X: Nicole

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—¿Perdona?

Me di la vuelta y distinguí a una chica alta, que llevaba el pelo castaño recogido en un moño; no con el mismo nivel de perfección que mis profesores en el instituto privado, precisamente.

—Perdonada. Ahora quítate de ahí.

—Pff... No, gracias —murmuré.

—¿Eh? —arqueó una ceja, incrédula.

—¿Qué has dicho? —apoyó otra chica rubia, de raíz negra y melena casi hasta la cadera; ni un segundo más tarde.

—Que no quiero. ¿No puedes buscar otro? Hay más sitios aquí —persistí, echando un vistazo por la clase.

Si es que ya te lo he dicho, cuando estoy enfadada no hay quien me pare. Me preguntaba quiénes serían aquellas dos y también la razón por la que todo el mundo estaba de tan mal humor aquel día. Incluyéndome, aunque yo tenía razones. ¿Y dónde están los maestros cuando los necesitas? ¿Tomándose un capuchino?

<<Ojalá me hubiera quedado con Iván hoy también>> protestaba, enlazando una cosa con la otra.

—¿De qué coño vas? —dio un golpe seco en la mesa que tenía delante, cosa que logró captar mi atención bastante más.

—Empezaste... Tú —rebatí, retractándome de mis acciones.

—Qué sola me ha dejado la Jess... —murmuró tras resoplar, mirando hacia arriba y torciendo el gesto.

—¿La traigo? —sugirió la otra chica.

—No hace falta; a esta la tumbaría yo misma de un puñetazo. Y tú me ayudarías, ¡jaja, no hay huevos!

—Haber los hay, ¿pero aquí mismo?

—Bueno, ya, qué palo. Sabes que me van más las palabras.

Ahí comencé a tomar más conciencia de la situación. ¿Por qué no me había limitado a cambiarme de lugar? ¡Siempre igual conmigo!

Aun así, no terminaba de comprender por qué eran tan descaradas al planear pegarme, conmigo escuchando. Quizá era para meterme miedo... Pues la habían logrado, ya que varios flashbacks de mis encuentros con Eddie me atravesaban como lanzas.

No quería terminar así, como en la otra escuela, pero ya había empezado con mal pie, y conociéndome, eso iba a ser difícil de cambiar.

̶U̶n̶ ̶p̶a̶r̶ ̶d̶e̶ ̶i̶d̶i̶o̶t̶a̶s̶ ̶m̶á̶s̶ ̶p̶a̶r̶a̶ ̶a̶ñ̶a̶d̶i̶r̶ ̶a̶ ̶l̶a̶ ̶l̶i̶s̶t̶a̶ Mis emociones estaban teniendo un incremento muy negativo por su culpa, como estoy segura de que Isaac habría dicho.

Volvieron a fijarse en mí como si acabara de deshacerme de una capa de invisibilidad.

—Vamos a ver, aquí tonterías las justas.

—¡Dilo, Vane! —escuché a personas de fondo.

Sin embargo, en vez de crecerse, la rubia se achantó al notar una mirada de reojo por parte de su compañera. De un momento a otro, esta me empujó para tratar de apartarme y hacerme caer de la silla, cosa que consiguió llevar a cabo con éxito.

Observé su expresión seria y deduje que ya había tenido suficiente, pero yo también estaba harta, por lo que las frases volvieron a salir de mi boca sin mi permiso.

—¿¡Qué te pasa!?

—¡Muévete! —ordenó.

—¿¡Y si no quiero qué!?

Se produjo un silencio ̶a̶l̶g̶o̶ ̶m̶u̶y̶ demasiado incómodo. Las tres éramos el centro de atención. Esa tal "Vane" se quedó esperando al próximo movimiento de la chica del moño, mientras que esta me miraba fijamente, callada, como considerando por donde debía empezar a descuartizarme.

Un paso en falsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora