XXI: Caso cerrado

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"Las chungas" ni siquiera se molestaban en disimular sus miraditas satisfechas de reojo. Nos estaban llevando a todos a dirección, excepto a David, quien todavía no se había enterado de que estaba sentenciado.

Tengo que admitir que hacían bien en no perdernos de vista. El infierno ya ni siquiera se habría comparado a quedarnos solas de nuevo con esas brujas.

—¿Cuántos años dices que lleva Carolina en teatro? —Bromeé, aunque algo de mala gana.

Nicole pasó por alto mi comentario. Aunque, pensándolo bien, ni siquiera parecía haberlo escuchado.

—Verás cuando se entere David... —Añadí.

Noté una mirada algo perdida por su parte.

—¿Te pasa algo? —La miré directamente.

—Estoy un poco estresada, sólo eso —negó con la cabeza.

Torcí el gesto y continuamos andando; yo cavilando.

<<Piensa, Samara, piensa...>> Estaba haciendo un gran esfuerzo. <<¿Qué es lo que más te anima en situaciones así?>>

Al hacerme esa pregunta, una respuesta vino clara hacia mí, fugaz como una estrella.

Recordé que justamente aquella mañana, había guardado ciertos dulces  ̶q̶u̶e̶ ̶I̶s̶a̶a̶c̶ ̶a̶ ̶v̶e̶c̶e̶s̶ ̶c̶o̶m̶p̶a̶r̶t̶í̶a̶ ̶c̶o̶n̶m̶i̶g̶o̶  en uno de mis bolsillos. Incluso aunque Isaac los escondiera, siempre sabía dónde encontrarlos.

Rebusqué bien y le tendí un caramelo. Pensé que pondría una mueca de agradecimiento, pero no cambió su expresión.

—Toma —la incité a coger uno, en vista de que no me prestaba atención.

Lo rechazó inmediatamente.

—¿Comer no te desestresa? —Me sorprendió.

—Modelar me desestresa —finalmente despertó.

—Venga ya, Nicole, ni que llevaran droga dentro —arqueé una ceja—. No soy Jere...

Me detuve cuando distinguí una mirada amenazante por parte de las que iban delante.

Insistí hasta que se lo llevó a la boca. Me sentó un poco mejor ver que lo disfrutaba.

Cuando llegamos a la sala, no conseguí divisar a la directora. Al estar ocupada, nos indicaron que esperásemos en unos bancos de fuera. Más tarde, el mismo profesor se fue. ¡Mala decisión!

Nicole se levantó de repente y sin dar explicaciones.

—¿A dónde vas? —Le toqué la espalda.

—Al baño, ahora vuelvo —contestó, sin rodeos.

Iba a replicar, pero entonces recordé que yo también la había dejado sola con las chonis, anteriormente. Además, tampoco quería presionarla otra vez.

Me quedé pensando si enfrentarme a ellas. Aún me consideraba algo muy débil frente a esas tres. Y, en realidad, frente a mucha otra gente.

Nunca había sido de esas personas que no se retractaban tras decir todo lo que pensaban. La única vez que había encajado en algún sitio, había sido antes de abrirme y ser yo misma.

Siempre había sentido que sólo podía serlo con Becky.

Al final, me había terminado acostumbrando, pero esa herida nunca había llegado a sanar del todo. Todavía seguía doliendo más de lo nunca imaginado, en ciertas ocasiones.

Por una vez levanté la cabeza, dispuesta a enfrentarme al mundo real. De otra manera, habría acabado entre lágrimas allí mismo, y eso era lo último que quería.

Un paso en falsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora