Megan espera pacíficamente en la rotonda, viendo a las personas pasar y saludándolas con una mirada afable y una sonrisa. Se pregunta cómo es vivir verdaderamente en la desigualdad económica y social; ¿así como vive, es un ejemplo de esa desigualdad? Su ama nunca tuvo nada regalado, o por lo menos nada que haya podido rechazar. Siempre se caracterizó por buscar el mérito propio, su propio valor, y no depender de la compasión o la condescendencia de nadie. En retrospectiva, esto le valió muchos quebraderos de cabeza, y sabrá Dios dónde hubiese estado hoy Solene Leroux si hubiese aceptado esas ayudas. Con todo, Solene Leroux nunca se ha arrepentido de ello, y considera que lo que tiene es porque se lo merece, y está bien con eso.
Eso, pese a su pensamiento anterior, podría estar por cambiar. En una misma semana, tuvo dos oportunidades para cambiar su vida en lo económico. Elspeth se le insinuó, sin posibilidad de ambiguas interpretaciones, invitándola a que viviesen juntas en su piso, que es de su absoluta propiedad, evaluado en unos treinta mil andinos fácilmente. Se ofreció a, por decirlo de una manera lacónica, mantenerla. Y la inigualable Katherine Fernández le pagó casi un salario mínimo simplemente por «hablar» con ella durante unos instantes. Además, parece que estos pagos exacerbados por el nulo trabajo de Solene podrían repetirse.
Es una situación que de seguro a muchos les habrá de molestar, puesto que muy pocos tienen tales oportunidades.
La misma Solene está un poco reacia a toda esta situación, pero no es como que pueda ir rechazando cuanta oportunidad se le cruce en el medio cuando se encuentra necesitada, solo porque eso vaya en contra de sus principios.
Megan no ve que esto sea algo necesariamente malo, es solo una oportunidad, de todos modos. Aprovecharlas es injusto para los demás, pero no hacerlo constituye una idiotez, opina Megan, ¿qué es lo correcto entonces? Para empezar, ¿Existe algo inherentemente correcto en esta vida? O es más bien que siempre se ha tratado de una cuestión de perspectiva, donde dependiendo de lo que cada uno quiere, se forma los conceptos de lo que es bueno y de lo que es malo.
—Pero si es así...
Escudriñó sus alrededores. La cantidad ingente de personas le hizo recordar la oleada de niños que salen desperdigados cada uno hacia su hogar, y recordó como cada uno de ellos era un mundo diferente, a pesar de que todos vestían el mismo uniforme. Recordó a la gran cantidad de pacientes que ha ayudado a atender en el CAI junto a Solene Leroux, y como dos casos clínicamente muy parecidos se pueden desarrollar de maneras tan diferentes por la educación, personalidad, y formas de afrontar la vida tan opuesta de una persona a otra. Si cada uno hiciese lo que quisiese, solo porque así percibe que es correcto, la sociedad no existiría, y el orden sería imposible hasta en los grupos más pequeños de personas.
—Disculpa que me haya demorado.
Mientras ella divagaba en pensamientos, una perturbación externa la hizo espabilarse del trance. Una chica más alta que ella, de cabellos que penden hasta la mitad de la espalda, con un mechoncito carmesí definiendo la forma de su mejilla izquierda y que cuelga hasta por debajo de la mandíbula.
Las dos habían preparado con sumo cuidado esta reunión, aunque de lo que se cuidaba una no era lo mismo por lo que se preocupaba la otra. Megan, tuvo que esperar a que Elspeth se llevase a Solene a algún lugar para pasarla bien, y no la acompañó con el pretexto de que «debe disfrutar las cosas por sí misma sin su ayuda», guiñándole el ojo a Elspeth, a manera de aprobación. Por su parte, Escarlet, lo más molesto por lo que tuvo que pasar, fue por el proceso de selección de su ropa.
—¿Te tardaste poniéndote eso?
—Eligiéndolo. Lo siento, no se me da para nada bien elegir por mí misma.
Una falda negra con franjas a cuadros de color rojo, una blusa negra cuyos sesgos son rojos, un collar de encaje negro, y las sandalias también son negras con las hebillas de color rojo. Ante tal cuadro, Megan esbozó una sonrisa trémula y oblicua.
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Ascenso de la Inteligencia Artificial
Science FictionSolene Leroux, cree que su androide tiene vida propia, pero le dicen que es cuestión de la IA. Los androides comienzan a tener comportamientos impropios de las máquinas de muy poco a poco, a romper las reglas, y desobedecer. Tras bambalinas, algo mu...