No pienso rendirme.
El 99% de la población mundial ha decidido darse por vencida en algún momento de su vida, y un 98% se ha arrepentido más tarde.
Vale, me acabo de inventar esa cifra, pero si fuera real yo estaría entre ese escaso 1% que no piensa tirar la toalla, al menos ahora mismo.
—¡No pienso rendirme! —anuncié asomada al balcón.
—¡Samara! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! —me gritó mi madre desde abajo.
—¿Pero qué dices, tía, de qué vas? Aparta el jeto o fliparás. ¿Quién te has creído que eres, quieres probar mis poderes? Lo que tú digas me importa un higo, yo aquí y ahora me declaro tu enemigo —le espeté todo de seguido, mientras una canción de "Snoop Dogg" continuaba sonando en el altavoz.
Ni siquiera sé en qué estaba pensando, pero mi determinación era impresionante. Miró hacia arriba con expresión de paciencia infinita y fulminante mirada, como decidiendo si ignorar aquel escándalo o dejar a sus demonios salir.
—¡Déjate de tonterías y baja ahora mismo! —exclamó apuntando al suelo con el dedo índice.
—¿Te explico lo que pasa? Que yo amo esta casa. Toda esta situación, a mí me sobrepasa...
—¡Hazme el favor y ven aquí! —continuó con su riña.
—¡Mamá, que no nos podemos ir, que estoy "in love" con esta ca...!
—¡SAMARA CHECKLER, MÁS TE VALE ESTAR AQUÍ ABAJO EN UN MINUTO!
Casi se me cae el objeto al suelo del susto, pero lo agarré justo a tiempo.
Di una patada al aire.
—¡Voy! —refunfuñé cerrando la ventana.
Definitivamente la idea que Becky me había dado sobre imitar ese famoso anuncio para que no nos mudáramos, no había dado el resultado que esperaba.
Apagué el dispositivo con el ceño fruncido y me acerqué a mi escritorio.
—¡Auch!
¡Cómo detestaba esos golpes con la esquina de la mesa! Es como si hubieran puesto el mueble a propósito justo por donde pasas, con el único objetivo de incordiar.
Pero mi torpeza no podía permitirse el lujo de manifestarse en aquel momento. Era bastante consciente de que, si no encontraba rápido lo que andaba buscando, acabarían llevándome de los pelos hasta el coche.
Un par de calcetines tirados por el suelo, varios diplomas más preciados que cualquier ser humano para Harry, peluches, documentos... Pero mi móvil seguía sin aparecer.
No podía andar muy lejos, al fin y al cabo, estaba conectado de forma inalámbrica.
—¡Samara!
—¡Que ya voy!
Di una vuelta sobre mí misma, mirando a mi alrededor. Traté de ocultar mi desesperación y metí ambas manos en los bolsillos para concentrarme.
Fue entonces cuando descubrí el tacto de mi teléfono en mis pantalones cargo y me llevé una mano a la cabeza. Lo saqué y me topé con un mensaje en la barra de notificaciones.
"Te voy a echar mucho de menos :("
Era de Becky. Claramente yo también la extrañaría, era mi todo.
Comenzaba a teclear una respuesta cuando ciertas voces en mi cabeza desviaron esos pensamientos. Tenía el tiempo contado.
No era un avión, ni Superman; era yo corriendo la maratón de mi vida para llegar lo antes posible a la acera de en frente de mi casa. ¡Tiembla, Rayo McQueen!
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Un paso en falso
ParanormalDéjà vu. Todos lo hemos sentido alguna vez, en momentos puntuales, pero me da la sensación de que cada instante de mi vida está atrapado en uno. Me llamo Samara y tengo la peor suerte del mundo. Cuando mi familia y yo nos mudamos, supuse que sería u...