Día 3: "¿Me amas?" - "Siempre lo hice"

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La vida de Foolish era más fácil desde que vivía con Vegetta. No sólo porque se dividían el alquiler y los gastos del hogar, sino porque siempre encontraba alguna manera de hacer sus días más ligeros. 

Por las mañanas, antes de que ambos tuvieran que irse a trabajar, le hacía una taza de café con crema, una cucharada de azúcar y una espolvoreada de canela. Cuando llegaba tarde y demasiado cansado, siempre podía contar con que el hombre de ojos amatista había dejado comida extra en el refrigerador para él. Después, aparecería en la cocina, arrastrando los pies dentro de sus pantuflas con forma de gato y se ofrecería a lavar sus trastes por él después de darle un apretón en el hombro o un beso en la mejilla. 

No era sólo eso, sin embargo. Claro que no. También era la manera en la que sus ojos se achicaban al reírse de alguno de sus chistes, cómo siempre lo escuchaba con atención al hablar sobre su día, su rostro iluminándose cuando lo invitaba a alguna salida con sus amigos, sus ojos brillando cuando el plan era quedarse en casa y ver alguna serie en el sofá mientras compartían una bolsa extremadamente grande de papas fritas baratas y sus manos rozaban de vez en cuando, o sus risas se combinaban y rebotaban contra las paredes color crema de la sala de estar. 

Obviamente, Foolish estaba enamorado. No sabe cuándo pasó, ni porqué, sólo que lo había hecho consciente hace unos meses y no tenía idea de qué hacer con eso… Especialmente cuando se había convencido de que Vegetta sólo era un buen compañero de cuarto y amigo y definitivamente no lo veía de esa manera. 

Así que ahí estaban de nuevo, un domingo con pantuflas en forma de gato que combinaban y que habían comprado el uno para el otro la Navidad pasada, pijamas y comida chatarra mientras veían la televisión. 

—No puedo creer que no te gusta Shrek 2 —Foolish reclamó, cruzándose de brazos—. Ahora mi domingo está arruinado porque no quieres verla conmigo. 

El rostro de Vegetta se deformó en una mezcla de arrepentimiento y diversión. 

—Ponla, pero me voy a dormir. La primera es mejor. 

—Eres la persona con peor gusto cinematográfico que conozco. ¿Cómo no te va a gustar la historia con el Hada Madrina, el Príncipe Encantador, la galleta enorme de jengibre, y lo más importante, las pociones y besos de amor verdadero? 

—Es muy cursi. 

—¡Sólo di que nunca te han amado y ya! —bromeó y se arrepintió inmediatamente cuando los ojos de Vegetta se apagaron—. No quería decir eso, perdón, perdón, perdón. 

El hombre suspiró negando con la cabeza y se recargó en su hombro. Foolish lo rodeó con ambos brazos y de repente la cobija que tenían sobre ellos se sintió fría a comparación del cuerpo de Vegetta contra el suyo. 

—Conoces la historia de mis exes —rió, apagado y sombrío—. Es difícil creer en besos y pociones de amor verdadero con un historial así. 

El corazón de Foolish vibró en su pecho, enojo burbujeó en su estómago y una confesión quiso escurrirse de sus labios. 

—No significa que nunca nadie va a amarte de verdad. Estoy seguro de que hay al menos una persona allá afuera que lo hará —tragó saliva y cerró los ojos antes de seguir—. O que ya lo hace. 

Un suspiro pesado volvió a escapar de los labios del hombre y lo sintió negar con la cabeza contra su hombro. 

—No lo creo, Foo —tomó su mano y comenzó a juguetear con sus dedos—. Y si me interesara alguien que pudiera hacerlo, nunca sería mutuo. 

—¿Te gusta alguien? 

—No dije eso, Foo —suspiró y después asintió con la cabeza con pesar—. Pero sí, algo así…

—¿Por qué no se lo dices? 

—Porque lo veo todo el tiempo y sería incómodo.

El pecho de Foolish se presionó pero no lo hizo evidente. Tan solo movió su mano hacia el cabello de Vegetta y comenzó a acariciarlo. 

—Tal vez deberías intentarlo —se encogió de hombros y soltó su mano, el toque siendo un recordatorio de que Vegetta quería que alguien más la sostuviera—. Nunca sabes si podría ser mutuo. 

—Supongo. 

El silencio los envolvió y Foolish lo atrajo con más fuerza a su pecho. 

—A mí también me gusta alguien —el rubio rompió el silencio.

—¿En serio? —el estómago de Vegetta se contrajo en decepción. Claro que su enamoramiento no era mutuo.

—Mhm. Pero tampoco voy a decírselo, porque tampoco es mutuo y también lo veo todo el tiempo. 

¿O sí lo era? 

—¿Todo el tiempo? 

La sangre en las venas de Foolish fue reemplazada con miedo. Tragó saliva y asintió con la cabeza. Estaba hablando de más. 

—Pues ahora me entiendes —Vegetta rió en voz baja y se acurrucó más en el hombro cálido y cómodo de Foolish. Su lengua picando por decir algo más. Por decirlo todo. 

—Supongo que sí. Pero hablaba en serio, Veg, nunca sabes qué tan cerca puede estar alguien que te ame. 

El hombre de ojos amatista rió y Foolish juró que aquella podía ser su nueva canción favorita. 

—Como, ¿enfrente de mí? 

—Como, enfrente de ti. 

Vegetta salió de su escondite en el hombro de Foolish y lo miró a los ojos; los estómagos de ambos cosquilleando y chispas doradas bailando alrededor de ellos. 

—¿Enfrente de mí? 

A pesar de que el corazón de Foolish seguía bombeando miedo genuino, tragó saliva y asintió con la cabeza. 

Vegetta ladeó la cabeza y frunció el ceño como si Foolish acabara de decirle que podía volar. 

—Espera —murmuró, su mente aún haciendo un cortocircuito—. ¿Estás hablando sobre ti? ¿Me amas? 

—Siempre lo hice, Vegetta. 

El aire abandonó los pulmones de Vegetta. Sin pensarlo, subió al regazo de Foolish, sus rostros tan cerca que temían terminar con la reserva de oxígeno del otro. 

—¿Estás hablando en serio?

Foolish sonrió y asintió con la cabeza tantas veces que Vegetta creyó que se lastimaría el cuello si seguía. Así que lo tomó por él y lo atrajo para besarlo como si hubiera esperado una eternidad para hacerlo. 

Foolish lo besó de la misma manera, suspirando cuando sus labios siquiera se rozaron y llevó sus manos a la cintura del hombre, buscando en aquel agarre una forma de convencerse de que seguía vivo y en tierra firme. 

No tienen idea de cuánto tiempo pasaron besándose, pero sí sabían que no había sido suficiente para compensar el que habían esperado para que pasara.

—¿Cuándo lo supiste? —Foolish preguntó sobre los labios de Vegetta una vez se separaron para recuperar aire. 

—¿Que te amaba? —Foolish asintió y sonrió cuando Vegetta acarició su cabello, sacándolo de su rostro—. Cuando me enfermé y me hiciste galletas. ¿Y tú? 

—Eso tiene más de un año, Vegetta —rió sorprendido y acarició su cuello. Suspiró tratando de recordar—. Cuando me cocinaste la pasta que tu madre solía hacerte cuando eras niño y dijiste que sólo habías compartido esa receta conmigo. 

—Supongo que yo también siempre lo hice, siempre te amé —sonrió y se separó un poco para poder acariciar su rostro. Después, el propio se deformó en ofensa y diversión—. ¡Lo tuyo también tiene meses, casi un año también! 

Foolish rió, encogiéndose de hombros, y Vegetta imitó su gesto antes de volverlo a besar. Tal vez después hablarían de porqué les tomó tanto tiempo confesarse, o tal vez no. Al fin y al cabo, todo dejó de ser complicado para él cuando conoció a Foolish, su comienzo no tenía porqué ser de otra manera.

Like Daylight [Fooligetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora