Lion
Nuestra llegada a este pueblo fue algo silenciosa. Apenas se enteró la gente, mis padres empezaron a reformar aquella casa nada más comprarla. Decían que era la casa de sus sueños.
Tampoco era para tanto. Si, era grande pero no era del otro mundo.
Apenas salí a conocer el barrio, tampoco me interesaba. Pero aquella noche, cuando vi la melena negra de aquella chica que lloraba mientras estaba en shock, supe que este lugar sería interesante.
Mamá me había insistido para ir a visitarla y ver como estaba, cuando vi aquella chica sin lágrimas en los ojos y con expresión de terror, pude notar lo guapa que era. Sus ojos negros eran dos abismos, y su melena negra le llegaba hasta la cintura. Pude notar como me analizó el rostro sin vergÜenza. Yo hice lo mismo, la analicé. Sus labios eran gruesos y muy rosados y se veían muy apetecibles.
Cuando Daphne apareció en mi cocina, me sorprendí. Pero más al ver a su amiga. Estaba buenísima. Pude notar un recelo algo entraño en Daphne al ver que le daba más atención a su amiga que a ella.
<<¿Celosa, Daphne?>>
Me percaté de que estaba fingiendo mirar su móvil, pero había muerto ya hacía rato. Sus ojos nos miraban de reojo de vez en cuando y podía escuchar como resoplaba molesta. Emily no se daba cuenta, pues estaba embelesada conmigo.
Quería divertirme un rato. Aparté el pelo de Emily y me acerqué a su oído. Vi como la piel se le erizaba por mi cercanía. Acerqué mis labios a su oído.
-¿Vamos a la biblioteca?- esperé a que entendiera porqué le hice la oferta, y pareció funcionar, pues se mordió el labio a modo juguetón.
Nos levantamos, pero Daphne frunció el ceño y nos detuvo. Daphne era muy manipulable y me lo había mostrado con su amiga.
La guié hasta la biblioteca y entre dos estanterías, tomé su cuello y la estampé para atacar a su boca. Su lengua se enredó con la mía con rapidez. Sus manos se metieron por debajo de mi camisa, pero se lo impedí agarrándolas a ambos lados. No se tocaba si yo no lo decía.
Yo tenía el control.
La giré, su espalda daba a la puerta. Minutos después, cuando estaba atacando el cuello de Emily, abrí mis ojos y visualicé a la pelinegra oculta tras la puerta. Mirando con sorpresa la escena.
<< Te tengo en dónde quería>>
Una sonrisa victoriosa se asomó en mis labios, lamí el cuello de la amiga hasta llegar a su boca y volver a besarla, sin quitarle la mirada a Daphne. Pero no pudo soportarlo más y se marchó.
Frágil Daphne.
Me aparté de Emily, evitando no soltar una carcajada por lo que había ocurrido. Emily tenía los labios rojos e hinchados por nuestro apasionado encuentro. Acaricié su mejilla con mi pulgar, fingiendo que le tenía una atracción que podía llegar a ser sentimental. Pero nunca pasaría, solo era un entretenimiento más.
-Debes irte, Daphne te estará esperando.- mi dedo pulgar pasó por su labio inferior.
Emily asintió embobada y comenzó a caminar. Llegamos al salón pero Daphne no estaba, se había ido sin Emily.
-¿Se ha ido?- preguntó preocupada -¿Estará enfadada?
Me encogí de hombros. Emily miró su móvil y se sorprendió.
-Mierda, es tardísimo. Dentro de nada llegará su madre y si nos ve despierta nos matará.- se giró para mirarme, pero me sonrió -Gracias por este rato, debo irme.
Asentí y la acompañé hasta la puerta. Cerré una vez que salió del porche. Esa noche fue bastante curiosa, descubrí que Daphne era mucho más fácil de manipular y era muy débil.
Pero el día siguiente fue aún más curioso. Había aparecido un cuerpo sin vida de una chica. Todos los vecinos estaban cotilleando detrás del cordón policial.
El cuerpo fue hallado cerca de mi casa y de la de Daphne, justo en el bosque. Los policías trasportaban la camilla con el cuerpo tapado, mis ojos cayeron en Daphne y Emily. Vi como lloraban pero no desconsoladamente como otras chicas que, suponía, eran amigas de la víctima. Si ellas dos lloraban era porque la conocían.
Días después fue el funeral. Mamá nos obligó a ir, para mostrar respeto hacia la familia. Me había puerto mi ropa más formal: una camisa de botones negra y un tejano negro. Este color siempre había resaltado mis ojos, o eso decía mi madre. Fuimos en el coche en silencio, papá había venido del trabajo solo para esto y estaba que echaba humos.
Llegamos a la iglesia, allí había mucha gente que no conocíamos, pero mis ojos encontraron a Daphne. Iba vestida con un vestido negro de manga larga que se ajustaba a su cuerpo. Su melena negra estaba suelta, pero la mitad de su pelo estaba recogido en una pequeña coleta. Sus ojos se veían hinchados y su nariz roja. Le había afectado la muerte de esta chica. Sus ojos negros buscaban a alguien, o más bien estaban perdidos. Sus ojos cayeron finalmente en mí y su ceño se frunció ligeramente. Sus pies comenzaron a caminar hasta que la perdí de vista entre la multitud de gente que lloraba.
Todos comenzaron a entrar a la iglesia, allí nos comimos hora y media de un largo discurso sobre Dios y que la pobre chica estaba en un lugar mejor.
No me lo creía. Era un discurso guionizado y que ya se había aprendido de memoria. Lo decía en todos los funerales, lo único que cambiaba era el nombre del fallecido. Después de escuchar como cientos de personas rezaban, caminamos hacia el cementerio que estaba justo al lado. Cuatro hombres llevaban el ataúd, uno de ellos lloraba a mares, supongo que era el padre.
Dejaron el ataúd sobre una máquina que hacía que el ataúd bajara. El cura estuvo otros quince minutos hablando y rezando. Intenté no bostezar, por respeto. Por suerte, bajaron el ataúd y empezaron a echar la tierra.
Muchas personas comenzaron a marcharse, otras hablaban entre ellas y los familiares de la fallecida. Una mujer, su madre, se quedó mirando la lápida de la chica con ojos muy tristes. No lloraba ni hacía ningún ruido. Su marido la agarró por los brazos.
-Cariño, debemos irnos.- su mujer negó con la cabeza mientras susurraba <<no>>.
-No, Charlie. Nuestra pequeña está ahí...- señaló la tierra donde yacía el cuerpo de su hija -pronto despertará. Sácala, Charlie.- estaba en shock.
El marido intentó que entrara en razón.
-Mich, Danielle ya no está con nosotros.- dijo aguantando las lágrimas, pero algunas traicioneras se le escaparon -Vámonos a casa.
La señora comenzó a llorar con desesperación mientras llamaba a su hija. Pasaron por mi lado, la señora me miró y su rostro expresó terror, su mano temblorosa me señaló.
-¡Monstruo!- fruncí el ceño -¡Tú eres un monstruo! ¡Devuélveme a mi hija!
El marido la agarró para que no me alcanzara.
-Perdónala.- se disculpó mientras se llevaba a rastras a su mujer, pero esta seguía gritando lo mismo y sollozando.
-¿A que venía eso?- empezaron a murmurar.
Mi mirada cayó en Daphne, que miraba con el ceño fruncido a la mujer, pero su mirada pasó a mí en segundos.
Ni siquiera yo sabía a que había venido eso.
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Hilos de sangre
Teen FictionTodo comenzó con una muerte y la aparición de los Bloond. La familia Bloond tenía que ver con las repentinas muertes que han estado pasando, pues siempre surgían alrededor de ellos. La curiosidad de la joven Daphne despierta cuando comienzan a enred...