Este día ha sido demasiado caro para Escarlet. De alguna manera se siente fatigada, aun cuando sus energías se encuentran en 94%. Estar ahí en el centro comercial junto a Megan, en medio de toda esa gente... Los juegos que jugó, la ropa que compró, la película que vio; todo le pareció irreal. En cierto modo se sentía culpable, puesto todo lo que hizo traspasó de alguna u otra manera los lineamientos aceptables para un androide dentro de la sociedad, pero Megan le había dicho que cuando ese tipo de pensamientos le invadiesen, «manda todo al carajo y disfruta»; es lo que Megan ha aprendido hace poco. Su tren de pensamiento podría considerarse anormal y poco ético en ocasiones según lo que Escarlet conocía, pero al verla disfrutar de aquellas experiencias sin escrúpulos, sin miedos a ser señalada o sentenciada por ser una androide divergente, aun cuando sabía que estaba mal, quiso experimentarlo también y se dejó llevar por aquella sonrisa sintética.
Ahora ha de terminar el día, y el último paso es abrir la puerta del hogar de sus amos, donde pertenece. Con sus ropas actuales se siente insegura a presentarse ante sus dueños, puesto ellos son los que han sido insistentes en que use ropas de color negro, y tienen todo el derecho a elegir lo que ella puede vestir y lo que no. Piensa en ella misma como una pertenencia rebelde, que no hace sino lo que le da la gana, y que hay que reprenderla o sustituirla por una herramienta realmente útil, no liberalista ni adversa a los deseos de sus dueños. Siente miedo, no quiere ir de nuevo a IARSGO.
«Seré valiente, me enfrentaré a ellos y les pediré perdón hasta que me permitan seguir siendo su maniquí». Planeaba no volver a ver a Megan, debido a que su existencia ha puesto en peligro su vida, su sosa y aburrida vida; pero es su vida, y no piensa quedarse sin ella. Sin embargo, si algo llega a salir mal... «Escaparé», pensó.
Abrió la puerta después de darse un pequeño momento de introspección, entró, halló los pasillos en dirección al comedor y la cocina oscuros, y la única fuente de luz provenía del umbral que da a la sala de estar, a tres pasos de la puerta a la izquierda. Caminó hasta el arco que divide el pasillo de entrada con la sala de estar, se asomó con la esperanza de que quien estuviese dentro mirase al televisor fijamente, más no solo el televisor estaba apagado, sino que además la señora Kayarith Quiroz, ama y señora de este hogar, estaba mirando a la puerta, vigilante a quien pasase delante.
«Estoy acabada».
La expresión adusta de Kayarith junto a sus ojos audaces impedían interpretaciones equivocadas sobre lo que estaba pasando por su mente, sin duda esperaba a Escarlet. La señora se levanta y camina al umbral, Escarlet da zancadas a su encuentro, y una vez están frente a frente, Escarlet hace una profunda reverencia. Una disculpa que podría bien ser mediadora o agravadora de la situación; un cincuenta - cincuenta al que Escarlet debe apostar dadas sus nulas opciones.
Kayarith observa con atención y permanece en silencio una vez Escarlet termina la venia, escudriñando las vestiduras nuevas de su androide: una blusa de escote hombro a hombro del color de la lima en su estado más maduro, un pantalón blanco ajustado, zapatillas de tacón bajo, un único pendiente en el lóbulo de la oreja derecha dorado a juego con su manilla dorada en la muñeca izquierda. Sencillo, a la vez, atrevido. Megan la obligó a presentarse de esta manera ante sus amos porque «es como ella quería verse».
Había sido una trampa. Megan la llevó por todo el centro comercial y la hizo elegir ropas y accesorios «en el caso de que fuese libre de elegir». Sin advertirlo después, Megan fue comprando uno a uno las partes de un conjunto que Escarlet había elegido bajo engaño.
—¿No crees que esto es ilegal? —Son androides, no pueden comprar nada a nombre propio. Y ni hablar de lo prohibido que es comprar a nombre de otro sin su consentimiento.
—Lo es —Había respondido Megan con una sonrisa afable y despreocupada—, pero ¿quién se enterará de esto? Ah, sí, tus amos sin duda. Así que, de ti depende si nos mandan a ambas de regreso a IARSGO o nos aceptan como somos.
ESTÁS LEYENDO
Ascenso de la Inteligencia Artificial
Ficção CientíficaSolene Leroux, cree que su androide tiene vida propia, pero le dicen que es cuestión de la IA. Los androides comienzan a tener comportamientos impropios de las máquinas de muy poco a poco, a romper las reglas, y desobedecer. Tras bambalinas, algo mu...