Día 8: Día lluvioso

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El golpeteo del agua contra la ventana de la habitación del departamento de Vegetta no se detenía. 

Y tampoco sus ganas de pedirle a Foolish que pasara la noche con él. 

Sabía que eso estaba fuera de los límites de su relación, ésta siendo meramente física y teniendo casi prohibido dormir juntos… Pero sentía su pecho desgarrarse cada vez que lo veía vestirse al pie de su cama y le daba un beso corto en los labios antes de desaparecer tras la puerta de su habitación, cada vez con una parte más grande de su corazón. 

Terror recorría sus venas al imaginar sincerarse con sus sentimientos y no ser correspondido, o ser alejado, no volverlo a ver y sólo tener el recuerdo de sus caricias como tatuajes invisibles en toda su piel. 

—No se detiene la lluvia —Foolish se quejó, sentado al pie de la cama, viendo la pantalla de su celular con una mueca—. Y parece que sólo se va a poner peor. 

Vegetta suspiró y gateó por la cama hasta llegar a él y rodearlo con sus brazos por detrás, descansando su cabeza en su hombro y reposando sus manos, firmes, sobre su pecho. Foolish recargó su cabeza en la suya y soltó su celular, dejándolo sobre su propia pierna para poder acariciar los brazos del hombre.

—Sabes que puedes quedarte el tiempo que sea necesario, no me molesta tenerte aquí —susurró y besó su mejilla. Se alejó y comenzó a buscar algo cálido con qué vestirse dentro de su armario. 

Una luz blanca se coló dentro de la habitación, seguido del sonido de un trueno que hizo a Vegetta temblar casi tanto como sus paredes. Respiró profundo, sintiendo cómo todo su cuerpo se desestabilizaba. Logró vestirse minutos después, mirando a Foolish recostado en su cama revisando su celular. 

Parecía estar contemplando algo, completamente desconectado del vídeo corto que se reproducía en la pantalla frente a sus ojos. 

—Puedo quedarme otro rato —finalmente soltó, con una sonrisa nerviosa—. Si eso está bien contigo. 

—Ya te dije que sí, bobo —se sentó junto a él en la cama y rió en voz baja—. ¿Quieres pedir algo para que cenemos? No quiero cocinar. 

Foolish asintió con la cabeza y rodó sobre sí mismo para quedar más cerca de él.

—Comida china —pidió con ojos brillantes y Vegetta no pudo negarse. 

Media hora después, estaban recibiendo al repartidor en la puerta del departamento, peleando por quién pagaba y quién ponía la propina, sentándose en la cama del dueño de la casa con recipientes de plástico sobre sus piernas, después de decidir que Foolish pagaría todo la próxima vez. 

Aquella promesa silenciosa haciendo a sus pechos brincar, ambos evitando el silencio con pláticas sobre todo que no decían nada en un intento de que el otro no escuchara realmente lo que cada palabra dicha, de una forma que se sentía tan íntima, escondía. 

La lluvia, como Foolish había anunciado, tan solo había empeorado con el paso de las horas, cayendo tan fuerte que se les dificultaba escucharse aún estando cerca. 

Las piernas de Vegetta flaquearon al escuchar otro trueno, pero pudo disimularlo. Al segundo, sentía que la comida no le pasaba y había dejado de contestarle a Foolish. Al tercero, estaba haciendo respiraciones profundas abrazándose a sí mismo. Al cuarto, tenía los brazos de Foolish a su alrededor y besos siendo presionados en su cabello. 

—Estás bien, Veg —el rubio repetía, meciéndolo entre sus brazos—. Aquí estoy, ¿sí? No pasa nada. 

Él sólo podía asentir con la cabeza y enfocarse en seguir respirando, tratando de ahuyentar de su mente todos los escenarios catastróficos relacionados con tormentas que, se había convencido, pasarían. 

Like Daylight [Fooligetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora