VII

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Enid Sinclair había descubierto mucho sobre cierta pelinegra en las últimas semanas, pero sobretodo descubrió cosas sobre si misma.

Y vaya que fue una gran sorpresa comenzar a entender las dimensiones de sus propios sentimientos hacia su ahora novia.

La mañana que Merlina despertó siendo Mercurio fue...bueno...un desastre absoluto, en primer lugar y por más absurdo que se escuche...la altura, ella odiaba absolutamente tener que elevar la vista para encontrarse con su mirada, pensó en como encontraba cierto gusto culposo en mirar a Merlina hacia abajo, la pelinegra se molestaría un poco cuando le quitaría sus cuchillos y tendrían sus típicas peleas sobre las reglas de la habitación.

Regresando a sus primeras interacciones recordaba con alegria aquel libro de reglas...era glorioso, constantemente estaba creciendo, dado que las dos chicas siempre estaban en desacuerdo, lo único que consiguieron acordar fue llegar a un nivel medio, la primera regla escrita era la que definía toda la lista.

Regla 1: "Respetaras todas y cada una de las reglas que se escriban a continuación sin discusiones".

Así que sin más, la lista se expandió desde temas serios hasta cosas ridículas y sin sentido.

Regla 325: "No afilar cuchillos en su noche de chicas".

Regla 326: "No amenazar de muerte a tu linda y carismática compañera de cuarto cuando decomise tus cuchillos".

Después de ese día algunas reglas se añadieron cuando Merlina se puso creativa con su tipo de "venganza".

Enid añadió la siguiente:

Regla 327: "No poner croquetas en el almuerzo de tu compañera de cuarto".

Y tiempo después Merlina añadió sus propias reglas.

Regla 374: "No rascarse sobre la cama de tu compañera de cuarto".

Regla 375: "No ladrarle a Sir William Fitzgerald".

-¡MERLINA! -Una rubia sonrojada estaba releyendo las últimas reglas.

La pelinegra se asomo desde su closet para mirar a la chica.

-¿Si?

-¿Me puedes explicar lo absurdo de estás reglas? ¡No soy un perro!

La gótica alzó una ceja divertida al ver el puchero molesto en su compañera.

-Tecnicamente eres pariente de los caninos...

La rubia se acercó al espacio de la gótica y deslizó su mirada hacia abajo mientras se cruzaba de brazos intentando parecer intimidante.

-Yo. No. Soy. Ni siquiera tocó tu cama! Y jamás le he ladrado a tu ardilla disecada con ese nombre tan pomposo!

-Su nombre...

-¡Me da igual!

Merlina entorno los ojos antes de hablar.

-Regla 1 Enid - Dijo antes de girarse y salir por la puerta dejando a la rubia sola en la habitación.

Claro, la primera regla era no quejarse de las reglas por absurdas y falsas que estás sean, giro los ojos con fastidio y se dejó caer en su cama.

Entonces continuaron sus peleas sin sentido mientras que algunos días solían tener una tregua silenciosa dónde Merlina era un poco más dócil y Enid más abierta a entender a su extraña compañera de cuarto.

Fue justo en la regla 727 que todo cambio drásticamente, esa regla se escribió después de que Enid salvó a Merlina del Hyde.

La rubia había dejado en el olvido aquel libro, pero al regresar de sus vacaciones improvisadas se había encontrado el libro sobre su escritorio y al abrirlo con cierta nostalgia se topo con ese texto que hizo que silenciosamente derramará un par de lágrimas mientras sonreía.

Solo para ti (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora