría para siempre?

—¿De que estas hablando?

—Te escuche, no finjas más.

—¿Qué es exactamente lo que escuchaste cariño?

—¡No me llames cariño! Te escuche hablando con ese tipo de traje blanco sobre mí. ¡Se que no me quieres y solo soy un estorbo! Así que no finjas más, imbécil come polla.

De pronto la conversación con Steve vuelve a mí, y todo cobra sentido.

De alguna forma, antes de que se la llevaran escucho mi conversación con Steve donde solo dije mierda para que me dejara en paz. También dije esa mierda, en un intento de convencerme a mí mismo que debía mantenerme lejos.

Pero ahora había decidió que no podía vivir sin Penny, y también sabia que tenía que dejárselo muy claro a mi ángel.

—Ángel, nada de lo que escuchaste es cierto, por favor déjame explicar...–Mis palabras son interrumpidas con un golpe en mi rostro. El dolor se arrastra desde mi nariz hasta mi cráneo, y no puedo creer que luego de estar una semana prácticamente muerta tenga fuerzas para golpearme.

Cuando la miro, sus ojos están llenos de ira, su rostro pálido, el cabello despeinado y mi camiseta le cae por un hombro. Se ve hermosa, pero ya la he dejado hacer y deshacer a su gusto las cosas, es hora de que realmente me escuche y obedezca por una vez en su vida.

Rápidamente tomo sus muñecas, y la empujo en la cama, sentándome sobre sus caderas, manteniéndola inmóvil. Me patea y mueve sus piernas en un intento de sacarme de encima, pero no lo conseguirá.

Sostengo sus brazos contra el colchón y me inclino sobre ella.

—Creo que es hora de que comiences a escucharme ángel. 

Dulce Carmín | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora