Final

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Cada día, la salida del sol, calma mi corazón y lo llena de esperanza

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Cada día, la salida del sol, calma mi corazón y lo llena de esperanza. Giro en la cama y basta ver su rostro dormido junto a mí, para que mi fuerza se restaure.

Cada día juntos, me llena de ilusión y hace crecer el amor en mi interior.

Asomarnos por la ventana para ver a nuestro hijo jugar en el jardín común, con los demás niños del condominio, es uno de mis momentos favoritos del día. Verlo sonreír y crecer día con día, se ha convertido en el regalo más maravilloso que me está concediendo la vida.

Chimon tiene tanto de Gun. Su hermosa sonrisa lo ilumina todo y me hace inmensamente feliz.

«Tenía apenas un año y cinco meses cuando Gun volvió y pude conocerlo. Me llevó un par de segundos comprender que el bebé en brazos de mi madre era mío y de él, de mi Gun, aquel día cuando salí del hospital. No hubo tiempo para preguntas, lo único que en mi cabeza daba vueltas y hacía a mi corazón temblar, era la concepción de la magnitud de amor que iba a ser capaz de dar y soportar.

Teníamos un hijo. Cada uno, por separado, había estado librando batallas solo, lejos del otro, y en aquel momento, no había tiempo para reclamos ni pensamientos absurdos que nos quitaran el precioso tiempo juntos.

Nuestra boda, a pesar de la rapidez con que se realizó. No fue para nada improvisada. Las personas justas, las que amábamos y nos amaban, estuvieron allí, en nuestra arboleda, bajo nuestro árbol, testigo de una y mil promesas de amor, que empezaban a cumplirse en el preciso momento en que dábamos el sí.

A veces, cuando una recaída nos llevaba a toda prisa al hospital, solía mirar por la ventana y recordar lo solo que había estado antes, cuando mantuve a Gun lejos y dejaba que la vida se me fuera cada vez más rápido, porque lo extrañaba demasiado. Alejarlo había sido enormemente doloroso, más que la enfermedad misma. Pensaba en él, cada día, y trataba de recordar nuestros momentos más felices, anhelando volver a vivirlos, sin imaginar que realmente un día él regresaría y haría realidad mi deseo más oculto.»

Gun siempre pide perdón por haber guardado silencio. Por haber tenido ese secreto oculto. Mi tontito Gun... Su pequeño secreto ahora me trae mucha felicidad.

Hoy miro el nuevo amanecer y pienso en él, en el milagro que me regaló al volver.

—¿Tienes frío? —me pregunta mientras lo abrazo, sentados los dos sobre una manta, bajo nuestro árbol— ¿quieres que volvamos a casa? —me toca la mejilla y sus manos son tan cálidas, que inhiben la sensación del viento en mi cara

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—¿Tienes frío? —me pregunta mientras lo abrazo, sentados los dos sobre una manta, bajo nuestro árbol— ¿quieres que volvamos a casa? —me toca la mejilla y sus manos son tan cálidas, que inhiben la sensación del viento en mi cara. Niego con la cabeza y ambos suspiramos. No hay sol calentando el ambiente, pero mi corazón es cálido como una brisa de verano—. Quisiera bailar contigo bajo una ligera lluvia. —me dice y besa mi nariz fría. Siento un extraño escalofrío recorrer mi cuerpo—. Abre los ojos cariño. —me pide, ni siquiera me había dado cuenta de que los había cerrado—. Durante mucho tiempo no pude hacerlo, ahora creo que es lo que más anhelo.

«Todo este tiempo, Off me ha demostrado lo fuerte que es, enorgulleciéndome cada día. Cuando todo lo que quería hacer era maldecir al mundo, porque volvía al hospital por una pequeña recaída, él siempre se mostró optimista y en todo momento, aún tuvo fuerzas para envolverme en sus brazos cada noche, tratando de mantenerme junto a él, haciéndome sentir cálido y feliz.

No estoy seguro de cuando fue que las lágrimas se secaron, pero los meses se hicieron años, y no hemos vuelto a derramarlas. En cambio, hemos reído mucho, hemos crecido un poco más como pareja, sobre todo después de mudarnos a nuestro propio espacio, un departamento pequeño, pero acogedor, que fue regalo de nuestros padres, claro, siempre cerca de ellos, del hospital y por supuesto, de nuestra arboleda. Hemos visto muchos amaneceres, como el de hoy, y dado paseos por nuestra arboleda, todas las veces que hemos querido. Ya no hemos jugado a los piratas, ni hemos corrido como ovejas descarriadas, pero hemos bailado bajo los cerezos y hemos buscado formas entre las nubes. Hemos celebrado algunos cumpleaños y hemos hecho las compras en el supermercado.

Creímos que su tiempo era limitado, por eso cada minuto lo hemos disfrutado al máximo. He podido ver miles de sonrisas de rayos de sol en su rostro y le he regalado las mías, a cambio de un beso de amor. Cada día es especial; tanto como puede serlo para llenar de felicidad nuestro hogar.

Nuestro hogar, el que hemos formado los tres, el que sirvió, como siempre dice el Dr. Lee, para restaurar la fuerza de Off, y le devolvió la esperanza, hasta el inimaginable punto de lograr que cualquier pronóstico sobre su salud, fuera considerado inválido. No creíble.

Ver la alegría en sus hermosos ojos cuando caminamos entre los cerezos y las sombras de tres cuerpos de distinto tamaño, se reflejan a contraluz, se ha convertido en uno de mis momentos favoritos. Al igual que el brillo inigualable que resplandecía en ellos, el día que nos dimos el sí, en nuestra colina llena de promesas, rodeada de cerezos en flor, y no hizo falta nada más que decir: "sí, acepto" y colocar los anillos en el dedo corazón de la mano de nuestro amor.

Aquel día, yo miraba a todos lados, mientras Off, me esperaba bajo el árbol que fue nuestro altar. Él no apartaba la vista de mí, pero yo buscaba que una brisa moviera los árboles de cerezos y los pétalos cayeran sobre él. Solo así, nuestra boda sería perfecta. Pero por la temporada, iba a ser imposible. O eso creí yo, hasta que pude ver como Ohm, ayudado por Fluke y Tay cargaban un ventilador que se encendió justo cuando llegué junto a mi amor y él, me vio de una manera especial, como siempre me había visto, como amaba que me viera y como sé, yo lo veo aún ahora a él.

Y como aquel día, muchos pétalos sobre nuestros cuerpos, caen hoy, mientras nos vemos uno al otro con verdadero y puro amor.»

—Creo que mejor volvemos a casa y olvidamos esa locura. No quiero que te enfermes.

—Gun. Mi Gun. ¿Cuándo dejarás de preocuparte por mí?

—No es preocupación. Es solo que te amo demasiado.

—Es miedo a perderme mi amor. Te he pedido muchas veces que no tengas miedo. Sucederá cuando sea el momento y te aseguro que no es hoy. 


𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Mi Off - HP31Donde viven las historias. Descúbrelo ahora