Día 6: Laberinto de maíz

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Foolish odiaba los laberintos. Y los crucigramas, las sopas de letras, el sudoku, los juegos de cartas… Básicamente, odiaba todo lo que Vegetta amaba hacer en su tiempo libre encerrado en su habitación en hojas de papel que después guardaba en folders de colores específicos. 

Y estaba tratando de disimularlo aquel sábado por la mañana porque quería darle una sorpresa y pasar tiempo de calidad con él haciendo algo que le apasionara.

—¿¡Un laberinto!? —Vegetta dijo, con ojos brillantes y una sonrisa que le rompía las mejillas—. Eres el mejor, Foo. 

Se acercó al hombre para poder besar su mejilla, recibiendo el mismo gesto en la frente de regreso. 

—Un laberinto —confirmó, dejándose ser tomado de la mano para entrar al lugar—. Si no salimos de ahí y morimos lentamente atrapados entre maíz, Quackity ya sabe cuál es mi última voluntad.

Vegetta rió, tirando de su mano con emoción.

—Sí vamos a salir, tonto. También hay personal que ayuda con eso… Pero no lo necesitaremos, yo nos llevaré a la salida pase lo que pase —sonrió mirándolo sobre su hombro—. ¿Estás emocionado?

Foolish asintió con la cabeza, fingiendo una sonrisa. 

—¿Derecha o izquierda? —Vegetta le preguntó, cuando encontraron el primer camino dividido en dos. 

—Tú eres el inteligente de los dos, escoge tú —Foolish contestó con una risa. Lo abrazó por la espalda y besó su mejilla antes de alejarse y dejar que la única unión entre ellos fuesen sus manos entrelazadas. 

Vegetta lo miró como si lo hubiera insultado. 

—Tú también eres inteligente. Por eso te pregunté, Foosh. 

El apodo y la suavidad en su voz hicieron su estómago cosquillear. 

—Derecha. 

—Ese es mi chico —le sonrió y lo guió en esa dirección—. ¿Cuánto tiempo crees que nos tome salir? 

—Espero que no mucho… Tal vez dos días. 

Vegetta rió y rodó los ojos. 

—Espero lo mismo… Aunque yo calculo dos horas y media como mucho. 

No había mucha diferencia entre las dos opciones para Foolish. 

Aún así, media hora después, estaba genuinamente divirtiéndose en ese lugar; respondiendo al azar a las preguntas sobre direcciones del otro, buscando pistas en el suelo o los maíces para no perderse y besándose con Vegetta cuando no había nadie alrededor para poder extender el contacto tanto como quisieran. 

Una hora más tarde, cuando creyó haber visto la misma lata aplastada de Coca-Cola en el suelo al menos tres veces en quince minutos, la diversión comenzaba a agotarse. El Sol estaba cerca de derretirlo y sus piernas comenzaban a doler. El sentimiento pesado y desesperante en su estómago de no poder salir de ahí comenzaba a encerrarlo dentro de su propia cabeza, llevándolo a apretar la mano de Vegetta cuando los escenarios catastróficos que se reproducían en su mente se volvían demasiado. 

No quería decir nada, sin embargo, causando que tuviera que morder el interior de sus mejillas cuando quejas ácidas querían brotar de sus labios y deshacer la burbuja de aventura y concentración de Vegetta. 

—¿Eso ya lo habíamos visto? No, creo que por ahí hay un nuevo camino que podemos intentar. ¿Y eso? Tampoco —pensaba Vegetta en voz alta, aún tirando de Foolish, menos entusiasmado ahora; voz baja y contenida en concentración—. Foo, ¿arriba o abajo? 

Like Daylight [Fooligetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora