¿Soy diferente por tener papás separados?

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Cuando mis papás se separaron me puse muy triste.
Me acuerdo que me encerraba en mi cuarto y lloraba mucho, pero eso sí, nunca delante de ellos. No podía entender cómo y por qué había pasado eso. Sí, ya sé que se peleaban mucho y a cada rato, pero nunca pensé que llegarían al punto en que decidieran que era mejor que cada quien viviera en una casa diferente.
Me acuerdo mucho del día en que mi papá, Shura, entró a mi recámara y me dijo:

"-Seiya: Aioria y yo nos queremos mucho, y sobre todo te queremos muchísimo a ti, pero ya no podemos seguir viviendo juntos. Me voy a mudar de regreso a mi casa y tú te vas a quedar con tu papá."

Me enojé mucho. Es más, para decirlo con todas sus letras, enfurecí! A mí nadie me había preguntado qué quería, o por lo menos cuál era mi opinión al respecto, y mi vida también se iba a ver afectada por su "sabía" decisión.
Le dije que no estaba de acuerdo y que teníamos que buscar otra manera de arreglar los problemas que tuvieran (yo el muy experto), pero entre los tres.
Salí corriendo a la sala, en donde mi papá Aioria estaba sentado, muy serio, mirando hacia abajo. Ahora que lo pienso, no sé si miraba sus mano o el suelo. Mi papá salió de la recámara detrás de mí. Insistí en que debía de haber otro modo de solucionar esto, que pensáramos los tres junto. Sólo se me quedaron mirando con ojos tristísimos. A mi pá se le salieron unas cuantas lagrimitas, y luego, luego se las secó con el dorso de la mano y, muy valiente, porque siempre se ha hecho el que las puede todas, puso cara de "aquí no esta pasando nada".
Trató de explicarme que ya lo habían intentado todo, hasta terapia de pareja con un psicólogo especializado, y que nada había funcionado. Digo que " trató" porque creí que ni siquiera lo dejé terminar. Me fui corriendo a mi recámara muy enojado, con portazo de remate, y mis papás se quedaron en la sala. Estoy seguro de que ni siquiera se miraban. Se instaló entre ellos uno de esos silencios pesados y oscuros, como de plomo, que ya eran normales en nuestra casa.
Papá Shura no estaba bromeando. Al día siguiente se fue a una misión en la mañana, me dio un beso cuando estaba desayunando para que mi papá Aioria me llevara al coliseo, y en la tarde ya no regresó de la misión. Ése fue el primer golpe.
Lo sentí en todo el cuerpo, pero más en el estomago, como si me hubiera quedado sin aire. Mi pá me dijo que si quería hablar, ahí estaba el para escucharme (sí como no), pero yo no tenía nada de ganas de cruzar palabras con él (ni con nadie). Sólo me metí a mi cuarto y cerré la puerta con llave.
Me tiré en la cama y me quedé ahí, nomás viendo al techo.
No sabía qué pensar y mucho menos qué hacer.

Y todavía faltaba lo peor: el fin de semana, cuando mi papá me llevó a la feria de Rodorio para "distraerme", papá Shura aprovechó para regresar y sacar todas sus cosas de la casa. A mí la feria me había importado menos que un pepino, es más, ya ni me acuerdo que había, y cuando llegamos y vi los clósets casi vacíos porque faltaba toda su ropa, las paredes muy blancas todavía con los clavos ahí pelones porque se había llevado sus cuadros de los bailarines de flamenco y paisajes de su bella España y el reloj que le regaló el señor Abel, no pude evitarlo y me solté a llorar. Ahí salieron todo mi enojo, mi tristeza y mi frustración por no poder hacer nada. O porque no me dejaron hacer nada: ellos ya habían tomado su decisión y yo sentía que me habían arrancado el corazón y luego lo habían pisoteado hasta hacerlo desaparecer. Sentí que pronto desaparecía yo también.
Quería hacerme el valiente: ante ellos me había mostrado enojado pero no me habían visto llorar. No quería darles esa satisfacción. Me habían lastimado como nadie nunca lo había hecho, pero no iba a dejarles ver cuánto me dolía. En ese momento tenía ocho años pero ya me sentía un niño grande. Y eso de berrear como un bebé no estaba nada bien. Pero ya no aguanté más, y las lágrimas caían bien calientes, como si me quemaran la cara.
Mi papá Aioria trató de abrazarme y me deshice de sus brazos como pude. Lo hice a un lado con una furia que hasta me asustó un poco. Hoy que lo recuerdo creo que fui injusto con el, pero en ese momento no podía entender nada. Todo lo veía rojo, como en una nube de sangre... Como esos atardecer es en los que las nubes se pintan de rosa muy fuerte pero sin lo bonito: al contrario, todo era muy feo. Nada tenia sentido.
Tardé mucho en volver a ver a mi papá Shura. No me acuerdo cuánto pero se me hizo eterno. Sólo me hablaba por teléfono, y yo lloraba y le preguntaba que cuándo iba a venir por mí, pero él me contestaba (también con una voz muy triste) que tenía muchas misiones pero pensaba todos los días en mí y muy pronto nos íbamos a ver.
Esos días sentí mucho coraje contra mi papá. Lo veía seguir con su vida como si nada: iba a trabajar, hacía de comer, a veces me dejaba con los abuelos cuando sus misiones eran en ka tarde o en la noche (como saben mi papá Aioria es caballero: a veces las tiene en el día y a veces en la tarde; a veces todo el día y también sábados y domingos, y luego sale de viaje y me deja con los abuelos), y sí, se notaba serio pero nada más. O al menos eso creí. Luego me enteré de que tuvo que ir a terapia y tomar unas medicinas que se llaman anti-depresivos porque una noche se puso muy muy mal, de pura tristeza, y yo como estaba bien dormido ni me enteré. Y los abuelos no me quisieron decir por qué iba al doctor. Yo pensé que sólo le dolía la panza o la cabeza, o algo así.
Pero bueno, estábamos en que me sentía muy enojado con el porque se levantaba todos los días y hacía el desayuno y me llevaba a la escuela, y parecía que no le pasaba nada. Sentí que hasta estaba aliviado porque mi papá se había ido, y eso no se lo iba a perdonar. Cada que me pedía que hiciera algo le respondía que no, sólo para hecerlo enojar.

#Yonomásdigo (Saint Seiya Omegaverse Au)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora